El Economista - Agua y Medioambiente
The Circular Lab tendrá presupuesto sin límite
En dos años Ecoembes invertirá 10 millones de euros en innovación en economía circular, el presupuesto que tenía previsto destinar en cuatro años
En dos años, Ecoembes habrá agotado la inversión prevista para cuatro años
En mayo de 2017, Ecoembes, la entidad sin ánimo de lucro centrada en la gestión de residuos de envases, inauguró The Circluar Lab, el primer centro de innovación en economía circular de referencia en Europa, y desde entonces ha invertido 6,9 millones de euros, del total de 10 millones que había presupuestado para cuatro años, y que pretende agotar en 2019. A partir de entonces, The Circular Lab “no tendrá ningún límite de presupuesto, será donde nos lleve la innovación”, indica Óscar Martín, consejero delegado de Ecoembes.
El centro tiene puesto su foco en el reciclaje y el ecodiseño, con cuatro vertientes: creación de un ecosistema, el diseño, el ciudadano y la tecnología aplicada al sector. Así, en este año y medio, The Circular Lab ya cuenta con 20 startups en los dos programas de aceleración que ha creado, más de 200 colaboradores externos; 160 proyectos, de los cuales 100 ya están en marcha.
De ellos, uno de los proyectos que más destaca en el ámbito del ecodiseño es la creación de un plástico a partir de residuos vegetales que cumpliría con
los principios de la economía circular: provendrá de residuos orgánicos y se podrá reciclar, compostar y biodegradar en el entorno marino. Este nuevo plástico sostenible se ha desarrollado conjuntamente entre el equipo de The Circular Lab de Ecoembes y el centro tecnológico Ainia. El material se consigue a partir de materia 100 por ciento orgánica en descomposición, que se trata a partir de un proceso PHBV (PoliHidroxiButilValerato), mediante el que se consigue triturar el residuo vegetal y extraer la glucosa del mismo, la cual sirve de alimento para un microorganismo que se encarga de producir el biopolímero con el que se fabrica. Al igual que los plásticos procedentes de otras fuentes no vegetales, podría usarse para el envasado de productos de alimentación y bebidas, pero a diferencia de ellos, además de reciclarse, se podría compostar e incluso biodegradarse en el entorno marino.
Jorge García, especialista de Innovación de Ecoembes, explica que “los bioplásticos son una de las alternativas de futuro, pero hay otras como la reducción, la reutilización y el reciclaje. No hay que confundir a la ciudadanía con que todo lo que es biodegradable y compostable se puede lanzar a la naturaleza”.
El equipo conjunto de las dos entidades ha tardado seis meses en llevar a cabo la investigación sobre este nuevo material, y aunque ya está en fase industrial, los plazos para ponerlo en el mercado no serán tan rápidos. De hecho, desde Ecoembes calculan que podría utilizarse dentro de cinco años, una vez se hayan realizado todos los trámites administrativos.
Además de este proyecto, en el ámbito del diseño de envases, en The Circular Lab también se está desarrollando el observatorio del envase sostenible, en el que se podrá encontrar toda la información a nivel internacional que haya sobre envases y diseño. Además, se está llevando a cabo una metodología, Packating Circulr Desing, que se pondrá a disposición de las empresas para introducir el criterio de sostenibilidad desde la fase de diseño.
Otro ámbito en el que están trabajando es en dar una segunda vida a materiales como el plástico fill, con nuevas aplicaciones para las bolsas de plástico.
The Circular Lab también incrementará su ecosistema con el mundo universitario, ampliando su colaboración con Campus Iberus, que ya llega a 12 centros universitarios que participarán en la red y con la intención de crear, a partir de 2019, una red de Circular Labs en Europa.
En el ámbito más tecnológico, y relacionado con las ciudades inteligentes, Ecoembes está desarrollando el contenedor conectado, no solo con la idea de que los gestores puedan mejorar la eficiencia de los servicios de recogida, con información útil para planificar las rutas de los camiones, sino que el ciudadano sea consciente de la cantidad de residuos que genera y cómo, cuánto y cuándo recicla.