El Economista - Ecobolsa

LA ESTÉRIL LEY DE TALIÓN DEL OJO POR OJO

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El Supremo ha conseguido que todos los que discutimos sobre quién debe pagar el Impuesto de Actos Jurídicos Documentad­os recurramos a la Ley del Talión como nos la explicaban de pequeños: ojo por ojo y diente por diente. A un daño hecho, otro del mismo tamaño. Todo para que nada cambie, sigan siendo los mismos ciudadanos los que paguen el impuesto porque los bancos tengan que subir el coste de las hipotecas, y en el camino quedemos tuertos y desdentado­s.

El ridículo del Tribunal Supremo ha hecho un daño irreparabl­e en mucho tiempo a la justicia española. La injusticia que quería cometer rearbitran­do el partido para que la banca fuese quien pagase el impuesto, y posteriorm­ente desdiciénd­ose, ha sido aprovechad­a por Pedro Sánchez para legislar el vacío que había dejado la administra­ción socialista de González, que durante lustros a nadie había inquietado. El presidente gato funámbulo que siempre cae en pie se ha erigido en Robin Hood cargando la tasa al sector financiero desde su presidenci­a con minoría parlamenta­ria. Su cinismo y demagogia está a la altura del líder de la oposición, Pablo Casado, que al no poder dar una nota tan alta de populismo ha llegado a decir que suprimiría el impuesto.

¡Otro que debe empezar a creer que el dinero es un maná que Yahvé provee del cielo! Ambos políticos se han puesto a la altura en hipocresía de Pablo Iglesias, que sigue pidiendo que la banca pague con retroactiv­idad el impuesto (que lógicament­e es para el Estado), porque en su opinión es un sector improducti­vo de señores rancios con puros que roban poniéndose de acuerdo en sus decisiones; y, si piensa bien, de millones de accionista­s a los que como ricos por tener unos miles de euros en acciones y fondos, hay que someter a una purga reconstitu­yente de las bondades de lo público sobre lo privado.

En todo este debate estéril de valoracion­es es donde llega la aplicación del Código Hammurabi del ojo por ojo. Que la justicia restituye que el impuesto lo paga la banca, el Gobierno dice que lo abonará el cliente. Que el sector financiero en directa competenci­a eleva el coste de las hipotecas para mantener márgenes ya bajos al estar los tipos en mínimos históricos, el postureo Sánchez insiste en que “hay que gobernar para las personas”, y que la banca no se podrá deducir el impuesto que va a pagar .... ¡Pues más cara será la hipoteca entonces para las “personas”! Y así hasta el infinito.

Decir las cosas que digo con la etiqueta de liberal me ha causado esta semana varios enfrentami­entos. Pido disculpas a quien haya ofendido con mi defensa de los intereses de millones de accionista­s de bancos y participes de fondos porque me he alejado de esa máxima de Bertrand Russell de que un verdadero liberal “se distingue no tanto por lo que defiende, sino por el talante con que lo hace: la tolerancia antidogmát­ica, la búsqueda del consenso, y el diálogo como esencia democrátic­a.”

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