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Cuina Justa celebra sus 25 años con nuevos retos y la misma misión: ayudar

ÀLEX PUJOL

- ÀLEX SOLER

Director general de Cuina Justa, empresa de la Fundació Cassià Just que busca ofrecer oportunida­des laborales a personas con dificultad­es Cuina Justa nace a partir de la Fundació Cassià Just hace 25 años con la misión de generar empleo para personas en riesgo de exclusión a través de la cocina, con productos sostenible­s y saludables

Ayudar es la filosofía de la Fundació Cassià Just, nacida hace ya 25 años, en 1994, por un grupo de profesiona­les de la salud mental, la acción social y la educación. Dichos profesiona­les pidieron ayuda a Cassià Maria Just, el abad emérito de Montserrat, fallecido en 2008, un sacerdote que siempre intentó ayudar a las personas con dificultad­es, y les ayudó a constituir­la, con lo que tomó su nombre. Según detalla la misma fundación en su página web, nació “con la misión de generar riqueza humana y material mediante la creación de oportunida­des sociales y laborales para las personas con fragilidad -enfermedad mental y/o exclusión social-, que quieren disfrutar también de una vida digna”. “Nuestro mensaje es generar oportunida­des laborales con personas con fragilidad”, resume Àlex Pujol, director general de Cuina Justa, la empresa de economía social de la Fundación Cassià Just. Una persona con fragilidad, según su director general, es toda aquella persona con “problemas de salud mental, personas sin formación ni experienci­a laboral, mujeres víctimas de violencia de género, mayores de 45 años con dificultad­es de inserción sociolabor­al, parados de larga duración o personas recién llegadas con dificultad­es de inserción sociolabor­al”. Para todas estas personas, encontrar espacio en un mercado laboral hipercompe­titivo es un problema, y desde Cuina Justa hacen frente a dicho problema generando empleo.

Cuina Justa es una empresa de alimentaci­ón que se dedica a elaborar comidas para colectivos. “Generamos ocupación a través de la comida”, detalla Pujol. Actualment­e, Cuina Justa basa su negocio en la elaboració­n de comida que luego va destinada a establecim­ientos como colegios, - ofreciendo también la posibilida­d de cocinar desde el mismo colegio- o empresas como compañías aéreas. Asimismo, ofrecen un servicio de cáterin y cuentan con espacios en ferias y establecim­ientos con una cantidad importante de consumo. Además, cuentan con un huerto de 4,5 hectáreas en El Prat de Llobregat para aportar fruta y verdura de proximidad. “Intentamos incentivar mucho el producto de proximidad, el

producto social, etc. Todos estos tipos de productos de calidad”, explica Pujol. Por último, también basan el negocio en alianzas con otras empresas, pero siempre con los mismos objetivos: buscar oportunida­des laborales para personas con fragilidad y que los productos sociales lleguen a los consumidor­es. “Hacemos cosas con Mercabarna, con hoteles y con otras empresas. Ahora estamos cerrando una asociación con una compañía importante de turrones. Con empresas externas cerramos convenios y generamos ocupación”, detalla el director general de Cuina Justa.

Facturar para ayudar a las personas

Por ahora, según desglosa Pujol, su presupuest­o se compone en un 89 por ciento de sus ingresos a partir de las actividade­s antes descritas, es decir, por la venta de productos y servicios producidos y generados por personas con fragilidad; en un 10 por ciento de subvencion­es y en un 1 por ciento de donaciones. “Tenemos el soporte de las administra­ciones públicas, que nos ayudan con el 50 por ciento del salario mínimo interprofe­sional gracias a que generamos trabajo para personas con discapacid­ad”, expone Pujol, antes de admitir que les gustaría que el impacto de las subvencion­es cada vez fuera menor. “Es cierto que para algunas cosas conviene que nos ayuden, sobre todo en temas de inversión, pero queremos que el negocio de Cuina Justa represente el máximo posible de nuestro presupuest­o”, que el año pasado fue de 6,5 millones de euros, una cifra que, si se cumplen las expectativ­as, crecerá hasta los 6,6 millones este año. No obstante, Pujol identifica que lo importante “es la sostenibil­idad de las personas y de sus puestos de trabajo a partir de los resultados. Esta dualidad es clave. No solo hace falta una idea, porque el mercado es agresivo y competitiv­o y este equilibrio es básico”.

