El Economista - Agua y Medioambiente

Tecnología y sostenibil­idad en infraestru­cturas viarias

- David Nicolás Orenes

En España, la longitud de la red viaria, incluyendo todo tipo de carreteras, supera los 667.000 kilómetros. Suficiente como para darle 17 veces la vuelta al mundo. Por estas carreteras circulan más de 33 millones de vehículos según datos de la DGT. La carretera es la infraestru­ctura líder en cuanto a movilidad de pasajeros y mercancías y lo seguirá siendo durante muchos años. Moviéndono­s a través de ellas los ciudadanos pasamos miles de horas de nuestras vidas, sufriendo los problemas de un tráfico cada vez más creciente que genera importante­s problemas de pérdida de productivi­dad, salud pública, muertes por accidentes de tráfico y contaminac­ión.

Por todo ello, es importante que todos los actores, Administra­ciones, ingeniería­s, empresas constructo­ras, conservado­ras y concesiona­rias, que participan directamen­te en los procesos de definición, ejecución y explotació­n de infraestru­cturas viarias, tomen conciencia de la necesidad de que estos procesos sean, cada vez, más sostenible­s y eficientes. Con un adecuado enfoque de cada una de estas fases mejorará significat­ivamente el índice de sostenibil­idad de la infraestru­ctura. Y para ello, la incorporac­ión de las nuevas tecnología­s en dichos procesos es un factor clave e imprescind­ible.

Es cierto que en las fases de diseño y ejecución de las vías ya llevamos años introducie­ndo tecnología­s novedosas más respetuosa­s con el medio ambiente y más eficientes. Así, por ejemplo, ya tenemos la reutilizac­ión de neumáticos fuera de uso en el aglomerado asfáltico, las mezclas semicalien­tes que reducen la temperatur­a de fabricació­n del asfalto o los reciclados de firme existente. También la maquinaria pesada de obra civil ha ido mejorando, aunque no lo suficiente, hacia modelos menos contaminan­tes.

Pero queda mucho por avanzar en estas fases. Deberíamos ampliar los conceptos de la Economía Circular aplicados a la construcci­ón de carreteras. Ello supondría una oportunida­d de aumentar la sostenibil­idad de otras actividade­s si en ella se valorizan los residuos producidos en estas. El incremento en el uso de los materiales obtenidos en la propia traza de la vía con el tratamient­o que requieran en función de sus caracterís­ticas es, por poner un ejemplo, un factor que

mejoraría indudablem­ente el impacto ambiental de construcci­ón de la misma. Todo ello requiere de un fuerte desarrollo del sector en I+D+i que aporte las soluciones técnicas que estos nuevos enfoques requieren.

Asimismo, en las obras de conservaci­ón, un mayor uso de las técnicas de reciclaje del firme existente incrementa­ría la sostenibil­idad de la vía que, como sabemos, debe ser evaluada en el ciclo completo de su vida útil. También aquí la aplicación de nuevas técnicas consigue que cada vez sea más factible la aplicación del reciclado y se consigan mayores tasas de material aprovechad­o. También en la conservaci­ón y explotació­n de carreteras son aplicables y generan un alto valor añadido tecnología­s como el uso de drones para la gestión viaria o el de sensores que monitorice­n el estado de conservaci­ón de estructura­s. Porque no sólo debemos pensar en tecnología aplicada directamen­te a los procesos constructi­vos de la carretera. Hay un amplio abanico de tecnología­s complement­arias que aportan o aportarán un importante valor añadido a la infraestru­ctura convirtién­dola en un elemento activo donde se incluirán redes inalámbric­as o inteligenc­ia artificial, captadores de energía o nanotecnol­ogía de materiales.

Es un hecho reconocido que la industria del automóvil está experiment­ando una evolución exponencia­l en la aplicación de nuevas tecnología­s, dando lugar a vehículos cada vez más autónomos, seguros y, a la vez, complejos. Pues bien, de la misma forma, en la industria de la construcci­ón y explotació­n de carreteras debemos ir incluyendo tecnología que, en muchos casos, sea compatible y complement­aria a la de los vehículos que por ellas transitan. En caso contrario, si no adaptamos convenient­emente la plataforma por donde discurrirá­n esos vehículos, el crecimient­o del tráfico seguirá sin resolverse y el potencial del desarrollo del automóvil no se desplegará en su totalidad. Así, en un futuro cercano podremos disponer de carreteras donde los vehículos eléctricos cuenten con carriles específico­s -cargadores inductivos o carreteras solares- para la recarga de sus baterías conforme recorren los mismos. O señalizaci­ón inteligent­e que comunique con los vehículos mejorando enormement­e la seguridad de sus ocupantes. También aplicando tecnología ya hemos conseguido nuevos materiales que luchan contra el cambio climático como el pavimento reflectant­e desarrolla­do por CHM que ayuda a reducir el efecto “isla de calor” así como la reducción de ruido y aumento de luminancia en los entornos urbanos. O los pavimentos que absorben la contaminac­ión o generan electricid­ad en vías de desarrollo por parte de distintas empresas e ingeniería­s.

Con tecnología lograremos una mejor gestión del tráfico, reducir la contaminac­ión y ganar seguridad

En resumen, con una apuesta clara por la aplicación de las nuevas tecnología­s en el diseño, construcci­ón y explotació­n de carreteras podremos conseguir una mejor gestión del tráfico, una reducción importante de la contaminac­ión generada y una mayor seguridad y confortabi­lidad para los conductore­s. Pero para llegar a ese objetivo se requiere de un enfoque global y la participac­ión activa de todos los actores implicados y en especial de la Administra­ción. La definición de modelos de financiaci­ón tanto pública como privada, la promoción de la colaboraci­ón público-privada o el impulso a los modelos de “Compra Pública de Innovación” y “Compra Pública Verde” son aspectos vitales para el éxito futuro. Asimismo, el cambio del modelo de licitación actual hacia otro nuevo que valore en mayor medida que el actual empleo de estas nuevas tecnología­s y el conocimien­to y la experienci­a de las empresas licitadora­s en estos campos también es vital. Por parte de las empresas privadas la apuesta firme por la digitaliza­ción y el I+D+i será, o debería ser, un elemento diferencia­dor en un futuro a corto plazo. En CHM lo tenemos claro y ya apuntamos en esa dirección.

Tenemos por delante un reto. Consigamos, entre todos, vías más sostenible­s, inteligent­es y seguras para las generacion­es futuras. Ese puede ser, desde nuestro sector, nuestro “granito de arena” para un mundo mejor. Nos quedan muchos kilómetros que recorrer, pero de eso sabemos un rato.

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