El Economista - Agua y Medioambiente
“La pelea contra el cambio climático no se reduce a una acción puntual; es un compromiso constante”
Un Pacto transversal por el Clima, sostenido sobre siete pilares que plantean ser motores de acción. Las fundaciones españolas han descrito el primer paso para unirse, independientemente de su actividad, en torno a un acuerdo transversal para pelear, de forma coordinada, contra el cambio climático
Tan sólo entre el 3% y el 5% de los fondos filantrópicos mundiales se dedican a luchas contra la emergencia climática y a fortalecer las bases de la justicia social. Con la conciencia de que a las sociedades del mundo les queda todavía mucho por lo que batallar para frenar el impacto del cambio climático, el sector fundacional en España ha dibujado un movimiento pionero para hacer frente a la crisis climática, proponiendo una alianza transversal y creando un foro común sobre la base de un Pacto abierto a las más de 8.000 fundaciones que operan en España.
Sin duda, la pandemia ha removido y espoleado cientos de actividades filantrópicas, aunque la iniciativa que acaban de presentar no es consecuencia directa de la situación provocada por el Covid-19
El origen de este Pacto lo encontramos ya
en diciembre del año pasado, en el Foro de Fundaciones y Sociedad Civil en el que Isabelle le Galo, la directora de la Fundación Daniel y Nina Carasso, realizó un llamamiento sobre el cambio climático. En 2019, España acogió la COP25 y, por entonces, esta ya era una iniciativa que contemplábamos porque en Europa ya existía un movimiento del sector filantrópico en relación con el cambio climático. No obstante, no cabe duda de que la pandemia nos ha hecho a todos replantear nuestras iniciativas y, quizá también, haya reforzado las conciencias.
¿Existen iniciativas similares en países de nuestro entorno? ¿Se está procurando establecer unas líneas de acción comunes con fundaciones y entidades que trabajan fuera de España?
En toda Europa se trabaja para que las acciones sean, efectivamente, coordinadas; aunque cada país marca un sello propio y especial, se procura que todas las iniciativas logrado con nuestro Pacto es un sello especial; en otros países nos miran con cierta envidia porque hemos conseguido un tono distinto por su vocación colaborativa.
Hemos tratado de elaborar un texto más sentido, un texto con el que todos nos pudiéramos implicar. Tanto la forma como el fondo tienen un tono distinto, y con esto conseguimos configurar un punto de partida al que rápidamente se suman fundaciones de diferente ámbito.
Desde la primera firma, que congregó ya a 45 fundaciones, una vez que hemos empezado a comunicar nuestras bases y a invitar a otras a que se adhieran a la iniciativa ofreciéndonos información de sus acciones, hemos logrado sumar 100 más al proyecto.
Lo que esperamos es que, en las próximas semanas y meses, este Pacto lo firmen todas las fundaciones españolas, no sólo las que
“La pandemia nos ha obligado a todos a replantearnos nuestras iniciativas y ha reforzado las conciencias”
der a las fundaciones que su comportamiento debe ser revisado para adaptarlo a unos modelos concretos de trabajar. Esa es la base para todo lo demás, generar una conciencia trasversal. Asimismo, el compromiso de recursos ayuda a sostener el primero de los pilares. La innovación en la forma de trabajar ayudará a cambiar los usos y costumbres, y la inversión de forma responsable también fortalecerá el resto de las líneas.
Todos los pilares están interconectados, y se completan con una información transparente que sirve, además de para mostrar de forma cristalina todas las actividades, para permitir que todas las organizaciones puedan fijarse en lo que hacen las demás y poder asumir ejemplos positivos.
Por último, el pilar que apunta a la necesidad de continuar con el empeño quiere sentar la base que apunta a que la pelea contra el cambio climático no se reduce a una acción puntual,
En definitiva, ahora se trata de trabajar en el desarrollo de ese Pacto que entre todos hemos consensuado dotándolo de recursos concretos para poder establecer un plan de acción que desarrolle los pilares, apelando sobre todo a las fundaciones con más recursos para que participen de forma más decidida en su dotación.
Las actividades de las fundaciones pueden variar de forma muy relevante. No obstante, ¿en qué líneas comunes plantean que se puede trabajar?
Los siete pilares colocan la base, pero pueden traducirse en acciones concretas referidas a cuestiones concretas. Por ejemplo, marcando como objetivo la descarbonización, todas las fundaciones pueden analizar y adaptar sus inversiones en eventos y actividades persiguiendo ese fin.
Nuestro objetivo inmediato es desarrollar los recursos para que esos pilares tengan
“Percibimos la intención de cambiar y ahora, todas las fundaciones, debemos concretar cómo hacerlo”
todas ellas y mostrando a las que todavía tienen camino por recorrer cómo hacerlo, pudiendo fijarse en las que estén ya más adelantadas.
Las fundaciones que no están centradas en la acción por el clima, ¿cómo podrían empezar a implicarse?
Las fundaciones que están ya comprometidas con el cambio climático y con asuntos medioambientales, porque es esa su línea de acción, tienen este compromiso asumido desde el inicio, pero es cierto que otras fundaciones que dedican sus esfuerzos a otras actividades pueden entender que este asunto no les compete. Nuestro trabajo es también hacer entender a todas las entidades que esta lucha nos implica a todos, de forma individual y colectiva. Por eso, a muchas fundaciones quizá más pequeñas procuramos mostrarles cómo, con pequeños gestos, pueden adherirse a las máximas que defendemos en el Pacto.
España es uno de los países que sufre más el cambio climático. ¿Qué acciones concretas cree que se deberían empezar a implantar para frenar estos efectos?
A título personal, y después de participar de todas las reuniones que han alumbrado este Pacto, creo que un primer paso fundamental es generar la conciencia de que, independientemente de a qué nos dediquemos o cuál sea nuestra rutina, el cambio climático nos afecta a todos. Como ciudadanos, consumidores, trabajadores de fundaciones, de empresas. Esta es una lucha común.
Por todas las vías recibimos las ideas en forma de amenaza; la Agenda 2030 nos invita a actuar ya porque, nos aseguran, queda muy poco tiempo para tomar medidas y salvar la situación. Creo que lo más importante es trabajar para que todos los ciudadanos entiendan que este es un asunto muy serio y que cualquiera puede describir un gesto con el que colaborar.
“Debemos trabajar para conseguir que las fundaciones que entienden estas metas como ajenas se sientan concernidas”