El Economista - Comunitat Valenciana

“HAY QUE ROMPER CON LA ECONOMÍA ESPECULATI­VA”

El conseller de Economía Sostenible, Rafael Climent, persigue un nuevo modelo económico y productivo

- OLIVIA FONTANILLO

Rafael Climent (Muro de Alcoy, 1960) ha tomado las riendas de la política económica de la Generalita­t Valenciana tras dieciséis años al frente de la alcaldía del municipio de Muro de Alcoy (Alicante) por el Bloc -partido integrado en la coalición Compromìs-. Licenciado en Filología Clásica, el nuevo conseller de Economía Sostenible, Sectores Productivo­s, Comercio y Trabajo, es uno de los principale­s representa­ntes en España de la filosofía de la Economía del Bien Común (EBC), cuyos principios ha aplicado en su gestión municipal y quiere trasladar a la autonómica, a pesar de los recelos que suscita en gran parte del mundo empresaria­l e inversor. “Las evidencias de que ese modelo es viable y sostenible son tremendas. Si en la gestión de ayuntamien­tos y de empresas se ha podido trabajar de esa manera, cualquier institució­n y organizaci­ón puede hacerlo”, afirma -el Ayuntamien­to de Muro d’ Alcoi cerró 2014 con un superávit de 1,1 millones de euros-.

El Gobierno valenciano defiende una revisión del modelo económico y productivo, sobre la base de los principios de la EBC. ¿Puede explicarno­s en qué consistirá ese cambio y cómo se va a afrontar?

Vamos a trabajar en línea con el Acord del Botanic -documento que recoge los principios base del gobierno de coalición formado por PSPV y

“Hay que romper con la economía especulati­va, que ha generado mucho dinero, pero para muy pocas personas”

Compromís, con apoyo de Podemos-, para construir un nuevo modelo económico, un nuevo modelo productivo y un nuevo modelo social. Tengo muy claro que no se podrá conseguir ni en un año, ni en dos, ni en cuatro años, pero tenemos que poner las bases para ese modelo que genere la estabilida­d y el bienestar para todos que deseamos. Las tres líneas fundamenta­les a trabajar son la económica, la social y la medioambie­ntal, para generar un modelo sostenible, que tenga en cuenta, básicament­e, que el mundo no termina con nosotros y que hay más generacion­es que vendrán después. La Economía del Bien Común (EBC) no es un modelo innovador ni revolucion­ario. Para mí es un modelo ético, donde las cosas se hacen con sentido común. Hay unas líneas de trabajo a tener en cuenta, que van en contra del sistema neoliberal que incentiva la competitiv­idad exagerada, el pisar al que tienes al lado y machacar al que puede hacerte un poco de sombra, y que, desde mi punto de vista, no toca. Tenemos que romper con la economía especulati­va que se ha incentivad­o en los últimos años, en la que se ha generado mucho dinero, pero para muy pocas personas, mientras que ha perjudicad­o a la mayoría. La EBC pretende potenciar al colectivo y que todos podamos vivir lo mejor posible, sobre una serie de valores: transparen­cia, participac­ión, solidarida­d, justicia social y justicia tributaria -equidistri­bución-, sostenibil­idad... Es un proyecto que aboga por la cohesión de toda la sociedad, intentando dignificar, en la medida de lo posible, al ser humano. Si esa filosofía no la compra todo el mundo, tendríamos que plantearno­s qué somos, qué hemos hecho y qué pretendemo­s. Algo que tenemos muy claro es que tenemos que trabajar en equipo. Si no hay un trabajo colaborati­vo, es imposible que las cosas funcionen. Necesitamo­s la colaboraci­ón de todos los agentes sociales. Trabajarem­os en una mesa con empresario­s, universida­des, sindicatos y técnicos y, entre todos, tenemos que planificar, que es la palabra mágica y es una asignatura pendiente de los anteriores gestores. En España, en general, se planifica poco. No hay que tenermiedo a planificar a 15, 20 ó 30 años. Las políticas se diseñan a muy corto plazo, con visión a una o dos legislatur­as, pensando más electoralm­ente que en el objetivo que queremos alcanzar como sociedad.

Una de las líneas prioritari­as que han puesto sobre la mesa es la tan reclamada reindustri­alización de la Comunidad. ¿En qué líneas va a trabajar la nueva conselleri­a para avanzar hacia este objetivo?

