El Economista - Ecobolsa

“Después de caídas del 20%, en dos años suelen venir subidas del 60-70%”

- Por Joaquín Gómez

El padre de la inversión ‘value’ en España explica que estamos en un momento clarísimo para buscar oportunida­des, y porqué la esencia de lo que hace es comprar firmas que caen un 70%-80% mientras refirma sus ideas cuando la gente cree que hay que vender Arytza, Renault, Técnicas...

Francisco García Paramés ha aportado a la inversión española lo que Ferrán Adrián a la cocina. Su nombre causa admiración y reverencia, y son muchos los que se declaran seguidores de su religión en la búsqueda de valor debajo de las piedras. Sus secretos de cocina los esconde y no los desvela, pese a escribir sus experienci­as en Invertir a largo plazo (Deusto) o fomentar la formación a través de Value School. Sus enseñanzas: 15 por ciento de rentabilid­ad anualizada desde 1992. Encontrar cosas que están baratas y entender por qué. Ir contra nuestra propia naturaleza para hacer algo diferente. Minimizar la macroecono­mía porque depende de factores políticos que son impredecib­les. Aplicar el sentido común a la inversión. Entender que no hay que ser un gran matemático para comprar compañías. Migrar de lo barato a la calidad. Su regreso al mercado con Cobas, sufriendo la esencia del value, que es perder más en momentos altos del ciclo, le provoca pérdidas que solo el tiempo dirá si le han desviado del camino de la inversión más recto que se ha trazado en España. Una trayectori­a que obligaba a que fuera el primer entrevista­do en la I Jornada de la Gestión Activa de elEconomis­ta en la Bolsa de Madrid.

La rentabilid­ad de los fondos de Cobas asusta en el momento actual –ver gráfico página 14–. ¿Espera la misma recuperaci­ón que como cuando en 1998 arrancó el ‘Bestinver Internacio­nal’, perdiendo en el primer año un 15 por ciento mientras el mercado hacía un 15 por ciento arriba. ¿Arrancar la cartera en un final de ciclo o un ciclo finalista ha sido un problema?

No, realmente no. Desde el primer día tenemos una cartera que está a PER [veces que el beneficio está recogido en el precio de la acción] de 8 veces. Incluso creo que tuvimos un poco de suerte, porque en 2015 estábamos en pico. Esa sensación de final de ciclo ya no existe y hoy todavía hay más valor que cuando empezamos hace dos años, porque en Europa, que es donde más nos gusta mirar, hay valores que han sufrido y están muy atractivos. Hay mucho valor en el mercado y en España se puede hacer una cartera estupenda. Mi experienci­a es que en las cuatro ocasiones que hemos tenido una caída del 20 por ciento –en 2008 del 50 por ciento–, las recuperaci­ones han sido del 60 a 70 por ciento al cabo de dos años. Son momentos clarísimos de buscar oportunida­des interesant­es en el mercado.

¿Cuándo se va a producir la caída idónea para el ‘value’?

Ni idea. Al final, siempre se notará que unas compañías cotizan a PER 50 y otras a 8. La historia siempre ha sido así y va a seguir siéndolo. Estamos al final del ciclo alcista, que es malo para los inversores value, lo ha sido siempre, lo fue en 1998-99, en 2006-2007, y digamos que en los dos o tres últimos años.

¿Comprar a la baja es algo que está en el ADN del inversor o es algo que se puede aprender?

Normalment­e está en el ADN. No es fácil comprar algo que cae un 20 por ciento y seguir comprando. Te cuestionas si te has equivocado. Y la respuesta a eso es lo más difícil que hay. La decisión de vender o incrementa­r la participac­ión es la gran decisión. Es donde se hacen las trampas de valor o es donde puedes ganar mucho dinero. Nosotros hemos tenido de todo. Hemos ido promediand­o a la baja y, cuando tienes caídas del 80 por ciento, es cuando dices: creo que nos hemos equivocado. Y ya es tarde para rectificar el error. También hay compañías que han caído un 80 por ciento en las que se ha acabado multiplica­ndo por siete la inversión. Es difícil distinguir entre las BMW, nuestra mayor inversión a lo largo de los años (en 2009 las preferente­s cotizaban a 11 euros y llegaron a cotizar a cien euros), y la firma de distribuci­ón textil alemana Escada, donde perdimos toda la inversión.

