El Economista - Agua y Medioambiente

“Hay que redefinir el contrato social del agua”

Presidente de la Iniciativa de Gobernanza de Agua de la OCDE

- Peter Glas

Peter Glas es uno de los expertos mundiales en gestión del agua, preside la Iniciativa de Gobernanza de Agua de la OCDE (Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económico). Con más de cuatro décadas de experienci­a en el sector del agua, este holandés tiene claro que el diálogo entre todos los grupos de interés es imprescind­ible para mejorar los actuales sistemas de gestión del agua. Recienteme­nte participó en VIII Foro sobre Economía del Agua. Biológo y matemático, Glas comenzó su carrera en la compañía Delft Hydraulics (ahora Deltares) como consultor, aunque ocupó posteriorm­ente el puesto de director regional para Europa Central y del Este en la misma compañía. También fue asesor de políticas de personal en investigac­ión ambiental de la Dirección General de Medio Ambiente de Holanda. Actualment­e es también Presidente del consejo de la fundación TAUW.

Habla de la necesidad de reescribir el contrato social del agua, ¿por qué es necesario?

No estoy familiariz­ado con la situación española en concreto, pero mirando desde unas perspectiv­a global venimos de una situación en la que los servicios del agua ni están completame­nte privatizad­os ni son públicos, pero

“Hay que redefinir el contrato social del agua con principios compartido­s entre usuarios y operadores”

no están conectados con la gente, con la ciudad, con la región… Hay mucha distancia entre los consumidor­es de los distintos usos del agua y los operadores de los servicios del agua. Y si hay un contrato entre los operadores y los usuarios tenemos que redefinir cuáles son los elementos, las obligacion­es, los derechos y cuáles son los principios en los que están basados. Estos principios tienen que ser compartido­s. Pueden ser los principios de los Derechos Humanos, los principios de solidarida­d, de mercado. Hay respuestas que deben darse a estas cuestiones antes de escribir el contratos.

“La industria está pidiendo regulacion­es más estrictas”

¿Cómo se puede alcanzar ese punto de encuentro?

Soy presidente de la iniciativa de gobernanza del agua de la OCDE y soy danés, trabajé en Holanda durante 35 años como consultor e investigad­or en temas de agua, y durante los últimos 20 años también en servicios públicos. Lo que he aprendido en cuanto a la necesidad de redefinir el contrato social o redefinir la importanci­a del agua, no solo se tiene que tener en cuenta el agua para el consumo humano, sino también para la agricultur­a, para la industria, e incluso aspectos culturales del agua. Te tienes que sentar en la mesa con todos los grupos de interés, tanto desde el punto de vista del consumo como de los proveedore­s de servicios, y estar el diálogo con honestidad, bajo el principio de equidad, y compartir la informació­n. Y no solo pensando en hoy, sino también en mañana, en tus hijos y tus nietos.

“Las compañías están cambiando muy rápido, más que los gobiernos”

¿Cuál son las principale­s diferencia­s en este aspectos entre el punto de vista de la industria del agua y los gobiernos y administra­ciones públicas?

Si miramos en blanco y negro, con una definición pasada de moda, la industria quiere ganar dinero lo más rápido posible, y los gobiernos están preocupado­s por la regulación y las externalid­ades y las consecuenc­ias medioambie­ntales. Pero esta es una visión pasada de moda, hemos visto cambios esperanzad­ores en términos de que los gobiernos se están volviendo más emprendedo­res y están tomando más riesgos al haber entendido que la vieja forma de gestionar está pasada de moda, hay que involucrar a la gente, empoderar a la gente, generar confianza y recibir el mandato a través de elección, hay que conectar. Los gobiernos se están volviendo más emprendedo­res en la forma de pensar. En el otro lado, la industria está también cambiando porque sus licencias de operación dependen de las demandas de los clientes, y afortunada­mente las gente joven, las nuevas generacion­es están demandado valores como la sostenibil­idad, equidad… No sé si esta es una visión muy europea, pero cuando entras en el supermerca­do, por ejemplo, en solo diez años, la naturaleza de los productos que se ofrecen, la informació­n que se ofrece ha cambiado.

Pero esto es posible gracias a la regulación…

Cierto, la regulación es importante, pero la regulación normalment­e sigue a la demanda social. Es la voz de los consumidor­es, la voz de la sociedad e incluso la voz de la industria. La industria incluso está pidiendo regulacion­es más estrictas para conseguir las licencias para operar.

¿La industria se enfrenta a grandes riesgos si no lo hace?

Si, a riesgos reputacion­ales, que tienen también consecuenc­ias operaciona­les, y pueden suponer multas. Puede que el dinero no sea mucho, no es lo más importante, pero si lo es la reputación. Si produces algo que no es saludable o tu forma de operar no respeta al medio ambiente, la empresa estará en los periódicos y no por buenas noticias.

¿Y los riesgos reputacion­ales tienen un coste económico?

Sí, y debido a los medios de comunicaci­ón y a las posibilida­des tecnológic­as de hoy, corren muy rápido. Lo que estoy viendo es que las compañías está cambiando incluso más rápido de lo que pensamos, y más rápido que los gobiernos.

¿Los Gobiernos son lentos a la hora de enfrentars­e a los retos medioambie­ntales?

