La prima está rota y ahora hay que buscar otros termómetros
Las políticas monetarias excepcionales de los últimos años han distorsionado el mercado de deuda de la eurozona y hoy es mucho más difícil medir el riesgo de impago de los países
a posmodernidad es el estadio sociológico que, desde las últiLmas
décadas del siglo XX, advierte del fracaso del proyecto social de la modernidad y da por superadas las categorías hasta entonces indiscutibles. Un proceso similar se empieza a intuir en los mercados financieros: encajadas las políticas monetarias excepcionales que dieron respuesta a la crisis de 2008 y ante la nueva ronda de estímulos que ya han puesto en marcha los bancos centrales, la prima de riesgo y la deuda soberana se muestran como termómetros agotados, rotos.
Los diferenciales entre el interés que se exige al bono de Alemania a 10 años, el Bund, y las rentabilidades equivalentes del resto de países de la eurozona sirvieron para medir el riesgo de impago de estos en los años más duros de la crisis al tomar como referencias al Estado más fiable del club comunitario y a los activos más líquidos. Y, aunque estas dos premisas se mantienen, la distorsión introducida en el mercado de deuda por las excepcionales medidas tomadas por el BCE para salvar al euro hacen que sea mucho más difícil distinguir los peligros según este indicador.
Víctor Alvargonzález, socio fundador de Nextep Finance, cree que hoy el riesgo lo comparten entre distintos países: “Sin duda, las primas están distorsionadas y la firme actitud del BCE ha desembocado en una mutualización encubierta de la deuda de la eurozona”. Y añade: “Eso nos lleva a una situción absolutamente surrealista, con una prima de riesgo de España que es ridícula respecto a la situación que hay, política y económica”. Javier Santacruz, profesor de economía e investigador, explica que “ahora mismo es un indicador papel mojado, ya que el bono alemán no está siguiendo la realidad”. “En términos relativos –ver gráfico–, las primas de riesgo no han perdido su valor: nos puede llamar la atención la buena situación de Grecia y poco más, pero, ¿en términos absolutos? En estos momentos, España cotiza con un diferencial de casi 80 puntos básicos, como Portugal, pero atención a Eslovenia con 50 y Eslovaquia con 30”, observa Enrique Lluva, estratega de Imantia Capital, quien reconoce que, por ejemplo, “Portugal ha mejorado mucho en los últimos tres años”, pero advierte de que cuenta con un 121 por ciento de deuda pública sobre PIB” o considera que “es cierto que Eslovenia tiene un 70 por ciento de deuda, pero son 2 millones de habitantes ¿No debería tener al menos una prima de iliquidez?”
Los expertos coinciden en que ante este panorama, no está de más recurrir a indicadores de riesgo alternativos. Los más útiles: los ratings de las agencias de calificación, los diferenciales entre los costes de financiación de las familias y las compañías de los diferentes países o el análisis de los cuadros macroeconómicos –ver apoyos–. Otra opción son los CDS (credit default swap o seguros de impago). Estos productos financieros cotizan libremente, lo cual, en opinión de Javier Santacruz, “es más fiable”. Sin embargo, Juan Carlos Higueras, profesor de EAE Business School, piensa que “lo único positivo de los CDS es que permiten comparar economías con distintas monedas, pero su poca liquidez y volumen de negociación los hacen poco interesantes”.