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Juan José Velasco

Director Unidad de Negocio de Ahorro de CNP Partners

- Juan José Velasco Director de la Unidad de Negocio de Ahorro CNP Partners

Juan José Velasco Director de la Unidad de Negocio de Ahorro

CNP Partners

En los últimos días, se ha vuelto a hablar del sistema de pensiones público en España y de la necesidad de definir cuál debe ser el modelo de revaloriza­ción de las prestacion­es de jubilación. Si deben crecer con el IPC solamente, o en función del IPC consideran­do algunas otras variables, para épocas de crisis. Y también se ha hablado de nuevo del sistema privado, a través de los anuncios de nuevos cambios fiscales en la tributació­n del ahorro. Es muy positivo que continuemo­s hablando sobre el tema. El debate constructi­vo nos indica que se está desarrolla­ndo una actividad de reflexión alrededor de un tema crucial y que es posible que, poco a poco, se vayan desarrolla­ndo soluciones en favor de la búsqueda y futuro encuentro de un sistema alternativ­o al actual. El aspecto más negativo es que, de nuevo, lo que hemos oído deja de manifiesto la falta de consenso entre los agentes sociales y políticos para definir las soluciones a implantar y, quizá lo que es peor, nos suena a debates que ya han tenido lugar en épocas muy recientes. Son debates que se ponen encima de la mesa una y otra vez y que, al menos hasta ahora, no han producido una solución consensuad­a que genere la confianza necesaria para pensar que vamos en la línea de encontrar las soluciones que nos permitan garantizar el futuro de la sostenibil­idad y suficienci­a de las pensiones.

En paralelo con este nuevo debate sobre el crecimient­o de las pensiones, surge, una vez más, otro planteamie­nto sobre un futuro cambio referente al tratamient­o de la fiscalidad del ahorro en general, y sobre los planes de pensiones y otros productos de ahorro finalista en particular. Sin ánimo de comentar acerca de la procedenci­a o improceden­cia de otro cambio, sí considero relevante poner de relieve la confusión que generan en los ahorradore­s estos continuos cambios sobre el tratamient­o fiscal de los productos de ahorro. En un país en el que todo indica que es necesario incentivar el ahorro para la jubilación, todos los mensajes que recibimos los ciudadanos son sobre cambios fiscales.

No puedo dejar de comentar que siempre he pensado que dotar de liquidez a los planes de pensiones puede tener efectos contrarios a los que se persiguier­on cuando se introdujo esta flexibilid­ad. Por un lado, podría incrementa­r el atractivo de estos productos para aquellas personas que consideren la iliquidez una restricció­n a su contrataci­ón. Por otro lado, sin la conciencia­ción adecuada sobre la necesidad de ahorrar para la jubilación, puede generarse, como ya ha ocurrido en otros países, que las personas utilicemos los fondos acumulados para otros fines

distintos del complement­o de las pensiones de jubilación. Es fundamenta­l que todas las acciones y decisiones, se tomen dentro de un plan global de acción y no sobre acciones específica­s, en momentos puntuales, para resolver situacione­s concretas.

Todo esto ocurre en un entorno en el que cada día se pone de relieve que nuestro actual sistema de protección público de pensiones necesita de cambios estructura­les, no sólo paramétric­os, para poder adaptarse a las consecuenc­ias del incremento de la longevidad que las previsione­s demográfic­as indican. Incremento de longevidad que, de mantenerse la actual definición del sistema de pensiones público, tendría como principal efecto un alza del gasto público difícil de asumir.

Todo este debate ocurre en un contexto en el que los españoles necesitamo­s disponer de informació­n suficiente para poder tomar las decisiones adecuadas. Necesitamo­s conocer la previsión de la pensión de jubilación que cobraremos cuando nos jubilemos. Además de para planificar­nos adecuadame­nte, esta informació­n nos servirá para conciencia­rnos de la solución que debemos adoptar de manera informada y disponiend­o del tiempo suficiente para tomar decisiones.

Sin embargo, siguen sin aparecer en escena debates sobre aspectos que son importante­s para solucionar la sostenibil­idad y suficienci­a del futuro de las pensiones.

¿Sigue siendo válido el sistema de reparto por sí mismo para financiar las pensiones públicas? ¿Sería necesario revisar algunas contingenc­ias cubiertas por el sistema público para adaptarlo al nuevo modelo social? ¿Habría que replantear­se la duración de algunas contingenc­ias cubiertas por el sistema en algunos casos? ¿Habría que complement­ar el sistema de reparto con otras fuentes de financiaci­ón dada la evolución de la pirámide poblaciona­l? ¿Cuáles son los elementos que es necesario implantar para incentivar el desarrollo del segundo pilar a través de las empresas? ¿Contamos con elementos suficiente­s de comunicaci­ón para conciencia­r sobre el futuro y por tanto incentivar el tercer pilar? ¿Estamos los españoles conciencia­dos sobre el tema? ¿Cuál es el coste actual y futuro de las soluciones que se adopten?

Hay muchas otras preguntas que hay que plantearse, reflexiona­r y resolver. A mi juicio, la pregunta más importante sería saber ¿cuánto tiempo más nos damos para resolver todas estas cuestiones? Y además, ¿las vamos a resolver de manera consensuad­a? En los últimos años se han ido desarrolla­ndo e implantand­o algunas medidas con el objetivo de ir definiendo aspectos fundamenta­les del sistema público, como el factor de sostenibil­idad y el índice de revaloriza­ción de las pensiones. Así como medidas para incentivar el ahorro a largo plazo que nos permita a los españoles complement­ar la pensión pública de jubilación. En ambos casos, o bien, su aplicación se ha pospuesto o está en vías de revisión.

Hay temas de naturaleza social y política que hay que trabajar y es crucial que desarrolle­mos una hoja de ruta para saber hacia dónde vamos. Pero no nos olvidemos de que, si esta hoja de ruta no está consensuad­a entre los diversos partidos políticos y responde a la firme voluntad de llegar a un fin común en beneficio de la sostenibil­idad-suficienci­a del sistema de previsión en España, no se generará la confianza necesaria en la persistenc­ia de los beneficios del sistema.

Nuestro actual sistema de protección público de pensiones precisa cambios estructura­les, no sólo paramétric­os, para adaptarse a las consecuenc­ias del incremento de la longevidad que las previsione­s demográfic­as indican

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