El Economista - Agua y Medioambiente
LOS ACUÍFEROS APORTARÍAN 7 VECES EL AGUA DE LOS EMBALSES
El sector pide que se regule la recarga artificial para mejorar la gestión hidrológica de las cuencas
Los cálculos apuntan que la capacidad de los acuíferos en España supera los 400.000 hectómetros cúbicos (unas 7 veces el agua total que se puede recoger en los embalses). Y es una cantidad de agua que hoy en día se encuentra desaprovechada, bien por una falta de gestión, bien por una mala gestión de los mismos, lo que da lugar a la sobreexplotación de las masas de aguas subterráneas.
Actualmente, la estimación de las reservas totales de los acuíferos de las distintas demarcaciones hidrográficas españolas es de 48.000 hectómetros cúbicos, según Juan José Durán, director del Departamento de Investigación en Recursos Geológicos del Instituto Geológico y Minero de España (IGME), por lo que se podría multiplicar casi por 10 la capacidad de abastecimiento actual. Según los expertos, dadas estas cifras, una gestión regulada de los acuíferos, que incluyera la recarga artificial, se sumaría a las herramientas para planificación hídrica del país que permitiría hacer frente a los episodios climáticos extremos y al estrés hídrico. Y más teniendo en cuenta que entre el 25 por ciento y 30 por ciento de los recursos utilizados para abastecimiento urbano proceden de fuentes subterráneas, el 20 por ciento de los recursos para el riego -lo que supone el 28 por ciento de la superficie regada- y el 22 por ciento del agua para uso industrial.
“No existe un ciclo verdadero de gestión integral del agua. Se ha desasociado la fase subterránea del ciclo integral del agua urbana. No existe una solución única, pero vemos que, cuando tienen lugar las grandes discusiones políticas, se centran en trasvases, desaladoras, etc., pero existen distintas herramientas”, se queja Fernando López Vera, presidente de la Fundación Fomento y Gestión del Agua.
Falta de regulación
La explotación del acuífero está, desde el punto de vista jurídico y a nivel nacional, “pendiente de desarrollo legislativo”, apunta José Antonio de la Orden, investigador del Instituto Geológico y Minero de España. A nivel europeo, la Directiva Marco del Agua considera la recarga artificial como una presión sobre las mases de agua subterráneas, es decir, por lo tanto, se considera un vertido. El Texto Refundido de la Ley de Aguas y el Reglamento de Dominio Público Hidráulico no hacen una definición de la recarga artificial de acuíferos, por lo que se extiende la consideración europea de vertido. “Hay que flexibilizar la normativa. Según la actual, la lluvia no cumpliría los requisitos, sería considerada vertido”, explica Jesús Carrera, profesor de Investigación del Instituto Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua, del CSIC.
No es el único aspecto que preocupa al sector de la regulación sobre acuíferos. La titularidad del acuífero y de la recarga es otro de los aspectos que están pendientes de desarrollo normativo, así como la normativa de su aprovechamiento, lo que crea inseguridad jurídica para los operadores.
Además, el perímetro de salvaguardia del volumen de agua recargada, así
30% Es el porcentaje de los recursos para abastecimiento urbano que proceden de acuíferos
como la flexibilización de la utilización conjunta de aguas, son aspectos que las empresas de gestión del ciclo integral del agua demandan que se regule para poder poner en práctica más proyectos de recarga artificial.
“Empresarialmente no vamos a apoyar más, es la administración la que tiene que cambiar la ley y cambiarla radicalmente”, indica Pedro Rodríguez Medina, director de Desarrollo Corporativo de FCC Aqualia. Hoy en día, tal y como está la legislación, apostar por la recarga artificial de acuíferos, “es más costoso, porque sería incluir nuevas fases en el tratamiento para ser capaces de recargar los acuíferos”, continúa.
De la misma opinión es Marina Arnaldos, responsable del Área de Recursos Hídricos, Producción y Regeneración de Cetaqua, quien apunta que “plantear que el operador va a hacer algo que no es rentable, no es
posible. No va a tratar un agua para recargar un acuífero que no va a utilizar. Otra cosa sería que no tuviera que tratarla”, asegura.
