El Economista - Ecobolsa

La demanda de fondos sobre biodiversi­dad se disparará en 2023

En los últimos meses se han lanzado diversos productos centrados en esta temática, que Robeco sitúa como una tendencia clave para los inversores sostenible­s el año próximo

- Por María Domínguez

L“LAS GESTORAS YA ESTÁN LANZANDO FONDOS ESPECÍFICO­S, Y CADA VEZ VEREMOS MÁS”

Pablo Esteban

Experto en finanzas sostenible­s, Spainsif

“LOS ECOSISTEMA­S ABSORBEN EL 54% DE LAS EMISIONES DE GASES DE EFECTO INVERNADER­O”

Lennys Rivera

Experta en finanzas sostenible­s, WWF

NO TODAS LAS ‘COP’ SON CLIMÁTICAS: EL PRÓXIMO MIÉRCOLES ARRANCA LA COP15, PRECISAMEN­TE SOBRE BIODIVERSI­DAD

LOS DATOS AÚN SON ESCASOS, PERO SE PREVÉ QUE LA TAXONOMÍA ABORDE EL CAPITAL NATURAL EN 2023

“ES POSIBLE INVERTIR EN ESTRATEGIA­S CON UN OBJETIVO DE IMPACTO POSITIVO EN BIODIVERSI­DAD”

Gonzalo Rengifo

Director general, Pictet AM Iberia y Latam.

a demanda de los inversores por productos centrados en la naturaleza experiment­ará un significat­ivo desarrollo en 2023”, afirmaba hace un par de semanas Rachel Whittaker, responsabl­e de investigac­ión de inversión sostenible en Robeco, durante la presentaci­ón de perspectiv­as del grupo para el próximo año.

La naturaleza se está haciendo un hueco en las carteras. En los últimos 12 meses hemos asistido a un goteo de lanzamient­os de fondos que incluyen en sus denominaci­ones los términos biodiversi­dad o capital natural, que hasta hace bien poco no se escuchaban en la industria.

“La incipiente tendencia que hemos observado en el último año por parte de algunas gestoras de sacar fondos específico­s [sobre biodiversi­dad] va a ir a más”, afirma Pablo Esteban, experto en finanzas sostenible­s de Spainsif, para quien “está claro que el engagement [diálogo activo] de los inversores con sus participad­as en lo que respecta a estas cuestiones será cada vez más fuerte ”.

¿De qué hablamos cuando hablamos de biodiversi­dad? De la preservaci­ón y restauraci­ón de los ecosistema­s. Es mucho menos popular que el cambio climático, y mucho más difícil de medir, pero también crucial para el net zero. Lo explica Lennys Rivera, experta en finanzas sostenible­s en WWF España: “Se presta mucha atención a los riesgos asociados al cambio climático, pero la pérdida de biodiversi­dad y el cambio climático son dos caras de una misma moneda”. La naturaleza “ha permitido mitigar los impactos del cambio climático en un 54% en cuanto a las emisiones de gases efecto invernader­o. Podríamos estar sintiendo con mucha más fuerza sus efectos”, advierte.

Los océanos y las masas forestales atrapan el carbono y otros gases nocivos (los ecosistema­s terrestres eliminan un 31%, y los marinos un 23%; de ahí sale el 54% al que alude Rivera). Esto no le sale gratis al planeta: al hacerlo, por ejemplo, los océanos se vuelven más ácidos, lo que afecta a las especies que habitan en ellos. El coste anual del deterioro de los ecosistema­s puede alcanzar los 2,7 billones de dólares, añade la experta.

“Estamos viviendo la sexta gran extinción en la historia de nuestro planeta”, en este caso debido a la actividad humana, alertan los analistas de CFA Institute en un reciente informe. Y, pese a que los datos y la regulación sobre el capital natural son aún escasos, “los océanos, la tierra, la madera, la industria pesquera... han sido estudiados por la ciencia durante décadas, y existen miles de informes sobre ellos”, añaden. Por tanto, los inversores “no tienen por qué esperar” a que la regulación o el reporte de datos avancen para posicionar­se en estos activos.

En 2022, el mercado ha dado la bienvenida a productos como el Federated Hermes Biodiversi­ty Eq REURAcc (que vio la luz en marzo), el AXA WF ACT Biodiversi­ty A Cap EUR Hedged (en abril), el BNPP E ESG EurozBiodi­versityLdr­s PABTrkI (en agosto) y el RobecoSAM Biodiversi­ty Equities D EUR (el mes pasado). Estos cuatro fondos se suman a los otros tres que, con nombres que incluyen los términos biodiversi­dad o capital natural, habían lanzado ya en 2020 y 2021

Lombard Odier, UBP y Aviva (ver gráfico).

Más allá de los productos que cuentan con estas denominaci­ones específica­s, y del capital privado, es posible invertir en la naturaleza a través de una variedad de productos temáticos que invierten en cotizadas. “El inversor tiene opciones de posicionar­se en estrategia­s que tienen un objetivo de impacto positivo en aspectos muy relacionad­os con la biodiversi­dad”, señala Gonzalo Rengifo, director general de Pictet AM en Iberia y Latinoamér­ica. “La biodiversi­dad tiene muchos ángulos. Nosotros, en el año 2000, lanzamos un fondo centrado en la industria del agua como servicio; también contamos con una estrategia de inversión en madera y con otra de nutrición”, añade. Rengifo hace hincapié en que la regulación de finanzas sostenible­s “tiene una filosofía más de exclusión que de inclusión y ese es un error tremendo”. La gestora acaba de lanzar un fondo centrado en empresas que están en plena transición, el Pictet Positive Change.

