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Las claves del debate sobre la reforma del sistema en Chile
Chile tiene un sistema de capitalización individual desde 1981
Se dio opción a los chilenos de mantener el sistema de reparto anterior, que estaba en crisis, o cambiar a un nuevo sistema de capitalización individual administrado por empresas privadas. La mayoría optó por el cambio a nuevo sistema, que mantiene elementos distributivos en forma de pensiones mínimas garantizadas y financiadas por el Estado.
Los afiliados tienen libertad para elegir fondo de pensiones
Una de las características más distintivas del sistema chileno de pensiones es que los afiliados pueden elegir en cada momento que lo deseen a qué fondo de pensiones realizar las contribuciones, así como la empresa administradora de los fondos. Esta facilidad favorece la movilidad laboral y, además, introduce competencia entre los fondos por la rentabilidad que ofrecen.
La reforma tuvo un fuerte impacto en las finanzas públicas
El cambio del sistema de reparto al sistema de capitalización originó un fuerte impacto en las finanzas públicas chilenas, que se estimó en un 136 por ciento del PIB por los compromisos adquiridos con los cotizantes al antiguo sistema y que debían ser reconocidos en el nuevo.
Bajas pensiones con el sistema de capitalización
Las pensiones que los chilenos obtienen con el sistema de capitalización individual son notablemente inferiores a las que se obtienen con el sistema de reparto para quienes se mantuvieron en él, como es el caso de las fuerzas armadas y policías y de todo aquel ciudadano que no quiso el cambio.
Un modelo de pensiones en crisis
Al no suponer una mejora de las pensiones de los chilenos, y por el alto coste que el cambio tuvo para el estado, se puede afirmar que el cambio de modelo no resultó una reforma exitosa. De hecho, el descontento entre los pensionistas en Chile es creciente y las expectativas de futuro no son nada esperanzadoras.