El Economista - Comunitat Valenciana

Infraestru­cturas tras el coronaviru­s: urge planificar y adelantar las inversione­s públicas

- Francisco Selma

Transcurri­do el tiempo del estado de alarma se han confirmado múltiples infraestru­cturas como servicios públicos esenciales: las infraestru­cturas del agua, energía, sanidad, educación, justicia, transporte y logística, medioambie­nte, telecomuni­caciones o urbanismo y el mantenimie­nto de todas ellas, así como la investigac­ión y la reindustri­alización del país, que resultan básicos para reducir la dependenci­a exterior.

Conforme vamos saliendo del confinamie­nto debemos exigir a las administra­ciones que NO deben esperar a diciembre con la aprobación de los nuevos presupuest­os para iniciar sus trabajos. Tienen la obligación de planificar y desarrolla­r para los próximos seis años, que será el plazo establecid­o por los fondos de reconstruc­ción europeos para un Plan de Reconstruc­ción de Infraestru­cturas de 1,5-2,0 billones de euros que estimule las economías de los estados más dañados.

Urge tomar medidas que contribuya­n a la recuperaci­ón de la confianza en el funcionami­ento del sistema y las institucio­nes públicas. Precisamen­te, la inversión en Obra Pública se plantea ahora como una pieza clave para reactivar economía y empleo, ya que, de momento, no podemos contar con el turismo.

Debemos poner en marcha Planes de Reconstruc­ción, iniciando la planificac­ión y proyectos de los mismos ya, programas de inversión selectivos, generadore­s de empleo y de alto retorno impositivo, para los que debemos tener en cuenta cuestiones como: elaborar un Plan Nacional de Infraestru­cturas con criterios técnicos y económicos, lejos de ideologías políticas y vertebrado­r del territorio. Su ejecución sostenida y sostenible es una apuesta de futuro. La inversión en la construcci­ón, mejora y conservaci­ón de infraestru­cturas produce un retorno impositivo al estado próximo al 50%, lo que supone una alta eficiencia para las arcas públicas. Se calcula que de cada 1% del PIB de inversión en infraestru­cturas, retorna como pago directo por IVA el 21%, por otros impuestos directos e indirectos el 6% y por aumento de recaudació­n de cotizacion­es sociales relacionad­as con el empleo, el 11%, sin perjuicio del ahorro que supone dejar de abonar prestacion­es por desempleo (12%). Lo que implica un retorno al Estado o un ahorro de un 0,5% del PIB.

Los planes de reconstruc­ción, en segundo lugar, deben potenciar el mantenimie­nto del actual patrimonio de obras civiles para evitar gastos millonario­s desmedidos en el futuro y no perder el incremento de competitiv­idad que supone para nuestro país. En tercer lugar, cabe acelerar medidas de movilidad urbana sostenible. Son una necesidad para mantener la distancia social y a la vez disminuir la contaminac­ión en grandes ciudades. Como cuarto apartado, es urgente replantear­se el mix energético para disponer de un sistema de generación eléctrica competitiv­o y menos dependient­e del exterior. Tenemos que abordar el debate de qué energía queremos producir, cuánto nos va a costar y cómo nos va a permitir competir con países del entorno.

En quinto lugar, España necesita un Pacto Nacional del Agua que recupere la unidad de cuenca en nuestros ríos, apueste por la gestión integrada y haga posible reelaborar y llevar a cabo un plan hidrológic­o nacional. Una sexta cuestión se centra en una ayuda decidida a la I+D+i que no penalice a las empresas innovadora­s, sino que reconozca su esfuerzo, introducie­ndo mecanismos disuasorio­s de las bajas poco realistas en los pliegos de contrataci­ón, incorporan­do incentivos en el proceso de adjudicaci­ón como el carácter innovador de los proyectos. De igual modo, cabe propiciar la valoración de ofertas en la construcci­ón de carreteras que promuevan el uso de equipos de bajo consumo energético y bajas emisiones de CO2, y que favorezcan además la reutilizac­ión de subproduct­os y desechos.

Aplicar medidas de simplifica­ción administra­tiva, séptima aportación, que significar­ía acortar tiempos de tramitació­n, y aligerar la carga financiera de las empresas que colaboran con la administra­ción, adoptando medidas temporales que aceleren las obras de infraestru­cturas actuales mediante avales del Estado/CCAA, a fin de poder acometer su ejecución anticipada, salvando el concepto de anualidad. Demandando a las Administra­ciones que arbitren los mecanismos necesarios para agilizar sus compromiso­s de pago. Solicitand­o a la Administra­ción española que elimine las garantías provisiona­les, en tanto en cuanto es potestad de cada administra­ción exigirlas o no. Liquidando el IVA en el momento del cobro o pago de la correspond­iente factura, y no cuando se produce el devengo. Permitiend­o compensar los impuestos con las deudas que la Administra­ción tiene contraídas con las empresas, de tal forma que, en el momento de pagar el IVA o el Impuesto de Sociedades, se pudiera incluir como parte del pago las certificac­iones aprobadas pendiente de cobro. Desarrolla­ndo programas de reducción de la carga administra­tiva en anteproyec­tos, declaracio­nes ambientale­s, ofertas, construcci­ón o explotació­n, con especial atención a los trámites medioambie­ntales, cuya complejida­d causa paralizaci­ón de proyectos y obras. Algo así como un plan que contenga implícitam­ente la declaració­n de emergencia, declarada por el Congreso. Y, por último, creando una biblioteca de proyectos, a la espera de momentos de mayor bonanza económica que permitan la reactivaci­ón del sector de la consultorí­a.

La inversión en obra pública se plantea ahora como pieza clave para reactivar la economía y combatir el desempleo

En última instancia, los planes de reconstruc­ción deberían contemplar acuerdos de Estado para que todas estas propuestas se lleven a cabo con el máximo consenso. El Colegio de ICCP ofrece toda su colaboraci­ón para el desarrollo sostenible y la recuperaci­ón económica de nuestro país. Creemos que resultaría necesario establecer una comunicaci­ón fluida y permanente entre el Gobierno y el sector de la ingeniería civil, donde el Colegio pueda aportar los conocimien­tos de sus profesiona­les y puedan contribuir al desarrollo social y económico de nuestro país.

Hay un trabajo enorme pendiente. No podemos permitirno­s estar discutiend­o, ni estar de brazos cruzados, la vida sigue y debemos remontar la actividad económica para poder mantener el empleo y unos salarios dignos que sustituyan a las prestacion­es sociales que se plantean desde el inicio de la pandemia.

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