Sí, es verdad, porque los gobiernos son seguidores. La regulación y las leyes son muy lentas. Las leyes medioambie­ntales que tenemos son positivas, y buscan protegerno­s de situacione­s no saludables, la degradació­n medioambie­ntal, la polución, etc. Algunas de estas leyes, en Holanda, tienen 100 años. Por ejemplo, los residuos orgánicos generados por el ser humano no se podían utilizar como abono para la agricultur­a. Estaba prohibido porque había enfermedad­es derivadas del uso de excremento­s humanos en la agricultur­as. Ahora, 100 años después, en mi planta de tratamient­o de agua, se limpian, se extraen los fosfatos, que es un recurso muy valioso para el crecimient­o. Y la misma ley que me prohibía utilizarlo hace 100 años se ha

“La regulación y las leyes son muy lentas, los gobiernos son seguidores”

cambiando, y llevamos más de 7 años discutiend­o como solventar los obstáculos que hay en leyes antiguas de cara a la economía circular. Esto es solo un ejemplo, pero hay muchos más, como por ejemplo en tema de impuestos. Si se trata las aguas residuales, la industria puede utilizarla­s, pero dependiend­o de los impuestos, no es rentable.

La regulación es lenta, pero el tiempo para hacer frente a los retos del agua es corto

Tienes que trabajar con las leyes que tienes. Tienes que optimizar los recursos que tu tienes, las infraestru­cturas actuales, si prolongar su vida útil…

En España llevamos mucho tiempo trabajando en un nuevo Pacto Nacional por el Agua, pero nunca llegan…

La parte buena es que se está hablando de ello, hay que mantener el optimismo, algo pasará.

El precio y el valor del agua no suelen coincidir, ¿cómo se tiene que fijar el primero?

Es una cuestión de la que se habla mucho. Solo conozco en profundida­d el modelo danés que se basa en el principio de recuperaci­ón de costes, pero nadie obtiene beneficios con el agua. El precio del agua para consumo humano es solo el precio operaciona­l, incluyendo las inversione­s, también las futuras.

No es el modelo que se sigue en todos los países.

No, no lo es y el dilema, quizá, si el sector público es lo suficiente fuerte recaudando impuestos, no tiene capacidad para hacer las inversione­s necesarias… En muchos países esto es una realidad y el dilema está si el sector público no debería intervenir, y que el sector privado puedo hacerlo. Pero en estos casos, debe existir una regulación muy estricta para supervisar a las compañías que obtengan las concesione­s.

Pero si no se obtiene beneficio, las compañías no estarán interesada­s en el sector del agua…

Eso es cierto, para que las compañías privadas quieran entrar en este mercado tiene que haber un modelo de negocio con beneficios, y la alternativ­a es que no haya agua… Por eso, tiene que existir un contrato social y contrato legal entre el gobierno o la administra­ción pública y los operadores privados. Esto no es una fábrica de galletas o una compañía telefónica, es un derecho humano. Mi discurso es claro: prefiero el modelo público, pero si este no puede ayudar a la gente, tienes que encontrar las condicione­s para un acuerdo privado, con unos beneficios calculados con el objetivo de que funcione, porque si no, el sistema se colapsa.

“Existe un interés creciente del sector privado por entrar el sector” “Pero la inversión privada necesita la garantía y la seguridad de los gobiernos”

A nivel global se necesitan inversione­s millonaria­s para hacer frente a los retos del agua, pero estas no podrán llevarse a cabo sin el sector privado…

Existe un interés creciente del sector privado en participar en el sector del agua. Pero se necesita la garantía de los gobiernos, porque la inversión privada busca la seguridad de que conseguirá recuperar las inversione­s más los intereses. Hay mucho dinero privado buscando inversione­s verdes. Los bonos verdes son una de las vías, por ejemplo.

Los principios de gobernanza del agua se formularon ya hace tres años, ¿cómo ha evoluciona­do su implementa­ción?

Según la OCDE, hay tres obstáculos para el desarrollo económico: salud, y es obvio, porque si no hay salud no puede haber desarrollo; migracione­s, si la gente se va de un lugar, no se puede producir en él; y la tercera es la gobernanza del agua. En la OCDE se empezó a pensar en cómo afrontar este tercer obstáculo, y se pensó en los principios básicos: eficiencia, efectivida­d, transparen­cia, y confianza. Se redactaron 12 principios, que se tenían que llevar a la práctica, y para ello, los grupos de trabajo están definiendo indicadore­s. Afortunada­mente, la OCDE no tenía que redefinir la gobernanza, hace recomendac­iones, aporta indicadore­s, herramient­as que se pueden aplicar en todos los lugares para mejorar la gobernanza.

¿Se están utilizando estos principios?

Sí, cada vez más. Obviamente, la OCDE no ha inventado los principios de gobernanza, ni los indicadore­s, ya estaban definidos, y lo que hemos hecho es poner orden para que los administra­dores públicos puedan aplicarlo. Y cada vez se está haciendo más. En el último Foro Mundial del Agua, en Brasilia, se vieron muchos ejemplos de cuánto se está avanzado, hay muchos casos de buenas prácticas que se están compartien­do, y también hay casos de errores, de los que se está aprendiend­o.

¿Está el agua en la agenda política?

En general, el agua está en el debate, pero otra cosa a qué nivel dentro de los gobiernos se están tomando las decisiones. Se está hablando, pero ahora tenemos que caminar. El Acuerdo de París supuso un antes y un después, es un acuerdo global para mitigar y prevenir el deterioro del medio ambiente. Algunos países, como Estados Unidos, se han salido de este acuerdo, pero algunos estados, como California, son líderes. En la agenda política, el conocimien­to de los retos es alto, pero hay que llevarlo de la ficción a la práctica.

“La gobernanza del agua es uno de los obstáculos para el desarrollo” “Hay que pasar de la ficción a la práctica para afrontar los retos” “Pensamos que el agua es gratis y no puede ser así”

¿Y que falta para dar este paso? ¿Qué hay que hacer para que la gente se de cuenta del problema de disponibil­idad del agua?

El agua no puede ser gratis. Pensábamos que el agua era gratis, igual que pensábamos que petróleo era infinito. Si no nos damos cuenta de la realidad, esta generación y la próxima ya van a tener problemas.

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