Por su parte, la administración parece no tener en su agenda a corto plazo este tema. Luis Martínez Cortina, consejero del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente (Mapama), asegura que “se puede hablar de ello en los planes hidrológicos del tercer ciclo; los segundos estaban muy centrados en la depuración. Pero no es algo ni inmediato ni sencillo”.
Y recuerda que las cuestiones medioambientales tienen prioridad en este asunto. “La Directiva Marco del Agua recoge la recarga artificial como una presión sobre nuestras masas de agua. Y el fin último de la directiva es preservar el estado de las masas. Lo que hay que demostrar es la inocuidad de lo que viertes”.
Según Victor Arqued, secretario general de Planificación y Uso Sostenible del Agua del Mapama, las líneas de actuación actuales en este campo se centran en la actualización del inventario de recursos hídricos, ajustes en la caracterización de las masas de agua subterránea, el ajuste de los programas de seguimiento sobre las mismas, de las exenciones y la actualización y ajuste de los programas de medida. Y, el Pacto Nacional por el Agua será “el eje de gobernanza”.
Precisamente, el conocimiento de las aguas subterráneas y su caracterización es uno de los pasos que se tienen que dar para poder gestionar los riesgos asociados a las recargas artificiales de acuíferos. “En las aguas subterráneas no sabes lo que está pasando”, explica Marina Arnaldos. “Tiene que haber un conocimiento de esa fuente y proponer un plan de gestión del riesgo, asegurar que no le va a pasar nada al acuífero y la calidad del agua”, continúa.
A pesar de la cautela con la que parece que se mueve la administración en este ámbito, Arnaldos considera que “tiene futuro. En el sector del agua hay pocas veces que se pueda hablar a nivel universal. Soy realista, y creo que según vayamos acumulando experiencias será más fácil. Hay que planificar”.
Experiencias
En España se han realizado diferentes proyectos pilotos de recarga artificial de acuíferos, que han sido posibles gracias a la consecución de licencias que conceden las confederaciones hidráulicas. Uno de es el proyecto del acuífero terciario detrítico de Madrid. Canal de Isabel II ha invertido 500.000 euros en este proyecto piloto que se está desarrollando en tres pozos profundos, pero
Belén Benito, subdirectora de Operaciones de Canal de Isabel II, explica que “el 60 por ciento de los 80 pozos que existen en este acuífero podrían ser susceptibles para hacer recarga artificial. Falta que la Confederación Hidrográfica del Tajo haga el desarrollo normativo”.
Otros ejemplos son los desarrollados por el Grupo Tragsa en Los Arenales y el Acuífero 23. El primero de ellos constituye la mayor prueba piloto en esta práctica que se ha realizado en España. Los Arenales es un acuífero que abarca las provincias de Segovia, Valladolid, Ávila, Salamanca y Zamora. Sus pozos se habían ido secando debido a su uso para el riego de cultivos, hasta declararse provisionalmente en sobreexplotación. En 1999 se iniciaron los estudios para su recarga y, tres años después y tras una inversión de casi cuatro millones de euros, se iniciaron las primeras recargas, permitiendo que los agricultores volvieran a extraer agua del mismo. Hoy, más de 1.300 regantes se benefician de esta masa de agua.
La Agencia Catalana del Agua ha sido una de las que más ha apostado por la recarga artificial. Un buen ejemplo es el proyecto europeo Dessin, en el que participa Cetaqua, en el Llobregat, que busca realizar una recarga artificial con agua prepotable, “con un componente importante de innovación”, explica Marina Arnaldos, responsable del Área de Recursos Hídricos, Producción y Regeneración de Cetaqua.
El sector está esperando movimientos por parte de las administraciones, porque “mientras no haya un marco legal, los operadores no lo van a impulsar”, asegura Juan Pablo López Hera, presidente de PW Advisroy & Capital Services. Y no es optimista: “Nos tocará esperar otra crisis”.