Septiembre acumula la mayor dureza tras un agosto ‘rompepiernas’
El mercado enfila un accidentado final de año en el que los grandes riesgos quedarán sentenciados y certificarán su capacidad para superar máximos
De aquí a final de año, y sobre todo en septiembre, el mercado tendrá que demostrar cómo va realmente de piernas: si en Wall Street hay fuerza para superar máximos históricos, si en Europa hay gas para atacar las cotas más altas de este año y de 2018 o si la deuda aguantará sin sufrir una pájara (desfallecimiento). La exigencia de lo que viene en las próximas semanas pondrá a prueba cada costura del mercado: las decisiones sobre el Brexit, la forma que adopte la política monetaria de los principales bancos centrales del mundo y el nivel de tensión al que lleven Estados Unidos y China la guerra comercial que está en marcha marcarán no solo el corto plazo, sino que serán decisivos para convertir (o evitarlo) la desaceleración del crecimiento global propia de la final del ciclo económico
en una recesión, o peor, en una crisis de consecuencias desconocidas.
El Perfil del Mercado que elabora elEconomista para situar en el calendario las citas imprescindibles para el inversor muestra un último cuatrimestre cargado de escollos que recuerdan a los épicos puertos de montaña y a las rampas inverosímiles del mundo del ciclismo. La salida neutralizada del periodo será la entrada en vigor de la última ronda de aranceles anunciada por norteamericanos y asiáticos. La que ha elevado las pulsaciones del mercado durante agosto, provocando la tercera devaluación del yuan y una cascada de desencuentros, intentos de acercamiento y frustraciones que hacen que hoy cada noticia sobre la guerra comercial se encaje en el universo económico con el mismo temor que históricamente ha recorrido el pelotón en las grandes vueltas de ciclismo cuando los escaladores con clase –como Pantani, como Alberto Contador o, por supuesto, como Miguel Induráin–, agarrados a la parte de abajo del manillar, empiezan a cabecear, a acelerar sus corazones a golpe de riñón y a hacer estragos entre los rivales.
De la agresividad de los contendientes dependerán los daños colaterales, entre los cuales la mayor amenaza es la caída del mundo en una recesión, a la que ya se asoman concretamente Alemania –precisamente por la debilidad de su sectores industriales y más exportadores–, o la renacida Italia (ver página 8), donde el nuevo Gobierno buscará reconciliar al país con la Comisión Europea y alejar las malas sombras del euro. El club comunitario enfila también la resolución definitiva del Brexit, proceso clave a todos los niveles pero que ha cotizado ya buena parte de su versión más dura, y en España casi asume la posibilidad de otra investidura fallida y de unas nuevas elecciones generales.
Todas estas curvas, repechos y rampas condicionarán las decisiones de los directores de equipo –cargo que ha recaído inevitablemente sobre los bancos centrales–, los cuales deberán convencer al mercado de su capacidad para extender la búsqueda de sus objetivos de inflación hasta amortiguar el aterrizaje de las economías, evitando la brusquedad de los acontecimientos más lesivos, para lo que exigirán que los gobiernos acompañen con estímulos fiscales.
Primeros ‘puertos de montaña’
El mes de septiembre, que comienza de forma hábil este mismo lunes, se prevé lleno de complicaciones que pueden acarrear tanto la tormenta perfecta como un catalizador alcista si se deshacen los distintos nudos que están acorralando a las bolsas –aunque Wall Street ya está a menos de un 5 por ciento de máximos históricos y el EuroStoxx 50 ha recuperado cerca de un 4 por ciento desde los mínimos de este mes de agosto– y sostienen la voracidad por la deuda en búsqueda de refugio. “El único lugar para esconderse incluso a rendimientos negativos”, según lo describen en Julius Baer.
En primer lugar, parece claro que será el momento en el que China y Estados Unidos reanuden las negociaciones comerciales. Este mismo domingo entra en vigor la primera
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