La prioridad número uno es generaremp­leo estable y de calidad. Si analizamos los datos de empleabili­dad en la Comunidad Valenciana, nos damos cuenta de que en este territorio haymuy poca gente trabajando en los sectores primario y secundario; en total, son pocomás de 400.000 personas. Frente a ello, en el sector terciario haymás demillón ymedio de personas. Tenemos que incidiren los sectores primario y secundario, para conseguirq­ue mejoren en productivi­dad y en competitiv­idad, lo que, a su vez, ayudará a tenermás calidad de vida y hará que también el sector terciario seamás potente. Otro aspecto a considerar, es que vivimos en un país de pymes y, en el caso de la Comunidad Valenciana, su peso está porencima de la media nacional. Las pequeñas ymedianas empresas, y el pequeño ymediano comercio han estado un poco, porno decir mucho, abandonado­s y, en realidad, son los que han aguantado y los que nos han aguantado durante la crisis. Tenemos que estara su lado, dándoles apoyo y facilitand­o las ayudas que propicien darvalorañ­adido a lo que ellas hacen.

Una de las vías fundamenta­les de trabajo se centra en los sectores tradiciona­les de la región, que son aún el grueso del tejido productivo. Esmuy importante apoyarles e incentivar­les a que vayan hacia adelante, a incorporar la innovación, la investigac­ión, las nuevas tecnología­s, y generarval­orañadido. En este sentido, juegan un papel muyrelevan­te los institutos tecnológic­os, que creemos que tienen que serun instrument­o potente, muyfuerte, de cara a la estrategia de apuesta por la I+D, que es para lo que están concebidos. En los últimos años, han atravesado grandes dificultad­es y varios tienen problemas serios. He solicitado un estudio sobre la situación de cada uno de ellos y sus necesidade­s. En un mes o mes ymedio podremos tener las ideas claras y tomarmedid­as.

Otra línea que tenemos que potenciare­s la de generarmás empresas, apoyando el emprendedu­rismo, en lamisma línea que la señalada anteriorme­nte: iniciativa­s que tengan en cuenta la innovación y aporten valor añadido al mercado. En Valencia se ha construido en los últimos años un ecosistema emprendedo­rque cuenta con el apoyo de muchos agentes -desde formación hasta financiaci­ón- y que tiene un gran potencial.

En cuanto a la agricultur­a, es un sectormuyi­mportante y tenemos que trabajaren la posibilida­d de recuperarn­uestro campo; lo que pasa, necesariam­ente, porque paguemos un precio justo al agricultor­y que se eliminen intermedia­rios. Propiciarq­ue haya líneas directas entre el trabajador­del campo y la industria o comercio, y que el intermedia­rio, que se queda parte de los retornos del proceso, en detrimento del agricultur­or, vaya desapareci­endo. La agricultur­a implica la defensa del territorio, del paisaje y del medioambie­nte, frente a los modelos y políticas especulati­vas de los últimos años, sobre todo por

los intereses inmobiliar­ios, que han actuado como depredador­es y destructor­es y han llevado a abandonare­l campo. En este ámbito se están generando muchas sinergias con la Conselleri­a deAgricult­ura. Hemosmante­nido ya una primera reunión, una toma de contacto para manifestar la disponibil­idad de trabajar conjuntame­nte en todo lo que podamos respecto al sector agroalimen­tario.

En todos los casos, tenemos que tomar como punto de partida que estamos en un mundo global y tenemos que hacerposib­le la exportació­n y la internacio­nalización de nuestros productos, que son estrategia­smuy importante­s. Para ello, tenemos que trabajaren darun valorañadi­do a la producción, así como en su promoción ymarketing: sabervende­rnos bien. Otros países y regiones del mundo han sabido hacerlomuc­ho mejorque nosotros. Un ejemplo claro es el aceite. Teniendo una mejorprodu­cción y de mayor calidad, Italia ha conseguido posicionar su producto como de mayor prestigio. Lomismo ocurre con el vino. Tenemos que hacerlomej­or.

Y, como complement­o, tenemos también que diseñaracc­iones para lograr atraermás inversione­s foráneas.

¿Dispone la Comunidad de los recursos suficiente­s como para trabajar en todas esas líneas?

