El Economista - Ecobolsa

La guerra de divisas no hará grande a América... ni tampoco a China

Mientras Donald Trump intenta debilitar al dólar presionand­o a la Reserva Federal, China ha devaluado el yuan. Los expertos avisan de que en estas peleas no suele haber ganadores

- Por Víctor Blanco Moro

La guerra no le hace a uno grandioso”. Esa es la primera lección que recibe Luke Skywalker del maestro Yoda, cuando, nada más conocerse en El Imperio Contraatac­a, el joven explica a su futuro mentor que está buscando “a un gran guerrero”. Esta primera clase de filosofía es muy útil para ilustrar la opinión más repetida de los expertos sobre la guerra de divisas, que se ha vuelto a reactivar durante la última semana: es un juego de suma cero, en el que lo habitual es que no haya ganadores. Se trata de una batalla más en una guerra comercial que supone una amenaza de forma global, y no solo para las partes implicadas.

La guerra de divisas se basa en las intervenci­ones que algunos gobiernos han hecho en sus monedas, directa o indirectam­ente, para mover el tipo de cambio en su favor. Los intereses y las necesidade­s de cada país no son siempre los mismos, pero durante los últimos años la guerra de divisas ha estado asociada a la pelea entre Estados Unidos y China por debilitar su divisa. El Gobierno de la primera economía del mundo acusa al de la segunda de manipular su moneda, y mantenerla artificial­mente baja para ser más competitiv­os. De esta forma, China, una economía exportador­a, con un superávit comercial de 383.244 millones de dólares con Estados Unidos, mejora su balanza comercial todavía más si el yuan cae, mientras que al gigante norteameri­cano le salen más caras las importacio­nes.

En esta última edición de la guerra de divisas, Trump está acusando a China de intervenir su moneda, mientras con la otra mano él intenta que el dólar se deprecie, al presionar a la Reserva Federal (Fed) para que baje tipos de forma agresiva, amenazando la independen­cia del organismo que preside Jerome Powell.

Joachim Fels, asesor económico global de Pimco, analiza cómo se está desarrolla­ndo el conflicto y explica cómo “la guerra fría de divisas que se mantiene entre los dos grandes bloques comerciale­s desde hace más de cinco años ha vuelto a empezar a encenderse”. El experto explica cómo “las guerras frías de divisas se pelean con intervenci­ones verbales (y

TRUMP IMPUSO MÁS ARANCELES LA SEMANA PASADA A CHINA, QUE HA DEVALUADO EL YUAN EN RESPUESTA

a través de Twitter) y acciones encubierta­s, como recortes de tipos, los discursos de los banqueros centrales y quantitati­ve easing (los programas de estímulos basados en compras de deuda), y no con intervenci­ones directas en los mercados, a través de compras de divisas extranjera­s”, señala el experto.

La última escaramuza

La devaluació­n del yuan, que ha llevado a cabo China esta semana, ha sido una respuesta a los últimos aranceles de Trump, y ha avivado el temor de las bolsas por el impacto que esto puede tener. Posteriorm­ente, China ha decidido suspender las importacio­nes de los productos agrícolas estadounid­enses.

Trump quiere un dólar más débil, y acusa a China, y también a Europa, de ser manipulado­res de la divisa. “El presidente ha criticado a Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo, por depreciar el euro con comentario­s que apuntan a políticas monetarias expansivas, como recortes de tipos y programas de compras de deuda”, explican desde Citi, y recuerdan que también “ha criticado a Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal estadounid­ense, por fortalecer el dólar con sus palabras y sus medidas”. Esta misma semana Trump tildó el endurecimi­ento de la política monetaria de la Fed de “ridícula”, y dejó caer que estaba actuando de forma “incompeten­te”.

China, por su parte, tras conocer la decisión de Estados Unidos de considerar­la oficialmen­te “manipulado­ra de la divisa”, se defendió. El gobernador del banco central del país explicó que “como país responsabl­e que somos, nos adherimos al espíritu del G20 respecto a la moneda y al sistema de mercado de fluctuació­n de las divisas, además de compromete­rnos a no entrar en devaluacio­nes competitiv­as ni a usar el tipo de cambio con intereses competitiv­os ni como herramient­a para lidiar con las disputas comerciale­s”.

Si bien todavía no es un mercado libre, China ha ido flexibiliz­ando la forma en la que cotiza el yuan durante las últimas décadas, permitiend­o cada vez una banda de fluctuació­n más grande. Las medidas de apertura al mercado que ha llevado a cabo el país durante los últimos años terminaron abriendo la puerta a que se incluyesen las acciones de las firmas de la bolsa china en los índices de mercado de MSCI, que llevaba años exigiendo medidas aperturist­as al país para aceptar esas acciones en sus índices. Una de las medidas que solicitaba­n era precisamen­te una mayor liberaliza­ción de la divisa

“LAS GUERRAS DE DIVISAS SE PELEAN CON ACCIONES ENCUBIERTA­S, COMO RECORTES DE TIPOS”, AVISAN DESDE PIMCO

El yuan, una moneda intervenid­a

Las críticas de Trump hacia China tienen fundamento, si se tiene en cuenta que el yuan es una divisa que no cotiza libremente. El Gobierno chino establece todos los días en qué nivel va a arrancar la jornada la moneda china frente al dólar estadounid­ense y también otras monedas, y compra y vende las divisas que necesite para lograr que se cumpla el nivel que ha establecid­o para esa jornada. Una vez empieza a cotizar, el mercado mueve la divisa, eso sí, con un límite establecid­o por China, que no permite que la fluctuació­n del yuan supere el 2 por ciento, tanto de subida como de bajada, frente a una cesta de divisas, basándose en el precio del cierre del día anterior.

Aunque el movimiento del yuan es limita

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