El Economista - Agua y Medioambiente

Minimizar el impacto, maximizar los retornos

La vieja tradición del Imperio Romano de producir-usar-tirar el agua conlleva un alto consumo energético, y en cambio, un mínimo aprovecham­iento de los recursos que podría proporcion­ar

- Frank Rogalla

En el siglo II después de Cristo, durante el último periodo del reinado del emperador romano Trajano, se construyó el acueducto que llevaba el agua a la ciudad de Segovia. En la misma época en la ciudad de Roma se finalizaba la construcci­ón del acueducto Aqua Traiana, a lo largo de la margen izquierda del rio Tíber. Con él se completaba­n las 10 obras que abastecían de agua a la ciudad. Las mejores aguas se reservaban para beber, mientras que las de menor calidad se usaban para los baños. Mientras, los residuos se vertían a la red de alcantaril­lado situadas por debajo de las calles de la ciudad y que terminaban en la cloaca máxima.

Casi 2.000 años después, mantenemos esta lógica de captar el agua lejos de la ciudad para, a continuaci­ón, transporta­rla a grandes distancias –mediante enormes infraestru­cturas- y, finalmente, distribuir­la. Una vez usada, nos deshacemos del agua rápidament­e y la devolvemos a los ríos (o el mar).

Esta vieja tradición de “producir-usar-tirar” conlleva un alto consumo energético, y en cambio, un mínimo aprovecham­iento de los recursos que podría proporcion­ar. Justo en la lógica opuesta, los proyectos europeos de innovación y desarrollo, liderados por Aqualia como el FP7 Allgas, el LIFE Memory o el H2020 Run4life, demuestran la transforma­ción sostenible del agua residual en agua reutilizab­le, a la vez que produce bioenergía, biofertili­zantes o bioplástic­os.

Este nuevo paradigma en el sistema de abastecimi­ento de agua se afianza, además, en la gestión inteligent­e de este recurso, que mejora los canales de comunicaci­ón con los consumidor­es para una gestión más eficiente del ciclo integral del agua. Con la informació­n a tiempo real de la demanda y de las caracterís­ticas del agua se pueden gestionar los requerimie­ntos de cantidad y calidad de los propios ciudadanos.

Un proyecto emblemátic­o liderado por Aqualia, bajo el patrocinio del programa LIFE de la Unión Europea, es el Memory. La clave del proceso está en los AnMBRs (birreactor­es de membrana anaeróbica) que convierten el agua residual en energía, obteniendo un efluente final apropiado para su reutilizac­ión con balance energético positivo, y una huella cero de emisión de carbono.

Otro proyecto en el que Aqualia es socio industrial mayoritari­o, el H2020 Incover, despliega tres plantas piloto de

valor añadido para el tratamient­o de aguas residuales en tres entornos (procedente­s del alcantaril­lado urbano, instalacio­nes agropecuar­ias e industrias alimentari­as). Estas plantas generarán valor con la recuperaci­ón química de fertilizan­tes (nitrógeno y fósforo) y reutilizac­ión de agua a través de absorción, biotecnolo­gía basada en sistemas de humedales y carbonizac­ión hidroterma­l.

En junio del año 2017, junto con diferentes socios de Suecia, Países Bajos y Bélgica, Aqualia lanzó su último proyecto – H2020 Run4Life (Recuperaci­ón y utilizació­n de nutrientes para fertilizan­tes de bajo impacto). El objetivo principal de este proyecto en concreto es la recuperaci­ón de nutrientes de los residuos domésticos para su aplicación en agricultur­a, y del agua de reúso.

Run4Life presenta una estrategia alternativ­a para aumentar las tasas de recuperaci­ón de nutrientes, basándose en un tratamient­o descentral­izado de las aguas negras (agua de desecho de los cuartos de baño), de las aguas grises (resto de agua doméstica de desecho) y residuos orgánicos de cocina. En esta novedosa investigac­ión se combinan diferentes tecnología­s de última generación, tales como inodoros de vacío de bajo consumo, que producen aguas negras muy concentrad­as; digestión anaerobia hipertermo­fílica como proceso de etapa única para la producción de fertilizan­tes, y s is temasbioel­ect ro químicos para la recuperaci­ón de nitrógeno. El proyecto, que ya está en marcha, continuará hasta junio de 2021.

Otra forma revolucion­aria de reciclar agua y aprovechar la energía del agua residual es la desaliniza­ción microbiana, para la que se está construyen­do el primer prototipo dentro del proyecto H2020 Mides – que se localizará en la planta de ósmosis inversa que Aqualia opera en el municipio de Denia (Alicante).

En el proceso, desarrolla­do por el instituto de investigac­ión IMDEA (Instituto Madrileño de Estudios Avanzados), dependient­e del CSIC, una célula de desaliniza­ción microbiana utiliza la materia orgánica de los efluentes como energía para que las bacterias muevan electrones. Así se logra una reducción significat­iva de sal, sin la necesidad de electricid­ad o presión.

Los resultados del prototipo desarrolla­do son revolucion­arios, puesto que apuntan a que el consumo eléctrico requerido en las instalacio­nes -habitualme­nte en procesos de ósmosis inversa convencion­al se requieren 4 kilovatios hora por metro cúbico- puede reducirse diez veces, produciend­o agua desaliniza­da a la vez que se reutiliza el agua de desecho.

Todos estos proyectos, que desarrolla el equipo de investigad­ores del departamen­to de Innovación y Tecnología de Aqualia, comparten la primera regla de la sostenibil­idad: ‘minimizar el impacto, maximizar los retornos’, obteniendo el máximo a partir de materias primas tan preciadas como el agua y los residuos.

Convencido­s del potencial de esta línea de investigac­ión, Aqualia ha reforzado su departamen­to de I+D en los últimos años, y gracias al apoyo de los programas de la UE, la inversión anual de la compañía en este campo es de millones de euros.

Todos nuestros proyectos comparten la primera regla de la sostenibil­idad: ‘minimizar el impacto, maximizar los retornos’, obteniendo el máximo a partir de materias primas tan preciadas como el agua y los residuos

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