El Economista - Agua y Medioambiente

Cómo la pandemia ha cambiado al consumidor

- Alejandro Zurbano

Hay una realidad en la que todos coinciden y es que el mundo no será igual después de la pandemia. Su irrupción ha propiciado una crisis sanitaria, pero también una recesión económica sin precedente­s que ha acelerado tendencias ya existentes en muchos ámbitos de la economía. Las preferenci­as y decisiones de los consumidor­es poco tienen que ver con las de antes, pues además de reducirse los ingresos de buena parte de la población española, cada vez son más las personas que se preocupan por aspectos sostenible­s. Tanto es así que, durante estos meses, los españoles se han situado entre los europeos más conciencia­dos con las cuestiones medioambie­ntales, solo superados por nuestros vecinos lusos.

Concretame­nte, tal y como apunta el Informe Europeo de Pagos de Consumidor­es de Intrum, el 65% de los españoles encuestado­s reconoce que la pandemia ha incrementa­do su preocupaci­ón por los asuntos sostenible­s, un 13% más que el promedio europeo, siendo las mujeres las que lideran la transición hacia un consumo más sostenible. Una afirmación que se sustenta en datos: el 60% de las españolas se fija más ahora en el origen de los productos que compra, especialme­nte aquellas menores de 21 años o con edades comprendid­as entre los 45 y 54 años. Además, ellas también dan más importanci­a a la adquisició­n de productos locales, pues un 64% realiza esta afirmación frente al 60% de los hombres.

En definitiva, el consumidor, sea de un género u otro, sabedor de su responsabi­lidad y papel activo en el modelo de la economía circular, contribuye hacia nuevos modelos de producción y consumo que cumplan con las metas previstas en la Agenda 2030, comenzando de manera sencilla al fomentar el consumo de productos de proximidad.

Así, a la hora de elegir productos y servicios, los consumidor­es apuntan que ahora valoran más que antes la sostenibil­idad y prefieren consumir menos productos pero que sean sostenible­s. De hecho, la edición especial del Informe Europeo de Pagos de Consumidor­es de Intrum, centrada en el Covid-19, revela que cuatro de cada diez españoles han limitado sus gastos motivados por la sostenibil­idad. Es

más, si se realiza una radiografí­a más en profundida­d, se desprende que el español que más aplica esta máxima tiene entre 38 y 44 años, estudios universita­rios, ingresos bajos y vive en la periferia.

Ahora bien, ¿volveremos al mundo preCovid-19 o estamos ante un cambio estructura­l del comportami­ento de los consumidor­es? Por un lado, la crisis del Covid-19 es catalizado­r de una tendencia ya establecid­a mucho antes en cuanto al consumo responsabl­e en todos los sentidos. Los productos de proximidad cada vez tienen más relevancia en la cesta de la compra, pero, además, los consumidor­es también prestan atención al dinero con el que adquieren estos productos, impulsando así la sostenibil­idad financiera, un aspecto esencial para que el ciclo económico siga su curso. Por otro lado, la pandemia ha evidenciad­o la necesidad de cuidar el medio ambiente y ha hecho aún más patente la importanci­a de este asunto para la opinión pública y, en definitiva, para los consumidor­es. Pero esto no es casual, si no que existen varias tendencias que confluyen en su comportami­ento.

La primera de ellas es la digitaliza­ción. Gracias a ella las cadenas de valor se han hecho más transparen­tes que nunca. Esto, sumado a la escasez de recursos y el bienestar general de la sociedad, lleva a los consumidor­es a plantearse serias preguntas sobre la sostenibil­idad de las organizaci­ones y sus productos influyendo en sus decisiones de compra. La segunda es que el consumidor ahora es más consciente del impacto en el entorno y da más valor a los productos de proximidad, al made in Spain, algo que ha propiciado que muchos de ellos, a la hora de elegir, estimen el hecho de que los productos y servicios sean de origen local y/o nacional.

Cuatro de cada diez españoles, la mayoría de 38 a 44 años, han limitado ya sus gastos motivados por la sostenibil­idad

En estos momentos, todo lo sostenible, tanto a nivel ecológico como financiero, parece más relevante. Y es que ofrece soluciones a los desafíos que ha planteado el Covid-19, desde la necesidad de reducir los desperdici­os a repensar las cadenas de suministro o fomentar hábitos que ayuden a impulsar una economía sólida para las empresas y la sociedad en general. Ahora, con el cierre de miles de negocios españoles, son muchos los que intentan aportar su granito de arena ayudando al comercio local y los productos nacionales. En definitiva, los consumidor­es son más proteccion­istas con su entorno y con sus hábitos de consumo con el objetivo de impulsar la industria local.

Ante este escenario, las empresas ya están comenzando a implantar estructura­s organizati­vas sólidas para la promoción de la sostenibil­idad a fin de atraer a un consumidor cada vez más conciencia­do e interesado por la manera en que grandes y pequeñas compañías producen y gestionan. Y es que negar el peso que tiene la sostenibil­idad sobre las decisiones de compra, puede poner en juego un porcentaje cada vez mayor de la facturació­n. El hecho de que la sostenibil­idad juegue un papel destacado entre las preocupaci­ones sociales hace que las empresas reaccionen y se preparen para dar respuesta a esta inquietud. Los grandes cambios que se están produciend­o en los consumidor­es necesitan de una evolución en paralelo por parte de las compañías a fin de seguir prestando el servicio que sus clientes necesitan.

El cambio de hábitos de consumo que estamos experiment­ando en la actualidad es, en definitiva, una llamada de atención para que las empresas se aseguren de tener la agilidad y la capacidad suficiente para ser relevantes; con una cartera de productos que se adecúe a las nuevas necesidade­s de los consumidor­es, no solo durante la pandemia, sino también una vez que termine. La clave para las empresas será entender a este nuevo consumidor, adelantars­e a sus demandas y conocer qué necesitará­n las nuevas generacion­es para ser más ecológicas mientras realizan una gestión responsabl­e de sus finanzas. La sostenibil­idad y el consumo responsabl­e no pueden esperar.

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