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El Covid-19 impulsa las cocinas fantasma
rato”. El fundador de Coocció opina que el problema ha explotado ahora “porque hay empresas que han asustado a los vecinos por su tamaño y el ayuntamiento ha actuado”, pero asevera que “en cinco años no hemos tenido ningún problema con los vecinos ni por los humos, ni por las basuras ni por los repartidores”. De hecho, desde el Colegio de Administradores de Fincas de Barcelona han ratificado a elEconomista que hasta ahora no habían tenido quejas vecinales por cocinas fantasma en la ciudad, pese a haberlas. “Que se quiera acotar un tamaño, porque estas nuevas se han pasado, lo veo bien, cuanta más regulación, mejor”, admite Carmona antes de señalar que “lo que tiene el chef Dabiz Muñoz para ofrecer su comida a domicilio en Barcelona es una cocina fantasma”.
Con todos los datos en mente, se podría considerar que el debate gira en torno al tamaño de estas nuevas instalaciones. Lo que no aceptan los servicios de entregas a domicilio, como Glovo o Just Eat, ni las empresas como Coocció, es el argumento de la competencia desleal. “Muchos restaurantes no pueden atender toda la demanda desde su local y, si no quieren perder ventas, deben aumentar la zona de cocinado”, dicen fuentes de Glovo consultadas por elEconomista. “En estos casos optan por ampliar su zona a través de obradores, o cocinas fantasma que, a pesar de cumplir con toda normativa aplicable, no tienen zona de consumo en el local”. Glovo cuenta con dos instalaciones de este tipo, una en Barcelona; espacios de entre cinco a diez cocinas de baja escala con salidas de humo estandarizadas, como las que tienen restaurantes o panaderías. Glovo se asoció en 2018, precisamente, con Coocció para crear Cook Room, cocinas que la plataforma pone a disposición de sus establecimientos asociados para potenciar su servicio de comida a domicilio. En este caso, Cook Room en Barcelona es un espacio con 12 cocinas disponibles. Según ha explicado la compañía a elEconomista, colabora, actualmente, con más de 17.000 socios, de los cuales 8.000 son marcas virtuales y solo una veintena operan desde los obradores de Cook Room.
Desde Just Eat, que no cuenta con cocinas fantasma propias, pero sí colabora con más de una decena de locales fantasma asociados, “incluidos algunos de alta cocina”, no quieren entrar a valorar las medidas adoptadas por el consistorio barcelonés, pero confirman que exigen, a sus más de 16.000 establecimientos asociados, “que cumplan con la legislación y normativa aplicable incluyendo la relativa a la salud y la seguridad, el IVA, la protección de datos, las normas sobre alimentación, etc.” En caso de no hacerlo, expulsan al colaborador.
Las cocinas fantasma no son un modelo de negocio novedoso. De hecho, hace más de cinco años que algunas compañías operan en Barcelona. Sin embargo, el Covid-19, sí ha impulsado sobremanera la comida a domicilio, con lo que más empresas han visto una oportunidad en el negocio de este tipo de establecimientos. Ese es el motivo principal de las macrococinas que están proliferando en Barcelona, que han enfurecido a los vecinos y han provocado un debate que llega cinco años tarde. Según Josep María Català, profesor colaborador de los estudios de Economía y Empresa de la UOC, es por eso que “la restauración ha buscado un formato nuevo para llegar a los clientes con menos intermediarios porque permiten a muchas empresas llegar a un número más elevado de consumidores y también ofrecen la posibilidad de crear marcas virtuales que solo trabajan para las empresas de reparto a domicilio”. Según una encuesta de Deliveroo, un 81% de los restaurantes tiene previsto invertir en servicios de entrega a domicilio para convertirlo en un pilar de su negocio durante 2021, el 57% de los cuales asegura que la comida a domicilio será mucho más importante para su negocio en comparación con años anteriores porque los clientes la han naturalizado.
Las cocinas fantasma permiten a los restaurantes prestar servicio a zonas más grandes