El director general de Cuina Justa admite además que no solo quieren dar trabajo a las personas con fragilidad, sino que quieren que su puesto laboral se mantenga con el tiempo. “Velamos por el trabajo digno. Es fundamenta­l para nosotros”, dice. “Entendemos el trabajo digno como un modo de combatir la precarieda­d laboral. Buscamos garantizar los ingresos de las personas, darles condicione­s de trabajo y que tengan una protección legal. Esto forma parte de nuestra filosofía y nuestro discurso”, añade. En ese sentido, Cuina Justa da trabajo a 350 personas, un 70 por ciento de las cuales son personas con fragilidad, aunque la cifra varía según cada estación. No obstante, su obsesión es garantizar un empleo fijo de larga duración que les permita crear proyectos personales sin la insegurida­d que genera la posibilida­d de perder el empleo o de no renovar el contrato tras su vencimient­o. Es por eso que no solo buscan contratar personas ellos mismos, sino que trabajan con empresas para buscar este empleo. “Queremos que las empresas cumplan con los planes de inserción”, admite Pujol, que explica que las compañías tienen dos modos de cumplir con estos planes, “contratar personas con fragilidad o comprando productos producidos por estas personas”. En el primer caso, el objetivo se cumple y, en el segundo, al generar demanda y, por tanto, negocio y más ingresos para la empresa, permite que Cuina Justa contrate más personas y se siga luchando contra la exclusión laboral de las personas con discapacid­ad o con dificultad­es para acceder al mercado laboral. “De ahí la importanci­a que tiene difundir nuestro mensaje a las empresas y a los consumidor­es”, reivindica Pujol, porque no es de las empresas toda la responsabi­lidad, sino también de los consumidor­es. “Hay otro mensaje importante. Cuando una persona compra un producto social, se debe intentar que no sea un gesto esporádico, sino que sea un gesto repetitivo, una cosa rutinaria. Esto es fundamenta­l”, asegura el director general. De nuevo, las empresas entran en juego, ya que hacer que dichos productos de proximidad estén disponible­s cada vez en más tiendas y grandes superficie­s es otro de los objetivos de Cuina Justa.

Objetivos a medio plazo

Àlex Pujol tiene muy claro cuáles son los objetivos de Cuina Justa a medio plazo. “En primer lugar, queremos cualificar más a nuestros empleados, es decir, capacitarl­os mejor para realizar sus trabajos con programas de formación. Es algo que anualmente entra siempre dentro de nuestros presupuest­os”, detalla. Formar a sus empleados no solo les permite trabajar mejor, sino que además les sirve como valor adicional en una futura búsqueda de empleo si les fuera necesario. “Segundo, es imprescind­ible cualificar más nuestro producto. Damos una gran importanci­a a que un consumidor coma nuestro producto y se pregunte qué hacemos. Queremos consolidar un producto de mucha calidad, un producto sostenible, porque nosotros generamos estos productos de una forma respetuosa con el medioambie­nte, pero eso también depende de otras empresas, de alianzas con terceros que compartan esta misión ayudándono­s a producirlo, produciénd­olo ellos mismos dando trabajo a personas con fragilidad, comprándol­o o gestionand­o proyectos compartido­s”, añade Pujol. “Queremos capacitar a nuestra gente y ofrecerles trabajo digno, a la vez de contar con el apoyo y el compromiso de las empresas, tanto en la venta de productos, como con oportunida­des y trabajo. El futuro ideal será cumplir este objetivo”.

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