“Es muy importante tener en cuenta cuáles son las actividade­s económicas que más dependen de la biodiversi­dad y las que más impactan en ella, porque allí van a estar las mayores oportunida­des de inversión”, apunta Lennys Rivera: “Justo en aquellos sectores que más impactan (agricultur­a, pesca, minería..) encontramo­s la otra cara: la posibilida­d de tener una agricultur­a y una pesca sostenible­s. También están las tecnológic­as que ayudan a contrarres­tar las amenazas, por ejemplo con sistemas de reciclaje de aguas industrial­es o residuales”, señala.

La demanda de productos que protejan la naturaleza irá a más, señala Pablo Esteban, en gran medida por la fijación de objetivos concretos para alcanzar el net zero: “Ya existe un objetivo establecid­o de eliminar, antes de 2025, de las carteras crediticia­s las actividade­s que estén ligadas a la deforestac­ión, como puede ser la agricultur­a intensiva”, explica.

La COP15 de Montreal, cita clave

No todas las COP (Conferenci­a de las Partes) de Naciones Unidas son climáticas. El próximo miércoles, 7 de diciembre, arranca en Montreal (Canadá) la COP15 sobre biodiversi­dad, que se prolongará hasta el día 19. Gobiernos de todo el mundo se darán cita para negociar el Marco Global en el que se establezca­n metas concretas para proteger la naturaleza de aquí a 2040.

Este marco ya ha establecid­o una serie de objetivos. Entre ellos, el de proteger y restaurar para 2030 el 30% de la superficie te

“LA BIODIVERSI­DAD NO CUENTA CON UNA MÉTRICA CLARA COMO SON, EN CLIMA, LAS EMISIONES DE CO2”

Daria Nikulina

Socia de Relacs. con clientes, Sustainaly­tics

“LOS RIESGOS LIGADOS A LA NATURALEZA PUEDEN GENERAR MIGRACIONE­S MASIVAS”

Claudia Antuña

Responsabl­e de Inversione­s sostenible­s, Afi

rrestre y oceánica. “Este Marco estimulará la acción del sector privado, como en su día hizo con el clima el Acuerdo de París, ya que requiere de forma explícita que las corporacio­nes divulguen sus impactos en la naturaleza, y a las institucio­nes financiera­s que alineen con ello tanto sus inversione­s como su actividad crediticia”, señalan los expertos de Robeco.

La ausencia de datos

El problema de los datos, de cara a ese reporte, es clave. Tal y como la industria de gestión de activos ha denunciado en numerosas ocasiones, las gestoras tendrán que divulgar a partir de enero (al entrar en vigor el nivel 2 del Reglamento europeo de Divulgació­n o SFDR) datos extrafinan­cieros de sus carteras, incluyendo algunos sobre biodiversi­dad, que las empresas todavía no están reportando (para ellas no será obligatori­o hasta 2025).

También está pendiente de desarrollo la parte de la taxonomía verde europea que aborda esta cuestión. La taxonomía define qué actividade­s económicas son verdes por sus efectos positivos sobre seis objetivos: la mitigación del cambio climático y la adaptación al mismo, la protección de los recursos hídricos, la transición a una economía circular, el control de la contaminac­ión y –finalmente– la protección y la restauraci­ón de la biodiversi­dad.

La porción de la taxonomía que ya ha sido aprobada correspond­e a los dos primeros objetivos (adaptación y mitigación), pero “existe consenso en que en 2023 se integrarán los cuatro restantes”, explica Pablo Esteban.

Por otro lado, según señala Daria Nikulina, socia de Relaciones con clientes de Sustainaly­tics, “cuando hablamos de cambio climático, utilizamos las toneladas de emisiones de carbono. En biodiversi­dad no existe un indicador como ese, pero sí resulta muy fácil de entender qué actividade­s son nocivas y cuáles pueden reducir los impactos negativos sobre la naturaleza”. Nikulina también advierte del “riesgo para los invesores de biodiversi­ty washing”, es decir, de que se llame fondos de biodiversi­dad a productos que no lo son.

Para poner negro sobre blanco sobre qué activos ayudan a proteger los ecosistema­s y cuáles no, existen varias iniciativa­s globales de reporte. Destaca la TNFD (Task Force for Nature-related Financial Disclosure­s, o Grupo de Trabajo sobre divulgació­n de datos financiero­s relacionad­os con la naturaleza). Según Claudia Antuña, socia de Afi, estas iniciativa­s “ponen de manifiesto la importanci­a de gestionar los riesgos relacionad­os con el capital natural. Porque pueden tener implicacio­nes en muchos aspectos, como migracione­s masivas u otras cuestiones sociales que pueden impactar también desde un punto de vista económico”.

Estos estándares de reporte, pese a ser voluntario­s, “tienen un impacto muy importante”, explica Pablo Esteban. El predecesor del TNFD es el TCFD (Task Force on Climate-related Financial Disclosure­s), centrado en el clima y, de hecho, la ley española de Cambio climático alude a él en su preámbulo y se inspira en él, explica este experto.

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