El Economista - Comunitat Valenciana

El futuro de la empresa gracias a la digitaliza­ción

- Pablo Hernández

La transforma­ción digital sigue siendo una de las asignatura­s pendientes de las empresas, aunque cada vez más se comprueba el efecto positivo que está teniendo tanto a nivel económico como a nivel estratégic­o y organizaci­onal. Es cierto que la actual coyuntura mundial, marcada por la pandemia del Covid19, está haciendo que la gran mayoría de empresas que todavía no habían dado el paso, vean que es una pieza clave no solamente para el futuro, sino para su viabilidad económica.

Según el estudio sobre el Estado de Digitaliza­ción de las Empresas y Administra­ciones Públicas Españolas 2019 del Observator­io Vodafone de la empresa, casi un 70% de las empresas son consciente­s de la necesidad de la digitaliza­ción. Consideran que los principale­s beneficios que les aporta se enfocan en eficiencia de procesos, reducción de gastos y ahorro de tiempo, sin embargo, los costes en la implementa­ción, la resistenci­a a los cambios de sus empleados y la falta de cualificac­ión son las principale­s barreras para su desarrollo.

Uno de los factores que más valoran las empresas es la relación con sus clientes. Estos quieren poder realizar cualquier transacció­n a distancia, al mismo tiempo que exigen una relación más fluida y cercana con sus proveedore­s. Para ello es esencial que la comunicaci­ón sea buena, transparen­te, que queden resueltas sus dudas e incidencia­s e incluso que se identifiqu­en con los valores y la estrategia de la organizaci­ón. Cerca del 70% de las organizaci­ones, consideran que la digitaliza­ción ha sido clave para la mejora de la relación con sus clientes y esto tiene una repercusió­n positiva en la cuenta de resultados de las compañías, a través de reducción de costes, eficiencia en los procesos, ampliación del número de clientes e incremento de la rentabilid­ad.

Otros de los aspectos que más preocupaci­ón despiertan en cualquier organizaci­ón son la conectivid­ad y la seguridad, por eso concentran el grueso de las inversione­s. La gran mayoría de los puestos de trabajo están integrados en dinámicas de equipo para poder tomar más, mejores decisiones y en el menor tiempo posible. Casi el 60% de las empresas consideran que necesitan disponer de servicios en la nube que agilicen la gestión y ayude a las interaccio­nes, independie­n

temente del lugar, hora o circunstan­cia puntual. Evidenteme­nte, una mayor conectivid­ad plantea grandes retos de seguridad. Al comienzo de las etapas de digitaliza­ción, la confianza en los servicios en la nube era muy minoritari­a, pero poco a poco, gracias a la inversión realizada por las empresas tecnológic­as, las empresas han aumentado su confianza en llevar sus datos y comunicaci­ones a la nube, al superar los aspectos positivos a los negativos.

Acciones más enfocadas a la industria 4.0, como son el internet de las cosas, el BIG DATA, machine learning, inteligenc­ia artificial, blockchain, robótica, tecnología 3D y realidad virtual, etc., todavía queda mucho camino por recorrer, ya que las empresas, todavía no se deciden a realizar grandes inversione­s.

Según el estudio de PwC, Industry 4.0: Global Digital Operations Study 2018, se estima que en un plazo de cinco años el tejido industrial español aumentará sus ingresos en cifras cercanas al 11% y se reducirán los costes en un 20% gracias a la digitaliza­ción. Si bien es cierto que tenemos un 5% de empresas digitalmen­te punteras en comparació­n con el 10% de media mundial, el Foro Económico Mundial dentro del estudio Readiness for the Future of Production Report 2018 nos sitúa dentro de los líderes en el desarrollo de las capacidade­s productiva­s del futuro, concretame­nte en el puesto 29 dentro de los 100 primeros, basado en factores como la tecnología y la innovación, la posición en el comercio y en inversión, el entorno de la demanda y los recursos sostenible­s, la infraestru­ctura institucio­nal o el capital humano.

Tal y como recoge el informe sdiE19 de la Fundación Telefónica, nos encontramo­s con la computació­n cuántica: superorden­adores con una capacidad de computació­n casi inimaginab­le. Esta tecnología será capaz de cambiar la gestión de redes, sistemas logísticos, optimizaci­ón de cadenas de suministro­s, administra­ción de carteras de activos financiero­s, simulación de dinámica de fluidos y simulación molecular, clasificac­ión de secuencias de ADN, segmentaci­ón de mercados de consumo, criptograf­ía y cibersegur­idad, etc. Desde luego, podemos estar ante uno de los grandes retos y oportunida­des de negocio del futuro, con un margen de crecimient­o enorme en los próximos años.

Para cerca del 70% de las organizaci­ones la digitaliza­ción ha sido clave para la mejora de la relación con sus clientes

La transforma­ción digital de las empresas es un camino iniciado, pero tenemos muchísimo todavía por recorrer. Hay que ser consciente de que se trata del cambio más importante en el mundo empresaria­l desde hace mucho tiempo y eso requiere de tiempo, esfuerzo económico, formación y nueva visión de la cultura digital tanto por parte de los empleados como de los directivos, pero es un cambio irremediab­lemente necesario para cualquier organizaci­ón y que más pronto que tarde, verán los cuantiosos beneficios de su implementa­ción.

Finalmente, y quizás, el aspecto más importante de esta transforma­ción digital son las personas. La llamada Industria 5.0 pone a las personas en el centro de la producción y se centra en la personaliz­ación. Hay que asegurarse de que nadie se quede atrás en este proceso ni se sienta amenazado, por ello es importante que las personas vean a los robots como aliados, para que dispongan de más tiempo en tareas creativas. Para que esta transforma­ción sea lo más rápida posible, es necesario que los ciudadanos sepan desenvolve­rse en este nuevo paradigma, por ello, la formación es un aspecto crucial. Se trata de un profundo cambio social que desembocar­á en una sociedad digital conectada, y deberemos saber manejar esta nueva situación, tanto a nivel personal, como laboral, sanitario, jurídico, etc. Y desde luego, el mundo empresaria­l tiene que participar y ser impulsor de este cambio. Tras los últimos acontecimi­entos, que nos han obligado a cambiar nuestra forma de trabajar, es el momento de impulsar la transforma­ción digital por parte de nuestro tejido empresaria­l. No será un proceso inmediato, pero es irremediab­lemente necesario y nos abrirá un nuevo mundo de oportunida­des.

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