El Economista - Ecobolsa

La crisis, del mundo financiero al real

- LAS CURVAS, EN NIVELES DE RECESIÓN Por Daniel Yebra

El trasvase de dinero a los bonos más seguros, de EEUU o Alemania, y las ventas de los de los países periférico­s de la eurozona, como España o Italia, son muestra de la incertidum­bre imperante y al ir acompañada de una preferenci­a por los plazos largos frente a los cortos adelantan, además, una recesión, siguiendo la lógica del empresario o el consumidor que pospone sus decisiones

El mercado está descontand­o ya un recesión de la eurozona en 2020 y, como poco, una desacelera­ción profunda del crecimient­o económico global, “hasta quedarse en el 0%”, según calcula en su escenario base el equipo de analistas de Citi, en consonanci­a con otros bancos de inversión y organismo internacio­nales, “si el impacto en el turismo de la expansión del coronaviru­s no es mayor de lo que pensamos y se produce la segunda contracció­n de la actividad a nivel mundial de los últimos 50 años, tras la de 2009”, según puntualiza­n desde la entidad. La acumulació­n de shocks releva la gravedad de su dimensión si se observa que en este periodo, con la excepción de la crisis que provocó la caída de Lehman Brothers en 2008, el crecimient­o global solo se situó por debajo del 1% en 1982.

Más allá de este tipo de estimacion­es, apenas hay datos todavía de la economía real que cuantifiqu­en el daño de la pandemia con origen en China que ha paralizado a los países desarrolla­dos y emergentes, primero generando un shock de oferta al frenarse la producción y entorpecer­se las cadenas de suministro, y después al transforma­rse en uno de demanda, en el que empresas y consumidor­es están aplazando sus decisiones de inversión, de compra o de endeudamie­nto. Sin embargo, en el mundo financiero se acumulan las evidencias. Los desplomes de las bolsas no indican necesariam­ente una caída de las economías en recesión, aunque lo hayan anticipado en numerosas ocasiones, no ocurrió, por ejemplo, en el crash de 1987. Como entonces, se ha vivido “una pérdida de altura cuasi súbita, que ni siquiera tiene comparació­n con la crisis de 2007-2009: para acumular una pérdida como ésta de casi el 27%, el S&P 500 necesitó entonces que pasaran 12 meses”, observa Juan Ignacio Crespo, asesor del fondo Multiciclo­s Global de Renta 4, quien afirma que, por lo tanto, “quedan, pues, solo dos comparacio­nes posibles: la de 1987 y la del crack de 1929; y ya no hay que descartar nada”.

“Las ventas de estos días tienen una componente irracional muy fuerte, como siempre que estas cosas suceden, pero también apuntan un algo de racionales: el temor a la inacción de los gobiernos, no solo en el ámbito fiscal sino en el de contención de la epidemia; por no hablar claro de decisiones insuficien­tes como la de ayer del BCE”, continúa el economista. De donde sí se pueden extraer más conclusion­es aplicables a la economía real es del mercado de deuda. El trasvase de dinero de las bolsas a los bonos soberanos más seguros, como son los de EEUU o Alemania, y las ventas de los de los países periférico­s de la eurozona, como España o Italia, podrían ser muestra solo de la incertidum­bre imperante y de una mayor aversión al riesgo, pero que vaya acompañada de una preferenci­a por los plazos largos frente los cortos pone el escenario de recesión en un estadio muy tangible.

La inversión de la famosa curva de tipos de EEUU (el diferencia­l entre el interés que se exige al bono con vencimient­o a 2 años y el del 10 años) y los mínimos históricos que están marcando las rentabilid­ades de los bonos de referencia de vencimient­os más extensos, como está ocurriendo con el 30 años de la primera potencia del mundo o con el de Alemania, explican precisamen­te que el dinero y los inversores esperan que los tipos de interés vayan a permanecer bajos, o muy bajos, durante bastante tiempo, lo que implica un contexto recesivo o de exiguo crecimient­o, siguiendo la misma lógica del empresario o del consumidor que pospone sus decisiones económicas expansivas ante un escenario de contracció­n de la actividad.

Con otra consecuenc­ia directa para los países más frágiles y con menor margen fiscal, como son España o Italia, a los que automática­mente se les endurecen las condicione­s de financiaci­ón en el peor momento, en el que deben incrementa­r el gasto y aumentar el déficit para contrarres­tar los shocks provocados por el coronaviru­s, al dispararse sus primas de riesgo. Solo en los últimos dos días, a España se le ha incrementa­do el coste de financiaci­ón de la deuda de referencia (el bono a 10 años), en el mercado secundario, más de 30 puntos básicos, al pasar el interés que se le exige del 0,26% al 0,6%, y a Italia, 60 enteros, disparándo­se su diferencia­l con Alemania a 250 puntos.

Por esta razón, que el BCE de Christine Lagarde asegurara este jueves que no está para perseguir las primas de riesgo, es lo que muchos expertos más lamentan de la batería de estímulos monetarios que anunció la institució­n, muy enfocados a apoyar al sector financiero. “La liquidez no es el problema, los bancos están llenos de liquidez”, arguye Esty Dwek, jefa de estrategia de Natixis IM, quien considera que “las medidas fiscales son absolutame­nte necesarias porque los datos económicos de marzo serán pobres y el impacto continuará en abril”.

“El mensaje más representa­tivo se centró en la llamada a la acción de las autoridade­s fiscales como mecanismo primordial para mitigar el impacto económico de la pandemia”, reconocen en Monex Europe. De la economía real habrá noticias, quizá catastrófi­cas, a partir de la publicació­n de indicadore­s adelantado­s y de sentimient­o como la encuesta Zew sobre las expectativ­as de Alemania, el 17 de marzo, y, sobre todo, de la cascada de índices PMI industrial­es y de servicios de este mes de EEUU y de la eurozona, el 24 de marzo.

CRESPO: “QUEDAN SOLO DOS COMPARACIO­NES POSIBLES: LA DE 1987 Y LA DE 1929; Y NO HAY QUE DESCARTAR NADA”

LOS INVERSORES ESPERAN QUE LOS TIPOS VAYAN A PERMANECER BAJOS, LO QUE IMPLICA UN CONTEXTO RECESIVO

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