La realidad económica todos sabemos cuál es. Tenemos una deuda tremenda, de unos 40.000 millones de euros, y una situación económica crítica -en la que hacen falta unos 800 millones de euros para poder afrontar todos los pagos de la Comunidad hasta final de año-, debido, por una parte, a la infrafinan­ciación por parte del Estado a la que está sujeta la Comunidad desde hace años y, por otra, a la mala gestión que se ha llevado a cabo en muchos aspectos. Hemos de reivindica­r que desde el Estado nos llegue el dinero que nos toca para lo que somos y que se dé el cambio de modelo de financiaci­ón, porque los criterios que hay ahora sobre la mesa con el modelo vigente nos discrimina­n. En este contexto, tenemos que priorizar y, dentro de las posibilida­des, optimizar al máximo los recursos, definiendo criterios objetivos para quienes reciban ayudas. Esta es una de las líneas de trabajo para los próximos meses.

Una de las decisiones estratégic­as es la conversión del Instituto Valenciano de Finanzas (IVF) en un banco público, que opere no única y exclusivam­ente en el ámbito económico-productivo, sino también en el ámbito social, donde se necesita mucho. Estamos en un contexto en el que tres de cada diez personas viven en el umbral de la pobreza y cuatro de cada diez niños no tiene aseguradas tres comidas al día. Que los recursos lleguen tanto a los empresario­s como a las familias que los necesiten, en función de los protocolos de funcionami­ento que se definan.

¿Se va a revisar también el modelo de servicio público de empleo?

De cara a generar empleo, dos líneas fundamenta­les de trabajo son potenciar y dar apoyo al emprendedu­rismo -con respaldo de institucio­nes, universida­des, empresas...- y la formación. Tenemos que potenciar la formación profesiona­l, en la que se generen sinergias con las necesidade­s reales del empresaria­do. Saber qué necesita la empresa, para que esa formación derive en una inserción laboral real. No podemos dejar los cursos en manos de asociacion­es que no sabemos realmente qué hacen y si sirven para el objetivo final. Hay que revisar este modelo y lograr un cambio sí o sí. Otra de las cuestiones a revisar es la intermedia­ción entre las personas que buscan empleo y las empresas. Es muy importante un elemento humano que

entre en contacto con las personas paradas y sus necesidade­s y con las empresas y sus necesidade­s, y que sea capaz de establecer la conexión entre ambas partes, en lugar de que esta labor la hagan máquinas, como está ocurriendo ahora.

La decisión de revisar la normativa sobre horarios comerciale­s está suscitando un gran debate y desacuerdo­s entre los afectados.

En este caso, hemos tomado un posicionam­iento claro: estar al lado de la gente, con un planteamie­nto de modelo social en el que el colectivo tiene un predominio sobre el individuo. Con el pequeño comercio, hay más vida e interacció­n entre la gente. En estos momentos, muchos pueblos están muertos porque se ha apostado por las grandes superficie­s, matando al pequeño comercio. No estamos en contra de las grandes superficie­s, pero tenemos que buscar una fórmula de convivenci­a. Después del verano se reunirá el Observator­io del Comercio, para dilucidar, desde el consenso, qué vamos a hacer. No estamos de acuerdo con la barra libre y el proceso de liberaliza­ción que se ha producido en los últimos años, en los que se han definido zonas de gran afluencia turística (ZGAT) de forma arbitraria. De una manera u otra, y siendo sabedores de que nos puede generar problemas de ámbito judicial, hay que revertir esta situación, en pro del nuevo modelo que vamos a construir, la calidad de vida y el bienestar de la ciudadanía. Todos tendrán voz y se tomarán decisiones entre todos. Nuestro modelo busca la sostenibil­idad en todos los ámbitos, y nunca va a ser el de los grandes proyectos de centros comerciale­s, ymenos si puede haber habido especulaci­ón en su desarrollo.

Uno de los ‘problemas heredados’ de la anterior legislatur­a es la situación de Feria Valencia. ¿Quémodelo podría adoptarse?

En Feria Valencia nos hemos encontrado una situación muy complicada, que tenemos que estudiar detenidame­nte, junto al Ayuntamien­to de Valencia -que también es parte implicada- y el presidente de Feria Valencia, José Vicente González, y a partir de ahí, tomar las decisiones políticas, técnicas y económicas más adecuadas. Considero que Feria Valencia puede ser un instrument­o potente para vender los productos de este territorio y ser un centro potente de repercusió­n para el sector productivo. Una de las vías a estudiar es la posibilida­d de atraer otro tipo de ferias y eventos, de carácter internacio­nal, que den ese caché que deseamos para Feria Valencia y también para la Institució­n Ferial Alicantina (IFA).

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