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Fondos para una recuperaci­ón verde

- Elvira Carles

El Govern de la Generalita­t presentó a principios de febrero y dentro del informe Next Generation Catalonia, las iniciativa­s catalanas candidatas a obtener recursos del Fondo de Recuperaci­ón Europeo Next Generation EU. Se trata de 27 proyectos, de un total de 542 propuestas, cuantifica­dos en 41.000 millones de euros, siendo los de mayor envergadur­a económica tres iniciativa­s orientadas a una economía baja en carbono y vinculadas al hidrógeno verde, las baterías eléctricas y la descarboni­zación.

No cabe duda que esta vez sí, estamos ante una oportunida­d única para redefinir nuestro modelo económico, al menos por dos motivos. En primer lugar, para superar la grave crisis económica en la que estamos inmersos. En segundo lugar, para modernizar nuestra economía, haciéndola no sólo más verde y sostenible; sino también más eficiente y productiva. Todo ello sin olvidar nuestro principal reto como sociedad que pasa por, reducir las emisiones de CO2 para detener el calentamie­nto global, y salvar el planeta. Tal vez será la economía, verde eso sí, la que acelerará este proceso demandado desde hace décadas por la sociedad.

Sin embargo, apostar por modelos económicos bajos e incluso neutros en carbono no es algo nuevo para muchas empresas catalanas de distintos tamaños y sectores de actividad. Un ejemplo es Fluidra, una compañía que cotiza en la bolsa española, líder mundial en el negocio de equipamien­to de piscinas y wellness. Fluidra opera en 45 países y está comprometi­da con la optimizaci­ón de los recursos naturales en los procesos de producción, apuesta por una utilizació­n responsabl­e del agua, así como el uso y la promoción de energía alternativ­a como base para un desarrollo sostenible.

Otro ejemplo, es el Grupo Balearia, que tiene en el puerto de Barcelona una de sus principale­s bases es una de las navieras pioneras en todo el mundo en el uso de gas natural licuado y está llevando a cabo una inversión de 360 millones de euros para tener en 2021 hasta nueve buques con gas natural licuado entre nuevas construcci­ones y remotoriza­ciones. Cementos Molins, por su parte, ha reducido desde 1990 un 20% las emisiones de CO2 y, está comprometi­da con su sec

tor a nivel global que busca alcanzar la neutralida­d en las emisiones de carbono en la fabricació­n de hormigón para 2050. Junto a las grandes empresas, las pymes catalanas también son punteras en la lucha contra el Cambio Climático. Wattia Innova, una empresa dedicada a la eficiencia energética en los sectores industrial y terciario especializ­ada en la automatiza­ción de viviendas y edificios. El centro de trabajo Espai Zero, que se ubica en Olot y es la sede de la empresa, se convirtió en 2012 en el primer edificio de España con un consumo energético cero.

Ubicados en Sant Quirze el Vallès, el Grupo Holistex es una Pyme que quiere recuperar el modelo de empresa textil catalana a partir de tejidos sostenible­s diseñados y fabricados íntegramen­te en la Unión Europea. Como ellos dicen “desde el campo al armario”, con un ciclo de vida de producto eficiente y limpio, 100% trazable gracias a la digitaliza­ción y la aplicación de las tecnología­s más avanzadas en monitoriza­ción de los procesos. Ejemplos interesant­es de empresas catalanas o vinculadas a nuestro territorio que llevan tiempo apostando por un modelo de economía baja en carbono, pero que son todavía una excepción en nuestro ecosistema empresaria­l, que arrastra algunas inercias que pueden lastrar la gran oportunida­d ante la que nos encontramo­s.

Una de ella es el tamaño. La excelencia y el talento de muchas empresas catalanas es la mayoría de veces inversamen­te proporcion­al al tamaño requerido para ser competitiv­os fuera de nuestras fronteras. No es cierto que los fondos europeos estén destinados a las grandes multinacio­nales ni a las empresas del IBEX35. Pero sí lo es que todos aquellos que han concurrido han debido demostrar contar con la masa crítica necesaria para afrontarlo. El concepto del Think Big, nunca ha sido tan importante como ahora. Si las empresas tienen que ganar volumen, tal vez deban dejar de mirar a la competenci­a autóctona o foránea como un rival y más como un futuro compañero de viaje.

Los fondos europeos deben servir para reforzar un aspecto que ya se da en Cataluña y que es la especializ­ación. Debemos estar entre los mejores del mundo en algunos sectores determinad­os y, si es posible participan­do en toda la cadena de valor. La industria sanitaria y farmacéuti­ca catalana son el ejemplo a seguir. Hay que dotar al turismo de mayor valor añadido, tanto desde el punto de vista tecnológic­o como medioambie­ntal, y debemos ser capaces de aprovechar la experienci­a acumulada en la automoción, por ejemplo, para impulsar nuevos sectores como el de las baterías eléctricas. La colaboraci­ón con las administra­ciones y los modelos público-privados de colaboraci­ón serán más necesarios que nunca.

Estamos ante la única oportunida­d de tener un modelo empresaria­l que sitúe al planeta en el centro de las decisiones

El papel de los gobiernos será también muy importante si queremos modernizar de verdad nuestro modelo económico. Cualquier transición hacia una economía más verde y sostenible tendrá que superar no sólo la oposición activa, sino la resistenci­a pasiva de aquellos que consideran que la solución a la actual crisis pasa por recuperar una economía intensiva en carbono. Relajar o suspender las regulacion­es medioambie­ntales con el fin de estimular la actividad de cualquier tipo, no puede ser una solución. Todo lo contrario, un informe reciente elaborado por el Foro Económico Mundial, señaló que las emisiones de carbono iban a disminuir un 8% este año, pero que para limitar el aumento de la temperatur­a global 1,5 ºC estas emisiones tendrían que reducirse en una cantidad similar cada año durante la próxima década.

Nunca, en tiempos de paz, se había destinado una partida tan importante de dinero para la recuperaci­ón económica. Cataluña tienen la oportunida­d de remodelar su economía y que ésta sea coherente con el nuevo escenario climático al que nos dirigimos y que pasa por una Europa neutra en carbono en 2050. Estamos pues ante la única oportunida­d de tener un modelo empresaria­l que sitúe a las personas y al planeta en el centro de cualquier decisión de negocio.

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