El Economista - Agua y Medioambiente
Salud y sostenibilidad deben ir de la mano
Los beneficios socioeconómicos que genera el transporte público son 5 veces mayores que el dinero invertido en él. Además, las empresas de transporte público se encuentran entre los principales empleadores a nivel local
Las ciudades de todo el mundo se enfrentan a desafíos extraordinarios y la movilidad puede ser una de las claves de su éxito o fracaso. El transporte público, que, a menudo se percibe como un gran elemento de gasto en lugar de como inversión, debe ser capaz de poner en valor sus múltiples beneficios para la sociedad.
Así, estrategias de movilidad eficientes mejoran la competitividad en las áreas metropolitanas y reducen las restricciones al crecimiento, al mover a más personas y redistribuir mejor el espacio urbano disponible. De acuerdo con la Unión Internacional de Transporte Público (UITP), los beneficios socio-económicos que genera el transporte público son 5 veces mayores que el dinero invertido en él. Además, las empresas de transporte público se encuentran entre los principales empleadores a nivel local, con más de 2 millones de personas trabajando en la UE, en puestos de trabajos que no pueden ser deslocalizados. Duplicar la cuota de mercado del transporte público en el mundo ahorraría alrededor de 170 millones de toneladas de petróleo y alrededor de 550 toneladas de CO2 equivalente, además de una contribución enorme para conseguir ciudades más seguras, inclusivas y habitables.
Optimizar los beneficios del transporte público para la sociedad requiere alinear las políticas de movilidad con la visión y estrategias de desarrollo urbano. Educación y empleo, turismo y cultura, resiliencia, inclusión social, etc., se encuentran entre los aspectos críticos abordados por la Nueva Agenda Urbana. Pero es, sin duda, en el ámbito de la salud donde se aprecian de manera más notable el impacto positivo que una movilidad urbana sostenible aporta al conjunto de la sociedad.
Uno de los mejores indicadores globales de la salud de una ciudad es la calidad del aire. Los niveles de contaminación del aire suelen ser bajos en las ciudades con una sólida planificación integral de transporte y usos del suelo, que cuentan con buenos sistemas integrados de transporte y amplios espacios para los peatones. En cambio, se disparan en las zonas urbanas en las que existe un marco de expansión territorial que crece descontroladamente.
Actualmente, más del 80 por ciento de las ciudades del mundo superan los límites de calidad del aire establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS), y más de la mitad de las ciudades que miden esta contaminación notifican niveles de calidad 3,5 veces superiores a dichos límites, o incluso más elevados. Hablemos claro, la contaminación del aire mata, al
igual que el cambio climático existe, independientemente de ideologías políticas.
Las administraciones nacionales, regionales y locales deben aplicar políticas y realizar inversiones que promuevan la colaboración público-privada en temas de movilidad, la eficiencia energética en las viviendas, la generación de energía y una mejor gestión de los residuos. Deben tenerse en cuenta criterios de sostenibilidad en materia de regulación, que nos encontramos en un marco de economía de mercado promoviendo políticas de renovación de flotas con el objetivo de sustituir los vehículos más contaminantes por otros más eficientes.
En una sociedad cada vez más digitalizada, debemos ser capaces de aprovechar el gran potencial de los millones de datos que generamos y recibimos, tanto para la correcta toma de decisiones como para mostrar las ventajas de las mismas. Así, hoy en día, los servicios de salud y movilidad de muchas ciudades están ya trabajando conjuntamente para calcular los beneficios que cada potencial medida de transporte podría generar para la salud, ver la interrelación entre el reparto modal en una ciudad y las admisiones hospitalarias asociadas a causas respiratorias, etc.
En cualquier caso, debemos actuar con mayor rapidez y urgencia, sobre todo en los países de ingresos medianos y bajos, donde no se han logrado avances tan claros y donde la calidad del aire está empeorando. Debemos asegurarnos de que las personas sepan cuáles son los niveles de contaminación del aire en su ciudad y de que sean conscientes de sus efectos letales, porque es la forma más eficaz de que cada uno de ellos y sus gobiernos decidan actuar.
Y aquí, de nuevo, es cuando el sector empresarial, firmemente apoyado por gobiernos que entiendan los retos globales, puede ser un elemento facilitador del cambio. “Es necesario que la industria, generalmente innovadora, se anticipe a las necesidades, de forma creativa mediante el diseño de soluciones y plataformas integradas de movilidad eficientes.” Y que las Administraciones apuesten por estrategias urbanas sostenibles en el marco de una transición energética decidida y realista, conformando un marco estable para el desarrollo de esquemas de colaboración públicoprivada que garanticen el mejor servicio a los ciudadanos.
El gran reto que nos presenta la salud a nivel mundial sólo podrá ser alcanzado con éxito a través de la elaboración de una estrategia global y de largo plazo resultante de la integración horizontal (medioambiente, salud, transporte...) y vertical (integración nacional, regional y local). La gama de posibles actuaciones y recomendaciones está altamente interrelacionada y, por lo tanto, los esfuerzos efectivos para ponerlos en marcha deben incluir a todos los actores.
En definitiva, la salud depende de cómo se desarrollan las ciudades y, en este sentido, es vital garantizar la democratización de una movilidad, eficiente, accesible y asequible. Desde el Think Tank Movilidad y la Fundación Corell, en el ámbito de nuestras competencias respectivas, seguiremos trabajando para mejorar la calidad de vida urbana y el bienestar económico mediante el apoyo y la promoción de un transporte sostenible en todo el mundo. ¡Les animamos a que se unan a nosotros!
Las Administraciones deben apostar por estrategias urbanas sostenibles en el marco de una transición energética decidida y realista, conformando un marco estable para esquemas de colaboración público-privada