¿Cuando el inversor español ve a los bancos españoles a PER 8-9, puede pensar que están ya baratos y como como dice José Ramón Iturriaga (Abante) “hay que estar dentro para cuando se imponga la razón”?

A mí no me gustaban, pero llevamos dos o tres años, desde la quiebra de Bankia, en los que pensamos que es un sector en el que hay que invertir. Tenemos posiciones en dos bancos, Bankia y Unicaja. Bancos sencillos de analizar. No invertimos en bancos fuera de España, porque es muy difícil de entender la cultura que tienen y, en una sociedad tan apalancada, si no entiendes muy bien lo que está pasando, no tiene sentido invertir. Bankia y Unicaja están baratas. Estamos con tipos de interés al cero por ciento, y subirán. Es algo que pasará. No sabemos si en uno o en seis años, pero pasará. Mientras tanto, las compañías van ganando dinero, las estamos comprando por debajo de su valor en libros y estamos en un momento en el que nunca ha habido una regulación tan nefasta y una imagen pública tan negativa para la banca, que solo se puede mejorar. O los nacionaliz­an o mejora su imagen. Después de la experienci­a de las cajas semipúblic­as no sé si alguien en su sano juicio piensa en esa opción absurda. Hay pocas probabilid­ades de que pasen cosas negativas por la parte de la regulación. En el ciclo sí, pero vemos que el sector inmobiliar­io, que es el gran peligro, no se ha movido por el lado de la producción.

¿Los movimiento­s corporativ­os entre ambos bancos los incluyen en la presencia de Bankia y Unicaja en cartera?

No. Si hay operación, fenomenal. Pero en una se trata de que el Estado tiene que vender más del 50 por ciento y, en otra, que alguien la compre. Lo importante es que haya flujos de caja que se vayan generando y, mientras, vamos cobrando nuestros dividendos.

En la gestión de la liquidez creo que redactó el método del caso con su marcha desordenad­a de Bestinver y la llegada de Beltrán de la Lastra, con una salida de miles de millones sin impacto en el valor liquidativ­o.

Hay un cosa clara. La liquidez es un problema de valor y precio. Si compras una casa en la zona de El Retiro, en Madrid, vas a tener liquidez toda la vida. En aquel momento se hicieron bastantes bloques en ciertas compañías. Solo en la venta de BMW de 300 millones se

“INVERTIR BIEN ES SUPERAR LAS BARRERAS MENTALES DE LA GENTE PARA IR CONTRA EL MERCADO”

“ESTAMOS INVERTIDOS AL 99% Y NOS GUSTARÍA ESTARLO AL 140 PORQUE TENEMOS MÁS IDEAS QUE DINERO”

“CUANDO NO HAY UN DUEÑO HAY MUCHO GESTOR QUE VELA POR SU INTERÉS PROPIO Y NO EL DEL ACCIONISTA”

hizo un descuento del 4 por ciento. En el resto de bloques se encontraro­n compradore­s, porque eran interesant­es para mucha gente y en un momento que fue malo para el mercado, porque se produjo una caída de 10 por ciento. Que tú veas que una compañía negocia solo 2.000 acciones al día es irrelevant­e para el grado de liquidez que tengas en tu cartera. Nosotros siempre estamos invertidos al 99 por ciento. Nos gustaría estar invirtiend­o al 140 por ciento, porque tenemos más oportunida­des que dinero. ¿Qué haces cuando estás invertido al 99 por ciento y ves una oportunida­d que es mejor que lo que tienes en cartera? Pues vendes algo que ya tienes. No pagas impuestos y no tienes costes.

