El Economista - elEconomista Pensiones
Juan Marina
Director de Employee Benefits de Nationale-Nederlanden
España sigue, año tras año, encabezando los rankings de longevidad. De hecho, hace unos días la Oficina Europea de Estadística (Eurostat) nos revelaba que la Comunidad de Madrid es la región de la UE con mayor esperanza de vida, con una media de 85,2 años. Le siguen otras dos comunidades autónomas españolas: Castilla y León y La Rioja. Sin duda, un dato que habla mucho de nuestra cultura y calidad de vida: las redes familiares y sociales, la gastronomía, el clima, el bienestar emocional son, entre otros, factores que influyen.
A ello hay que añadir el desarrollo que hemos experimentado como país. Hace cuatro décadas, cuando Nationale-Nederlanden aterrizó en España, atravesábamos un periodo de transición en el que la crisis del petróleo de 1973 seguía impactando. Hoy, y pese a la difícil coyuntura económica de los últimos años, el PIB crece con moderación, nuestras empresas consolidan sus negocios y gozamos de un Estado de bienestar que, aun con sus lagunas, garantiza derechos tan fundamentales como la sanidad o la educación.
Sin embargo, somos conscientes de que todavía tenemos que hacer frente como sociedad a un sinfín de retos. Uno de los más trascendentes debido, precisamente, a la longevidad de nuestra población: el mantenimiento en el nivel de las prestaciones del actual sistema público de pensiones. La Comisión del Pacto de Toledo busca la unanimidad para cerrar un acuerdo que revalorice todas las pensiones con el IPC, independientemente de los ciclos económicos, pero el consenso político está tardando en llegar. El debate sobre qué recursos se van a destinar a esta partida presupuestaria sigue abierto. Mientras tanto, Europa nos ha dado un nuevo tirón de orejas y nos vuelve a alertar sobre la urgencia de atender a esta cuestión.
En Nationale-Nederlanden confiamos en la sostenibilidad del sistema público de pensiones. No obstante, siendo conscientes de que las necesidades de la población cambian, nuestra apuesta es que desde el ámbito empresarial también se contribuya a mantener el nivel de los ingresos tras acceder a la jubilación a través del fomento del ahorro privado. La previsión social complementaria es, sin duda, una herramienta que puede contribuir en este ámbito. Y no sólo conlleva beneficios para los trabajadores, que ven asegurado su presente y se les facilita el ahorro para su jubilación, sino que también supone ventajas para la empresa. Por ejemplo, la oferta de este tipo de productos lleva asociada una serie de deducciones en el Impuesto para Sociedades y, en muchos casos, un diferimiento en el pago de impuestos a cargo del empleado.
Por todo ello, y teniendo en cuenta que cada vez vivimos más años, las alternativas complementarias que garanticen el futuro financiero de los españoles adquieren cada vez mayor importancia. Debemos esforzarnos en seguir fomentando el conocimiento general sobre este tipo de soluciones para que adquieran la importancia que merecen y sean entendidas como una forma de complementar de manera suficiente las prestaciones públicas en el momento de la jubilación.
Nuestra apuesta es que desde el ámbito empresarial también se contribuya a mantener el nivel de ingresos tras acceder a la jubilación a través del fomento del ahorro privado