El Economista - Agua y Medioambiente
Resiliencia: agua y ciudades
Directora de Proyectos Hidráulicos en Arup España
Amedida que la población mundial crece y se urbaniza, la gestión del agua en las zonas urbanas es fundamental para garantizar la seguridad, la salud y la prosperidad de las ciudades. El agua es una condición esencial para la salud humana, un catalizador del desarrollo económico, un ingrediente en la creación de espacios urbanos y un elemento de cultura, patrimonio e historia compartidos. El Foro Económico Mundial lo dejó en claro en 2014, “se espera que en todos los sectores aumente la demanda de agua y el mundo enfrentará un déficit global del 40 por ciento entre la demanda prevista y el suministro disponible para 2030”.
Las cuestiones relacionadas con el agua en las zonas urbanas son complejas, e implican sistemas superpuestos e interconectados y diversos conjuntos de actores. Los servicios de agua están determinados por consideraciones financieras y políticas, afectadas por el crecimiento urbano, la planificación del uso del suelo y la gestión ambiental. Las ciudades necesitan herramientas y enfoques que les ayuden a comprender qué es lo que impulsa la resiliencia al agua y cómo navegar por el proceso de construcción de esta.
Para ello, antes es necesario preguntarse, ¿qué significa que una ciudad sea resiliente a las consecuencias derivadas del agua? La resiliencia describe la capacidad de las ciudades para funcionar frente a las tensiones relacionadas con el agua, de modo que quienes viven y trabajan puedan sobrevivir y prosperar. En definitiva, una ciudad que puede superar las perturbaciones relacionadas específicamente con el agua y mitigar adecuadamente el impacto y tensiones en el sistema urbano de agua. Un ejemplo actual lo tendríamos con las infraestructuras urbanas que contribuyen al alivio de tormentas y prevención de inundaciones -tanques de tormentas, drenajes sostenibles, etc.- que entraron en funcionamiento el pasado 26 de agosto de 2019 en muchos municipios con la depresión aislada en niveles altos (DANA) que sacudió a España.
En este contexto, la resiliencia simboliza la capacidad de reacción de las ciudades para: proporcionar acceso a recursos hídricos de alta calidad para todos, proteger a los residentes de los peligros relacionados con el agua y conectarlos a través de la movilidad basada en el agua.
Además, dado que la resiliencia general de las ciudades, la resiliencia a las consecuencias derivadas del agua y la resiliencia del nivel de las cuencas son interdependientes entre
Los servicios de agua están determinados por consideraciones financieras y políticas, afectadas por el crecimiento urbano, la planificación del uso del suelo y la gestión ambiental