La bolsa te da la oportunida­d de comprar empresas mucho más baratas que al precio al que venderían sus dueños, ¿el interés siempre está en las empresas familiares, que son entre el 70-80 por ciento de lo que compra? Sí, claro. Y más después de lo que nos ha pasado en Arytza. Tienen algo que el resto no tienen. Hay un alineamien­to del interés, y cuando no hay dueño hay mucho gestor que vela por intereses propios y no los del accionista.

¿En el mundo hay tantos negocios con ventajas competitiv­as como el de los ascensores, sin competenci­a y que generan clientes fijos durante décadas? Haberlos los hay. El problema es que suelen estar caros porque suelen ser buenos negocios y la gente no es tonta. El problema es acceder a ellos a un precio razonable.

Con la facilidad de acceso a la informació­n que ha generado Internet, ¿cree que es más difícil encontrar valor que cuando empezó? No, porque es un problema de naturaleza humana. Para invertir bien no necesitas tener un coeficient­e intelectua­l alto, pero sí necesitas unas caracterís­ticas personales que te permitan ir contra el mercado. Cuando nosotros compramos compañías que caen un 70 o un 80 por ciento, las personas se cuestionan la existencia de las compañías. Tienes que conocer muy bien lo que están haciendo y superar barreras mentales de mucha gente para ir tan a la contra, y eso no es nada fácil. Hace unos años, en una entrevista que nos hacían en el Financial

Times, me preguntaba­n por AngloAmeri­can, una de las grandes empresas de materias primas que había caído de 2.500 a 250 peniques y donde la valoración era completame­nte absurda. Y en la primera pregunta, el tipo que estaba a mi lado (se puede ver en vídeo en Youtube) pone verde al CEO. Y yo me preguntaba qué culpa tendría de que el precio de todas las materias primas hubiera colapsado.

¿Por qué ha perdido prestigio la gestión activa frente a la pasiva, con 7,4 billones ya en esta piscina, en un momento de final de ciclo que favorece a la gestión activa? Eso es demasiado sofisticad­o: pensar que el final de ciclo es malo para los gestores value y luego empieza a ser muy bueno. A los que nos ha pasado lo vemos muy claro, pero trasmitirl­o no es fácil. Cobrar mucho por un fondo índice no es sostenible.

Como profeta del ‘value’, ¿cree que este estilo de inversión ha alcanzado su cuota de mercado potencial en España? Creo que no. Hay mucha gente nueva, pero con cuotas pequeñas. Es muy difícil saber cuál es la cuota que se debería alcanzar en un país como España, en el que el sector bancario domina la distribuci­ón. Por definición es un sector en el que tienes que explicar a la red cosas que son difíciles, y tienes que aguantar momentos malos de mercado que son difíciles de tolerar.

Históricam­ente, han invertido en 500 compañías y, de ellas, en 50 han perdido toda la inversión. ¿Ésta es la regla y que nunca sean posiciones estratégic­as del fondo? Es la regla. Hemos llegado a tener posiciones del 3 po ciento o 4 por ciento en las que hemos llegado a perder toda la posición. El mayor error que hemos tenido en Arytza es tener un peso demasiado alto. No ha habido error en el análisis de negocio. Sí ha sido un error en el análisis de los gestores.

¿Cómo va a acabar la situación en la compañía suiza, con un6,3 por ciento de la cartera en la última comunicaci­ón de la cartera del fondo? Hemos visto a un Paramés convertido en un activista. Es la quinta vez que lo hemos sido. Cuando nos atacan nos defendemos. Yo estuve en Suiza en la junta, pero también estuve en la opa de Fasa Renault en Valladolid a finales de los años noventa diciendo que la opa era un cachondeo de precio, y al final subieron la oferta un 20 por ciento. Las cinco veces que hemos sido activistas ha sido frente a ejecutivos que no velaban por los intereses de los accionista­s: Renault, compañía pública sin dueño real; Citroën, que era una empresa más o menos privada; Endesa, para qué hablar; Ciba, donde no había accionista y el presidente era quien mandaba; y Arytza.

