El Economista - Agua y Medioambiente
Innovación y tecnología para una gestión más eficiente del agua
España atraviesa un periodo de sequía excepcional y el déficit de precipitaciones se acumula mes a mes. El año hidrológico 2021-2022 se cerró como el tercero más seco desde que hay registros y el 2022-2023 concluyó el pasado 30 de septiembre con un 12% de precipitaciones por debajo de la media histórica, convirtiéndose de esta manera en uno de los que menos lluvia han acumulado en casi un siglo.
La falta de precipitaciones y las olas de calor han llevado las reservas de agua de los embalses al 35% de su capacidad, según los datos reportados por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico a finales del pasado octubre.
La situación es especialmente grave en algunas zonas de Andalucía y en Cataluña. En esta última comunidad autónoma, las reservas de agua apenas alcanzaban el 20% de su capacidad a finales de octubre, según la Agencia Catalana del Agua.
En Cataluña, las restricciones aprobadas el pasado mayo en el uso del agua afectaban a 495 municipios, que sumaban una población de 6,3 millones de habitantes, y actualmente el gobierno presidido por Pere Aragonès acaba de decretar la emergencia por sequía que afectará a las áreas metropolitanas de Barcelona y Girona.
Aunque el agua para uso doméstico apenas se ha visto afectada, recortando sensiblemente los litros de consumo individual de la ciudadanía al día, sí que se ha limitado su uso agrícola, industrial y para la limpieza urbana, además del riego de parques y jardines, ya sean públicos y privados, o el llenado de piscinas y otros espacios deportivos o lúdicos, entre otras medidas.
En definitiva, aunque en el hogar el impacto ha sido imperceptible, los ciudadanos sí que han sentido que los parques públicos están menos verdes o prácticamente nada y algunas actividades, como las agrícolas, han sufrido importantes pérdidas económicas.
Está por ver cómo evoluciona el actual periodo de sequía en España, y si las restricciones se amplían a otras zonas. No obstante, la emergencia climática que atravesamos nos llevará a que este tipo de episodios sean más habituales en los próximos años y, como sociedad, debemos estar preparados para ello.
En primer lugar, con la aprobación y puesta en marcha, cuando sea necesario, de planes de emergencia destinados a la gestión del abastecimiento en situaciones coyunturales y de escasez.
A tal fin, estos planes deben analizar aspectos como las infraestructuras de abastecimiento, la evaluación de los recursos hídricos disponibles, el cálculo de las demandas de abastecimiento y la operatividad de los sistemas, así como las medidas que deben adoptarse para mitigar los efectos de la sequía en las zonas afectadas.
Para hacer frente a una situación de emergencia, es necesario contar con experiencia y conocimiento en todas las fases del ciclo integral del agua: desde la captación de los recursos hídricos, pasando por el almacenamiento, transporte, distribución, tratamiento y de nuevo recogida, hasta su reutilización o su depuración.
En segundo lugar, es esencial detectar qué ámbitos de la gestión de los recursos hídricos tienen un gran potencial de mejora e invertir en ellos, como es el caso de la digitalización y el concepto de smartwater.
La sensórica y la gestión inteligente de activos hídricos puede ser un gran aliado, ayudando al mantenimiento preventivo de la red de suministro. Su buen estado es fundamental para evitar fugas y pérdidas innecesarias en un momento de escasez como el actual.
La sensórica y la gestión inteligente de activos hídricos pueden ser grandes aliados contra las sequías
Además, los avances tecnológicos y las innovaciones desarrolladas en los últimos años desde el ámbito de la ingeniería están optimizando y facilitando la gestión de todos estos procesos con resultados tangibles que reducen el uso.
Un ejemplo de ello son cuadros de mando y otras herramientas de business intelligence y visualización de datos, que muestran la situación de los recursos hídricos al instante e indican su nivel de criticidad, comparándolos con los umbrales a partir de los cuales se establecen las alarmas hasta el nivel de emergencia.
Finalmente, con una visión a largo plazo, una gestión eficiente de los recursos hídricos nos lleva a una planificación con años de anticipación.
Un correcto conocimiento de la demanda y el desarrollo de acciones e infraestructuras para abastecerla ha de ser la piedra angular de un sistema donde la sostenibilidad debe ser el eje prioritario.
La sostenibilidad entendida como la explotación responsable de un bien escaso, pero también de un uso responsable por parte de los ciudadanos y las empresas.
En definitiva, dadas las circunstancias en las que nos encontramos y teniendo en cuenta las previsiones a medio y largo plazo, será necesario activar diversas vías para proteger, conservar y reutilizar uno de nuestros bienes más preciados.
El cómo depende de nosotros y de las inversiones de impacto para desarrollar proyectos que den solución a la escasez de agua y las sequías, que posiblemente se agraven a causa del cambio climático.