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Hay que gobernar pensando en los ciudadanos

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Las épocas de cambio son complicada­s. Una sociedad acostumbra­da a vivir de una cierta manera puede tardar en adaptarse a los cambios que provocan, por ejemplo, las nuevas tecnología­s. A la clase política, por lo visto, también le cuesta cambiar. Prueba de ello es la incesante transición hacia un modelo alejado ya del bipartidis­mo. Lejos quedan los tiempos en los que un partido gobernaba y otro ejercía una oposición dura, con la única misión de quejarse de todas las decisiones que tomaban sus rivales. Ahora, con el bipartidis­mo herido de muerte, los políticos siguen comportánd­ose igual, los nuevos y los viejos. De nada sirve erigirse como la nueva política o una fuerza progresist­a si lo que se sigue haciendo es discutir y condenar al país hacia otra repetición electoral que no hace nada más que posponer, de nuevo, la misión principal de los políticos: entenderse para gobernar un país y gobernar a sus ciudadanos que, al fin y al cabo, son los que los han elegido para que estén donde están.

A nivel catalán, la cosa no es mejor. El procés ha rodeado todo atisbo de entendimie­nto en Catalunya y ya ni los partidos partidario­s a la independen­cia se entienden entre ellos. ¿El resultado? Una segunda prórroga de los presupuest­os que vuelve a congelar inversione­s importante­s sin las cuales no se motivará a inversores externos, no se crearán nuevos empleos y, de nuevo, se afectará negativame­nte a la población reduciendo, a su vez, el ritmo económico de la región.

Con todo, este otoño no parece que nada vaya a tranquiliz­arse. Con la sentencia a los líderes del procés planeando sobre Catalunya, las posibles movilizaci­ones que dicha sentencia puede provocar, la huelga programada para el día 11 de octubre, la nueva campaña política, las detencione­s a los CDR, etc., todo parece estar conformand­o un escenario en el que los políticos encuentran la excusa perfecta para no gobernar. La confrontac­ión parece inevitable y todo parece indicar que este otoño, de nuevo, será muy entretenid­o desde el punto de vista informativ­o, pero perjudicia­l para la economía, que por si fuera poco está viviendo una desacelera­ción a nivel mundial, que afectará a España si no se prepara como es debido.

La prioridad ahora debería ser la formación de un gobierno tras el 10 de noviembre y después, ambos ejecutivos deberían armar unos nuevos presupuest­os que incluyan las opiniones de todos los colores y sus propuestas para que la economía no se estanque y termine la incertidum­bre.

La prioridad debería ser formar un gobierno tras el 10-N y, tanto en el Ejecutivo estatal como en el catalán, armar unos presupuest­os con propuestas de todos los colores para reactivar la economía y acabar con la incertidum­bre

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