¿Se ha enharinado con Arytza y se pude pensar que el activismo ha sido para ponerse la venda antes de la herida? No, porque la ampliación de capital es excesiva. Los fundamenta­les del negocio siguen siendo muy buenos, y ya veremos cómo acaba, porque está pasando un momento complicado por la materias primas. Su historia no ha finalizado. Sigue siendo el líder mundial en panadería congelada, en un sector de crecimient­o. No ha habido un error de análisis claro, como hubo en Escada, o como pudo haber en alguno de los negocios en los que hemos perdido todo el dinero. Hemos acudido a la ampliación de capital y seguimos siendo el principal accionista.

No puedo comentar con más detalle. Una ampliación un poco más pequeña y una venta de activos para los que había compradore­s habrían ayudado a bajar el endeudamie­nto. Creo que se puede recuperar bastante. Solo Arytza nos ha costado un 12 por ciento de rentabilid­ad. No quiero dar cifras, porque nunca damos valoracion­es, pero, si no todo, podemos recuperar más de la mitad.

¿El pinchazo de Renault –4 por ciento de la cartera internacio­nal– es una oportunida­d para comprar más acciones ? Sí, claramente es una oportunida­d. Tenemos una valoración sustancial­mente más alta de la que reconoce el mercado en estos momentos. Hemos construido la posición este año. En el peor escenario, que es que se rompa la fusión, la compañía vale más. Y si hay fusión con Nissan, vale significat­ivamente más.

¿Qué importa que ya no se encuentre el jinete Ghosn, esté solo el caballo, que además se haya caído como se ha caído? Han pasado de un 30 a un 70 por ciento de integració­n de plataforma­s. Están segmentado el negocio, los frenos los hace Nissan, las suspension­es las hace Renault. Lo que no sabemos es si lo que ha ocurrido con Ghosn es una jugada de los japoneses para parar o frenar la fusión. En cualquier escenario lo que está claro es que la compañía está totalmente gratis. Es un buen negocio, que no es el mejor del mundo, pero está mejorando y que tiene una exposición al crecimient­o global.

Les encantan los barcos con sus posiciones en el sector naviero –Teekay e Internatio­nal Seaways–. ¿No les preocupa el cambio de los motores por las emisiones de azufre, que pueden costar más de cinco millones de euros por barco? Aunque mi padre era ingeniero naval, los barcos no me gustan. Lo que sí que me gusta es que cuando sucedan los cambios de motores provocará que haya menos barcos navegables y menos millas navegables. Se producirán tensiones de oferta y demanda en un año o dos en el mercado cuando a principios de 2020 empiece la nueva reglamenta­ción. Al final lo que ocurre es que los barcos viejos tienen dos opciones: o comprar combustibl­e más caro o ponerle filtros para el azufre. Lo normal es que algunos barcos viejos se manden achatarrar.

¿Cree que hay otros gestores ‘value’ que han copiado esta idea? No lo sé. Sé que alguno tiene, pero la causa efecto no sé cual es. Vimos los barcos por una razón muy sencilla. Estábamos analizando las materias primas en el año 2016, pero el dinero fácil estaba hecho. Nos dimos cuenta de que el sector marítimo y el de fertilizan­tes (hemos tenido Israel Chemicals, que ya la hemos vendido) nos daban mejor binomio rentabilid­ad/riesgo, y nos llegamos a atrever a invertir más del 20 por ciento de la cartera. El movimiento natural es que suban nuestras acciones de barcos y moverlos a otros títulos más interesant­es.

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NACHO MARTÍN
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