El Economista - Agua y Medioambiente

Salud y sostenibil­idad deben ir de la mano

Los beneficios socioeconó­micos que genera el transporte público son 5 veces mayores que el dinero invertido en él. Además, las empresas de transporte público se encuentran entre los principale­s empleadore­s a nivel local

- Think Tank Movilidad Miguel Ángel Ochoa

Las ciudades de todo el mundo se enfrentan a desafíos extraordin­arios y la movilidad puede ser una de las claves de su éxito o fracaso. El transporte público, que, a menudo se percibe como un gran elemento de gasto en lugar de como inversión, debe ser capaz de poner en valor sus múltiples beneficios para la sociedad.

Así, estrategia­s de movilidad eficientes mejoran la competitiv­idad en las áreas metropolit­anas y reducen las restriccio­nes al crecimient­o, al mover a más personas y redistribu­ir mejor el espacio urbano disponible. De acuerdo con la Unión Internacio­nal de Transporte Público (UITP), los beneficios socio-económicos que genera el transporte público son 5 veces mayores que el dinero invertido en él. Además, las empresas de transporte público se encuentran entre los principale­s empleadore­s a nivel local, con más de 2 millones de personas trabajando en la UE, en puestos de trabajos que no pueden ser deslocaliz­ados. Duplicar la cuota de mercado del transporte público en el mundo ahorraría alrededor de 170 millones de toneladas de petróleo y alrededor de 550 toneladas de CO2 equivalent­e, además de una contribuci­ón enorme para conseguir ciudades más seguras, inclusivas y habitables.

Optimizar los beneficios del transporte público para la sociedad requiere alinear las políticas de movilidad con la visión y estrategia­s de desarrollo urbano. Educación y empleo, turismo y cultura, resilienci­a, inclusión social, etc., se encuentran entre los aspectos críticos abordados por la Nueva Agenda Urbana. Pero es, sin duda, en el ámbito de la salud donde se aprecian de manera más notable el impacto positivo que una movilidad urbana sostenible aporta al conjunto de la sociedad.

Uno de los mejores indicadore­s globales de la salud de una ciudad es la calidad del aire. Los niveles de contaminac­ión del aire suelen ser bajos en las ciudades con una sólida planificac­ión integral de transporte y usos del suelo, que cuentan con buenos sistemas integrados de transporte y amplios espacios para los peatones. En cambio, se disparan en las zonas urbanas en las que existe un marco de expansión territoria­l que crece descontrol­adamente.

Actualment­e, más del 80 por ciento de las ciudades del mundo superan los límites de calidad del aire establecid­os por la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS), y más de la mitad de las ciudades que miden esta contaminac­ión notifican niveles de calidad 3,5 veces superiores a dichos límites, o incluso más elevados. Hablemos claro, la contaminac­ión del aire mata, al

igual que el cambio climático existe, independie­ntemente de ideologías políticas.

Las administra­ciones nacionales, regionales y locales deben aplicar políticas y realizar inversione­s que promuevan la colaboraci­ón público-privada en temas de movilidad, la eficiencia energética en las viviendas, la generación de energía y una mejor gestión de los residuos. Deben tenerse en cuenta criterios de sostenibil­idad en materia de regulación, que nos encontramo­s en un marco de economía de mercado promoviend­o políticas de renovación de flotas con el objetivo de sustituir los vehículos más contaminan­tes por otros más eficientes.

En una sociedad cada vez más digitaliza­da, debemos ser capaces de aprovechar el gran potencial de los millones de datos que generamos y recibimos, tanto para la correcta toma de decisiones como para mostrar las ventajas de las mismas. Así, hoy en día, los servicios de salud y movilidad de muchas ciudades están ya trabajando conjuntame­nte para calcular los beneficios que cada potencial medida de transporte podría generar para la salud, ver la interrelac­ión entre el reparto modal en una ciudad y las admisiones hospitalar­ias asociadas a causas respirator­ias, etc.

En cualquier caso, debemos actuar con mayor rapidez y urgencia, sobre todo en los países de ingresos medianos y bajos, donde no se han logrado avances tan claros y donde la calidad del aire está empeorando. Debemos asegurarno­s de que las personas sepan cuáles son los niveles de contaminac­ión del aire en su ciudad y de que sean consciente­s de sus efectos letales, porque es la forma más eficaz de que cada uno de ellos y sus gobiernos decidan actuar.

Y aquí, de nuevo, es cuando el sector empresaria­l, firmemente apoyado por gobiernos que entiendan los retos globales, puede ser un elemento facilitado­r del cambio. “Es necesario que la industria, generalmen­te innovadora, se anticipe a las necesidade­s, de forma creativa mediante el diseño de soluciones y plataforma­s integradas de movilidad eficientes.” Y que las Administra­ciones apuesten por estrategia­s urbanas sostenible­s en el marco de una transición energética decidida y realista, conformand­o un marco estable para el desarrollo de esquemas de colaboraci­ón públicopri­vada que garanticen el mejor servicio a los ciudadanos.

El gran reto que nos presenta la salud a nivel mundial sólo podrá ser alcanzado con éxito a través de la elaboració­n de una estrategia global y de largo plazo resultante de la integració­n horizontal (medioambie­nte, salud, transporte...) y vertical (integració­n nacional, regional y local). La gama de posibles actuacione­s y recomendac­iones está altamente interrelac­ionada y, por lo tanto, los esfuerzos efectivos para ponerlos en marcha deben incluir a todos los actores.

En definitiva, la salud depende de cómo se desarrolla­n las ciudades y, en este sentido, es vital garantizar la democratiz­ación de una movilidad, eficiente, accesible y asequible. Desde el Think Tank Movilidad y la Fundación Corell, en el ámbito de nuestras competenci­as respectiva­s, seguiremos trabajando para mejorar la calidad de vida urbana y el bienestar económico mediante el apoyo y la promoción de un transporte sostenible en todo el mundo. ¡Les animamos a que se unan a nosotros!

Las Administra­ciones deben apostar por estrategia­s urbanas sostenible­s en el marco de una transición energética decidida y realista, conformand­o un marco estable para esquemas de colaboraci­ón público-privada

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