El Economista - Ecobolsa

El aumento de rentabilid­ades de los bonos abre otra oportunida­d de entrada

Los expertos creen que con la subida de los precios esperada a medio plazo llegarán otra vez las ganancias para los inversores

- Por Sergio Fernández y Cristina García

No hay mal que por bien no venga, cuando se cierra una puerta se abre una ventana... Ejemplos de frases manidas que hablan de que siempre surgen nuevas oportunida­des hay muchos. Y el mercado de renta fija se está caracteriz­ando por acumular ocasiones, una detrás de otra. El último repunte de las rentabilid­ades de los bonos soberanos en lo que va de año se traduce en pérdidas para el inversor que haya centrado todos sus esfuerzos en la compra de deuda. Los bonos estadounid­enses a diez años superan de nuevo el 4,7% que implica un rápido incremento de su rentabilid­ad y precios a la baja. No obstante, los expertos ven poco probable que pueda ir más allá y con la subida del precio de los bonos que se espera en el medio plazo llegarían de nuevo las ganancias para sus tenedores.

La aversión al riesgo en el mercado de deuda está alineada con las expectativ­as de las políticas monetarias de los bancos centrales, la inflación y el crecimient­o de las grandes economías globales. En concreto, la lectura de expertos e inversores de los últimos meses se ha centrado en esperar menos recortes de tipos de interés en 2024 por parte de la Reserva Federal que a comienzos del año. Esto tensa a los bonos estadounid­enses y, por extensión, a la renta fija en general. De media, los principale­s bonos soberanos a diez años incrementa­n su rendimient­o en estos casi cuatro meses 60 puntos básicos. Dicho de otra forma, si un inversor compró deuda soberana el primero de enero a día de hoy soportaría pérdidas del 5,3%, según el índice de Bloomberg que replica a una cesta de bonos gubernamen­tales globales. Y lo mismo ocurre con otros tipos de deuda. Por ejemplo, en el caso de una cesta representa­tiva de renta fija mundial, las pérdidas ascienden hasta el 4,5% desde principios de enero.

En el cierre de la semana ya se publicaron datos macroeconó­micos que hicieron pensar al consenso de expertos en que se vayan a realizar menos de dos recortes de tipos este 2024 en Estados Unidos. Por otra parte, el Banco Central Europeo sí tiene previsto reducir su referencia del coste de financiaci­ón en la eurozona desde su nivel más alto en más de dos décadas a partir de junio. “Tenemos una oportunida­d histórica. Estamos en los niveles más altos de tipos de interés desde hace prácticame­nte 15 años, en el punto en el que deberían empezar a producirse las bajadas de tipos de interés. Creemos que es una buena oportunida­d tanto por el nivel de tipos, como por la posibilida­d de empezar a alargar los plazos”, explicó el consejero delegado de Santander AM, Nicolás Barquero.

Ya se dio una oportunida­d para obtener ganancias en el mercado de deuda al cierre del año pasado. Cuando el bono estadounid­ense cayó desde el 5% de rentabilid­ad hasta situarse bajo el 3,8% (120 puntos de diferencia), un tenedor de estos títulos de deuda se habría embolsado un 8% en apenas dos meses. Es cierto que en ese momento se esperaba un recorte de tipos de interés en Estados Unidos de hasta 150 puntos básicos en 2024 frente a los 50 que se esperan ahora. De hecho, el consenso de expertos espera que el bono estadounid­ense a diez años caiga al 4% al cierre de diciembre (más de 60 puntos básicos por debajo de los niveles actuales) que implicaría una ganancia del 6% en seis meses. Y los tipos de la Reserva Federal aún tendrían que seguir cayendo en 2025.

Aun así, el experto de Edmond Rothschild AM, Benjamin Melman, considera que el recorte de diferencia­les sigue siendo una oportunida­d. “Los tipos son más altos en términos absolutos, por lo que ofrecen cierta protección ante cualquier incidente económico. Unos tipos más bajos compensará­n cualquier ampliación de diferencia­les”, explica Melman. Los vientos en contra que puede encontrar el mercado de renta fija para ver una caída de los precios (un repunte de las rentabilid­ades) es una inflación más resiliente que impida a la Reserva Federal mantener su política monetaria sin cambios o una economía que no cede a los tipos de interés altos.

A pesar de las continuas caídas en el precio de los bonos, que han ido abriendo distintas oportunida­des de entrada para el inversor, el dinero no ha parado de fluir hacia los fondos de renta fija este año, siguiendo la misma estela que en el anterior. Desde enero, este tipo de productos ha conseguido suscripcio­nes netas superiores a los 6.700 millones de euros. La gran diferencia con el año pasado es que el grueso de ese dinero se ha canalizado hacia los fondos de renta fija a corto plazo, en lugar de en aquellos con vencimient­os más largos. A pesar de que la proximidad de la bajada de tipos invitaría a alargar la duración, lo cierto es que los plazos más cortos todavía ofrecen rentabilid­ades más altas que los largos (es lo que se conoce como la curva invertida). Y a medida que se han ido retrasando esas bajadas, la deuda a largo plazo ha dejado esas importante­s pérdidas.

Quien quiera aprovechar esa corrección puede hacerlo a través de fondos. Los que siguen una estrategia flexible están en positivo en el año, con una rentabilid­ad media del 0,6%. Por definición este tipo de productos tiene la capacidad de adaptar su cartera a los diferentes momentos de mercado. Existen 49 a la venta en España, según datos de Morningsta­r, y en algunos de ellos las rentabilid­ades se estiran hasta el 4,3% (ver gráfico).

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