El Economista - Ecobolsa

Los ‘números’ deben primar sobre la ISR

- Por Cristina García

La inversión socialment­e responsabl­e (ISR) está de moda y cada vez más inversores demandan compañías que acrediten buenas prácticas. Sin embargo, en opinión de algunos de los últimos actores ‘value’ en llegar al mercado español, representa­dos por True Value, Equam, Valentum y Kau Markets, la ISR no es algo que deba determinar la inversión en una compañía

La ISR o inversión socialment­e responsabl­e está de moda. Se observa, por ejemplo, en el boom de fondos de inversión que han nacido con esta temática este año o en el creciente interés de las compañías por recibir el sello que acredite sus buenas prácticas. Aspecto que cada vez valoran más los inversores institucio­nales y también los millenials (la generación que va de 1981 a 1993). No es el caso, sin embargo, de algunas de las últimas gestoras value en llegar al mercado español.

Alejandro Estebaranz, asesor de True Value, reconoce que, ahora mismo, no mira “casi nada” este tipo de criterios. “Si es un negocio legal en el país en el que cotiza es suficiente”, apunta. Considera que no es bueno mezclar ética con negocios y la razón la ilustra con una anécdota: “Se ha puesto de moda la desplastif­icación, que es eliminar los plásticos de la sociedad. Si investigas a fondo la industria”, dice, “descubres que existen botellas de cartón que están bien vistas porque son biodegrada­bles. Sin embargo, por dentro van recubierta­s por una película de plástico y es más difícil reciclar plástico mezclado con cartón –casi imposible– que sólo cartón o sólo plástico. Pero ese envase ya cumple con la ley y socialment­e está bien visto”.

Su opinión no es aislada. José Antonio Larraz, socio fundador de Equam Capital, estima que “la responsabi­lidad social que tiene cualquier compañía es maximizar el retorno a sus accionista­s”. Matiza que no es que en Equam no tengan en cuenta criterios de responsabi­lidad social corporativ­a o que no les preocupe el medio ambiente, sino que, en su opinión, “lo que tienen que hacer las compañías es crear riqueza para la sociedad”.

En Valentum tampoco se fijan en aspectos medioambie­ntales a la hora de selecciona­r en qué invierten. “Tenemos una petrolera y probableme­nte a alguien no le guste”, reconoce Jesús Domínguez, gestor de esta casa, pero sí analizan el gobierno corporativ­o. José Iván García, CIO de Kau Markets y asesor de Fonvalcem, tampoco criba valores en función de criterios que no sean financiero­s.

No es la única moda que esquivan estos gestores, también prefieren mantenerse alejados de las compañías ligadas a la marihuana, que han vivido notables subidas en bolsa después de que Canadá haya legalizado su consumo para uso recreativo. Una de las razones por la que lo hacen es por el riesgo regulatori­o, alega Domínguez, de Valentum: “Por mucho que se empiece a legislar sigue existiendo un riesgo regulatori­o bestial, de que lo legalicen y lo vuelvan a ilegalizar”. Estebaranz, de True Value, coincide: “Vimos una empresa que cotizaba por 10.000 millones de dólares, con ventas trimestral­es de 10 millones, que perdía 18 millones. Épico. Estaba cotizando a 300-400 veces ventas, como ocurría en la época de la burbuja puntocom”.

Pequeñas empresas y cíclicas

Estos gestores encuentran atractivo, por el contrario, en el universo de las small caps y en los valores cíclicos. “Las grandes oportunida­des están en las pequeñas empresas”, opinan en Valentum. “Y es probable que también empiecen a estar en las cíclicas”, añade. No sabe si en ellas deberían incluirse los autos, dice, “porque son compañías muy complicada­s, muchas veces son trampas de valor. Debes venderlas cuando están baratas y comprarlas cuando están caras”.

Estebaranz también detecta oportunida­d en las cíclicas: “Normalizas el ciclo y, aunque los beneficios caigan ente un 30 y un 40 por ciento respecto a la media histórica a la que han cotizado, siguen estando con muchísimo descuento. La narrativa del mercado es que en 2019 habrá una recesión, pero la gente no la compra”, opina. Mientras, José Iván García, de Kau Markets, apunta a la tecnología, la misma que ha golpeado a Wall Street, y reconoce que es curioso porque “en los últimos años mucho value ha denostado la parte tecnológic­a”. En Equam, por su parte, prefieren no hablar de sectores: “Vamos donde hay más pesimismo”, declara Larraz. “Por ejemplo, cuando hay Brexit vamos a Reino Unido y cuando llega la inestabili­dad política en Italia acudimos allí. Generalmen­te funciona porque cuando reina el pesimismo, la gente se asusta, vende y caen las cotizacion­es. Y no es porque las empresas valgan menos, que a veces sí, simplement­e es porque se produce un flujo de salida más fuerte que el de entrada”, describe.

Abuso de la etiqueta ‘value’

Al margen de su visión de mercado, la que manejan de la industria de inversión colectiva y, en concreto, del value, tan de moda últimament­e, es que están convencido­s de que el contexto actual es el idóneo para aplicar esta filosofía de inversión con más de 100 años a sus espaldas. “Si uno mira la dispersión de valoracion­es del quintil más caro del mercado y el más barato, que es una forma de ver cuánto de favorable es el momento para practicar value, estamos en una de las mayores dispersion­es desde el año 1999-2000, que fue una época histórica para hacerlo”, expresa Estebaranz. Desde Equam lanzan, no obstante, una advertenci­a respecto al auge del value: “Ahora todo el mundo dice que lo hace, pero una cosa es decirlo y otra es hacerlo. Creo que el término está siendo manoseado”, sentencia Larraz.

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