El Economista - Agua y Medioambiente
La recuperación de los tramos urbanos de los ríos
Los que podemos acreditar unos años de experiencia, hemos sido testigos del desastre que han vivido nuestros ríos a lo largo de los años: las aguas contaminadas, malos olores, ratas, putrefacción y cosas similares. No se podía vivir cerca de los ríos, en sus riberas se apiñaba la gente más necesitada, se construía de espaldas al río, se instalaban servicios que nadie quería cerca de su viviendas, redes eléctricas, oleoductos, industrias que vertían sin ninguna precaución, ciudades que no depuraban, y un largo etcétera de situaciones.
La presión urbanística del desarrollismo fue comiendo el terreno a los ríos y se les fue dejando el mínimo espacio imprescindible para que circulara el agua. En muchos casos, este espacio fue claramente insuficiente y se produjeron desastres a causa de las inundaciones.
Para ahorrar espacio, que se destinaba a usos más productivos, los ríos fueron encajonados en feos muros de hormigón y en muchos casos se metieron dentro de túneles para poder esconderlos y poder construir encima de su cauce.
Estaba claro que esa tendencia era del todo insostenible y había que arreglarla. Nos estábamos quedando sin agua potable y eso, antes que la preservación del medio ambiente, hizo que nos decidiéramos a actuar.
Había que depurar las aguas residuales y recuperar la calidad de las aguas de los ríos.
En el momento en que volvimos a tener un agua medianamente buena descubrimos que los ríos constituyen la parte más apreciable del paisaje y sus riberas constituyen unos lugares privilegiados, con un gran poder de atracción.
El Río Manzanares a su paso por la ciudad de Madrid y el Río Besós a su paso por el área metropolitana de Barcelona, son unos ejemplos estupendos de la degradación y recuperación de estos espacios en las áreas urbanas. Citamos estos dos casos sobre los que disponemos de información, pero en España seguramente hay un ejemplo en cada ciudad por la que circula un río.
José Antonio Díaz Lázaro ha descrito con todo lujo de detalles la degradación y recuperación del río Manzanares. Del río Besós es destacable que su agua estaba muy sucia, las márgenes abandonadas y ocupadas por torres de alta tensión y otras degradaciones similares. El río estaba encauzado con muros de hormigón. El espacio ocupado por el río era un espacio perdido y que degradaba toda la zona adyacente. La
restauración del Besós permitió recuperar el espacio perdido y aportar un magnífico parque en el que se desarrollan multitud de actividades lúdicas, sin que, por otra parte, se perjudiquen las funciones imprescindibles del cauce, como es la de conducir el agua que trae el río en las avenidas.
La recuperación de los ríos en las zonas urbanas siempre nos ha parecido una actuación que se justifica por sí sola y que es de sentido común, pero parece que no es tan obvio como lo debería ser.
Cuando se plantea la solución a problemas de inundabilidad en zonas urbanas, la primera opción acostumbra a ser la canalización, ocupando el mínimo espacio posible.
Plantear una zona inundable extensa y darle a estos terrenos unos usos compatibles con la inundación, como puede ser un parque fluvial, todavía exige un esfuerzo de convencimiento a las autoridades responsables del uso de los terrenos. Para nosotros la obviedad radica en que, si en todas las poblaciones estamos obligados a aportar zonas verdes para el uso y disfrute de la población, ¿por qué no pensamos que alguna de estas zonas verdes deben ser los ríos, arroyos y sus márgenes?
Los poderes públicos están obligados a velar por la seguridad de las personas y un riesgo muy importante sobre el que deben protegernos es el de las inundaciones.
Compartir el espacio necesario para el desagüe de los cauces con otros usos realizados por las personas exige un esfuerzo suplementario a nuestras Administraciones. Deben poner en marcha planes de protección que defienda debidamente a las personas: sistema de observación de los caudales, previsión meteorológica, salidas de emergencia, lugares seguros, información a los usuarios, advertencia de los riesgos, y otros.
El desarrollo tecnológico nos está ayudando decididamente en este trabajo, creando cada día más y mejores aplicaciones para darnos mayor seguridad.
Los nuevos espacios exigen también una mayor dedicación en la conservación, aspecto totalmente lógico. Pero es un coste que la sociedad debe asumir si quiere tener nuevos espacios verdes.
Estas sencillas reflexiones no deben ocultar que detrás de la recuperación de los ríos en las zonas urbanas debe haber la participación de equipos multidisciplinarios que analicen y resuelvan correctamente todos los aspectos involucrados, que como hemos apuntado son muchos y muy variados. Sin lugar a dudas, los aspectos más importantes son los relacionados con la seguridad de las personas, debiendo resolver correctamente la estabilidad de las infraestructuras y la fiabilidad de los sistemas de protección que se implanten.
No debemos olvidar los condicionantes administrativos que aplican en estas actividades. Estamos hablando de la ocupación o uso de zonas inundables y siempre será preciso que las autoridades responsables aporten su autorización. Es evidente que esta autorización debe basarse en la normativa vigente, que lo ha de permitir. En los últimos años hemos asistido a un cambio radical de la gestión del riesgo de inundaciones, pasando de la protección absoluta a la gestión del riesgo y la necesidad de convivir con él, promocionado este cambio por la Directiva de Inundaciones de 2007.