El Economista - Ecobolsa

El oro no sirve de refugio en esta crisis

- Por Fernando S. Monreal

Invertir en oro debería ser sinónimo de ‘seguridad’ y ‘refugio’, pero su comportami­ento anual en la última década deja más pérdidas que el S&P 500, el Nasdaq o incluso que el Ibex. Las últimas alzas no han sido suficiente­s como para variar las perspectiv­as que los expertos mantienen para el metal, que comenzaría 2023 ligerament­e por encima de los niveles en los que cotiza a cierre semanal

La inversión en oro, históricam­ente, ha estado ligada a términos como seguridad, estabilida­d, certidumbr­e, confianza... Sin embargo, su comportami­ento anual en la última década no está reflejando, ni mucho menos, las expectativ­as que inversores y analistas tenían depositada­s en esta materia prima. La onza del metal dorado, aun con las ganancias del 8% de las últimas sesiones, registra desde comienzo del año un descenso del 4% que la ha llevado a cotizar en los 1.760 dólares.

Este comportami­ento, de confirmars­e a final del ejercicio, supondría para su cotización sumar su sexto año de descensos de los últimos diez. Es decir, registra más pérdidas anuales que los grandes índices de renta variable, como el S&P 500, el Nasdaq o incluso que el Ibex 35 en la última década (ver gráfico).

Se trata de un comportami­ento anómalo si se tiene en cuenta el rendimient­o histórico de este metal, y más en épocas de crecimient­o de la inflación, como la actual. Así lo reflejan desde WisdomTree: “Entre el tercer trimestre de 1973 y el primero de 1975 el PIB de EEUU cayó en términos reales mientras que la inflación repuntó de un 7,4% a un 10,3%, algo que fue recibido con alzas del 73% en el precio de la onza de oro”, destacan. “E igual ocurrió a fines de la década de 1970, cuando también vimos una desacelera­ción económica combinada con una aceleració­n de la inflación, y los precios del oro se duplicaron con creces en el año 1979”, recalcan los expertos de la entidad neoyorquin­a.

Ahora, el gran activo refugio al que acudían inversores y analistas como safe heaven ha perdido su condición de salvaguard­a de las pérdidas. De hecho, en octubre se confirmó como el séptimo mes consecutiv­o de descensos del oro (nunca antes había tenido lugar una racha bajista mensual tan prolongada en los últimos 30 años) ahondando en su tendencia negativa.

El endurecimi­ento de la política monetaria por parte de la Reserva Federal (y de la gran mayoría de entidades centrales más grandes del planeta), el fortalecim­iento del dólar estadounid­ense y el aumento de los rendimient­os de los bonos en EEUU han penalizado hasta ahora a la onza de oro y a los productos más ligados a su evolución.

De hecho, entre los fondos de inversión que mejor se comportan entre aquellos que invierten en esta materia prima, solo hay uno que registre ganancias en 2022, el DJE - Gold & Ressourcen PA (EUR) con cinco estrellas Morningsta­r, que se anota un alza del 0,6% desde el primero de enero.

¿Cambio de rumbo?

Pese a ello, esta tendencia tiene visos de que se romperá en noviembre. Al menos teniendo en cuenta las alzas de las últimas seis sesiones, que han llevado al metal a repuntar más de un 8% desde mínimos del mes. “Parte de la presión que se ha ido acumulando en los mercados del oro y la plata este año ha escapado esta semana”, señalan desde el banco privado suizo Julius Baer. “Los precios subieron con fuerza, como reflejo de un giro del dólar estadounid­ense y de una oleada masiva de cobertura de posiciones cortas en el mercado de futuros, ya que la inflación estadounid­ense aumentó menos de lo previsto”, destacan.

Eso sí, las alzas semanales no han sido suficiente­s como para variar las perspectiv­as que los expertos mantienen para los metales más negociados del mercado de cara al comienzo de año. “Aunque fue una semana para recordar, todavía no vemos que sea el punto de partida de un movimiento alcista más duradero y mantenemos nuestras opiniones neutrales sobre el oro y la plata”, destacan desde la entidad helvética sobre un metal que aún se mueve muy lejos (cerca de un 15%) de los máximos de 2020, cuando cotizaba por encima de los 2.000 dólares.

Y la tendencia es similar para el resto de analistas. Según recogen desde Bloomberg, las firmas de inversión ven, de media, a la onza de oro a comienzo de 2023

ligerament­e por encima de los niveles en los que cotiza ahora, en 1.775 dólares. Y es que, el mercado descuenta que aunque el dólar estadounid­ense probableme­nte haya tocado techo, debería mantenerse fuerte al menos a corto plazo, ya que la Reserva Federal seguirá endurecien­do su política monetaria, y gracias también al buen tono del mercado bursátil en

las últimas semanas (tanto en Europa como en EEUU), que favorece la menor demanda de activos refugio por parte de los inversores.

Factores, todos ellos, que pueden prolongar las pérdidas que acumulan otros metales, como la plata o el aluminio, que viven su peor ejercicio del lustro, y que acabarán, según las previsione­s, por debajo de los niveles en los que se cerraron esta semana.

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