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Colombia, ante el reto de reformar su sistema de pensiones
El sistema público acumula un desfase anual de 12.000 millones de euros, mientras que el sistema privado reporta bajas rentabilidades de sus fondos
El nuevo Gobierno deberá lidiar con un déficit de 12.000 millones en el sistema público, y otro complementario sin rentabilidad
En Colombia hay dos regímenes de pensiones, uno público y altamente deficitario y otro administrado privadamente. El sistema público, denominado Régimen de Prima Media con Prestación Definida, administrado por el organismo estatal Colpensiones, es un sistema de reparto que se basa en contribuciones de empresas y trabajadores que suponen el 16 por ciento del
salario. El sistema complementario, denominado Régimen de Ahorro Individual con Solidaridad (RAIS), está administrado privadamente. También existen fondos de pensiones privados en los que se pueden suscribir planes que se administran sin atenerse ni a las normas de Colpensiones ni del RAIS y que son supervisados por la Superintendencia Financiera, siendo sus contribuciones y prestaciones las librementes establecidas en el mercado con arreglo a la legislación general de fondos de pensiones.
Uno de los problemas del sistema público de pensiones colombiano es que está orientado a los pensionistas con más bajos ingresos y, aun así, es fuertemente deficitario. A pesar de la recaudación por las cotizaciones de los afiliados a Colpensiones, el Estado tiene que aportar más de 40 billones de pesos -12.000 millones de euros- para gasto en pensiones, siendo la principal partida del presupuesto público. El sistema público de reparto se basa en unas contribuciones demasiado bajas para soportar el gasto en pensiones y, además, aunque la mayor parte de los pensionistas recibe una muy baja pensión, que se sitúa entre uno y dos salarios mínimos (230 euros), hay un colectivo que tiene altas pensiones y que induce gran déficit al sistema, lo que es criticado, ya que casi un 8 por ciento de pensionistas recibe más de 3 salarios mínimos, presionando el déficit.
Otro de los grandes problemas del sistema es la baja afiliación de los trabajadores, puesto que la mayor parte de la fuerza laboral está empleada en la economía informal, que se estima en un 60 por ciento del total. Solo cotizan unos 7 millones de colombianos frente a una población ocupada de unos 19 millones. Así, la mayor parte de los trabajadores no tendrá derecho a pensión pública en el futuro, pues no están cotizando. Atacar la economía informal aumentando el número de cotizantes podría contribuir a equilibrar financieramente el sistema, pero con la mayoría de trabajadores con pocas expectativas de alcanzar las 1.300 semanas de cotización necesarias para obtener la pensión, el incentivo para regularizar su situación es mínimo.
Otro factor que induce un gran desequilibrio en el sistema es la pronta edad de jubilación. Actualmente, es posible jubilarse con 62 años si se es hombre y 57 años para las mujeres, siempre y cuando hayan cotizado aproximadamente 26 años. Cualquier reforma para estabilizar el sistema debería aumentar todos estos requerimientos, pero además de una medida fuertemente impopular aún desincentivaría más el paso de la economía irregular a la regular. Por tanto, la reforma del sistema público de pensiones se evidencia harto difícil y requiere de fuertes reformas económicas para que la economía sumergida emerja y se incorporen más cotizantes. Una reforma exclusiva del sistema de pensiones en sus bases fundamentales podría reportar pocos beneficios en caso de endurecer las condiciones de acceso a una pensión, si no se enmarca en reformas económicas de gran calado para regularizar el mercado laboral. Los problemas estructurales de Colombia, como tipos de interés demasiado altos y baja cualificación de la fuerza de trabajo, solo se pueden superar con políticas a medio y largo plazo. El RAIS, es decir, el sistema privado complementario, presenta una problemática diferente a las pensiones que dependen de Colpensiones. En este caso se trata de cuentas individuales que dan derecho a una pensión en base a aportaciones realizadas por el beneficiario y que proporcionan derechos consolidados, heredables y que pueden dar lugar a una pensión en forma de renta vitalicia o a un capital en determinadas circunstancias que puede rescatarse a la edad de jubilación. En todo caso, es un sistema complementario, dado que todas las empresas y trabajadores están obligados a cotizar a Colpensiones. La crítica al RAIS es la baja o nula rentabilidad que los fondos han obtenido en los últimos años y que están minando los derechos consolidados de los afiliados, rebajando las expectativas de pensión futuras. Estos factores están muy ligados a la evolución del mercado financiero.
El nuevo Gobierno de Colombia debería abordar la reforma del sistema e introducir reformas económicas para desactivar lo que se ha venido a llamar la bomba pensional. Parece haber consenso en Colombia sobre el problema de las pensiones, no así sobre su solución, puesto que se ha convertido en una fuente de desigualdad y hace insostenibles las finanzas públicas.