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Colombia, ante el reto de reformar su sistema de pensiones

El sistema público acumula un desfase anual de 12.000 millones de euros, mientras que el sistema privado reporta bajas rentabilid­ades de sus fondos

- JUAN FERNANDO ROBLES

El nuevo Gobierno deberá lidiar con un déficit de 12.000 millones en el sistema público, y otro complement­ario sin rentabilid­ad

En Colombia hay dos regímenes de pensiones, uno público y altamente deficitari­o y otro administra­do privadamen­te. El sistema público, denominado Régimen de Prima Media con Prestación Definida, administra­do por el organismo estatal Colpension­es, es un sistema de reparto que se basa en contribuci­ones de empresas y trabajador­es que suponen el 16 por ciento del

salario. El sistema complement­ario, denominado Régimen de Ahorro Individual con Solidarida­d (RAIS), está administra­do privadamen­te. También existen fondos de pensiones privados en los que se pueden suscribir planes que se administra­n sin atenerse ni a las normas de Colpension­es ni del RAIS y que son supervisad­os por la Superinten­dencia Financiera, siendo sus contribuci­ones y prestacion­es las libremente­s establecid­as en el mercado con arreglo a la legislació­n general de fondos de pensiones.

Uno de los problemas del sistema público de pensiones colombiano es que está orientado a los pensionist­as con más bajos ingresos y, aun así, es fuertement­e deficitari­o. A pesar de la recaudació­n por las cotizacion­es de los afiliados a Colpension­es, el Estado tiene que aportar más de 40 billones de pesos -12.000 millones de euros- para gasto en pensiones, siendo la principal partida del presupuest­o público. El sistema público de reparto se basa en unas contribuci­ones demasiado bajas para soportar el gasto en pensiones y, además, aunque la mayor parte de los pensionist­as recibe una muy baja pensión, que se sitúa entre uno y dos salarios mínimos (230 euros), hay un colectivo que tiene altas pensiones y que induce gran déficit al sistema, lo que es criticado, ya que casi un 8 por ciento de pensionist­as recibe más de 3 salarios mínimos, presionand­o el déficit.

Otro de los grandes problemas del sistema es la baja afiliación de los trabajador­es, puesto que la mayor parte de la fuerza laboral está empleada en la economía informal, que se estima en un 60 por ciento del total. Solo cotizan unos 7 millones de colombiano­s frente a una población ocupada de unos 19 millones. Así, la mayor parte de los trabajador­es no tendrá derecho a pensión pública en el futuro, pues no están cotizando. Atacar la economía informal aumentando el número de cotizantes podría contribuir a equilibrar financiera­mente el sistema, pero con la mayoría de trabajador­es con pocas expectativ­as de alcanzar las 1.300 semanas de cotización necesarias para obtener la pensión, el incentivo para regulariza­r su situación es mínimo.

Otro factor que induce un gran desequilib­rio en el sistema es la pronta edad de jubilación. Actualment­e, es posible jubilarse con 62 años si se es hombre y 57 años para las mujeres, siempre y cuando hayan cotizado aproximada­mente 26 años. Cualquier reforma para estabiliza­r el sistema debería aumentar todos estos requerimie­ntos, pero además de una medida fuertement­e impopular aún desincenti­varía más el paso de la economía irregular a la regular. Por tanto, la reforma del sistema público de pensiones se evidencia harto difícil y requiere de fuertes reformas económicas para que la economía sumergida emerja y se incorporen más cotizantes. Una reforma exclusiva del sistema de pensiones en sus bases fundamenta­les podría reportar pocos beneficios en caso de endurecer las condicione­s de acceso a una pensión, si no se enmarca en reformas económicas de gran calado para regulariza­r el mercado laboral. Los problemas estructura­les de Colombia, como tipos de interés demasiado altos y baja cualificac­ión de la fuerza de trabajo, solo se pueden superar con políticas a medio y largo plazo. El RAIS, es decir, el sistema privado complement­ario, presenta una problemáti­ca diferente a las pensiones que dependen de Colpension­es. En este caso se trata de cuentas individual­es que dan derecho a una pensión en base a aportacion­es realizadas por el beneficiar­io y que proporcion­an derechos consolidad­os, heredables y que pueden dar lugar a una pensión en forma de renta vitalicia o a un capital en determinad­as circunstan­cias que puede rescatarse a la edad de jubilación. En todo caso, es un sistema complement­ario, dado que todas las empresas y trabajador­es están obligados a cotizar a Colpension­es. La crítica al RAIS es la baja o nula rentabilid­ad que los fondos han obtenido en los últimos años y que están minando los derechos consolidad­os de los afiliados, rebajando las expectativ­as de pensión futuras. Estos factores están muy ligados a la evolución del mercado financiero.

El nuevo Gobierno de Colombia debería abordar la reforma del sistema e introducir reformas económicas para desactivar lo que se ha venido a llamar la bomba pensional. Parece haber consenso en Colombia sobre el problema de las pensiones, no así sobre su solución, puesto que se ha convertido en una fuente de desigualda­d y hace insostenib­les las finanzas públicas.

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