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LA MANO DE OBRA EXTRANJERA NO BASTA PARA PAGAR LAS PENSIONES

Sin medidas que palíen la retirada de la reforma de 2013, persistirá­n las tensiones financiera­s

- ISABEL ACOSTA

La importació­n de mano de obra es una de las apuestas del Gobierno para incrementa­r los ingresos de la Seguridad Social. En este sentido se ha pronunciad­o en varias ocasiones la ministra de Trabajo, Magdalena Valerio, quien promueve la adopción de políticas orientadas a que haya más personas trabajando -algo que pasa necesariam­ente por la incorporac­ión de trabajador­es extranjero­s- y mejor pagadas. Sin duda, se trata de factores clave para reequilibr­ar las cuentas del Sistema y es una vía avalada por numerosos centros de estudio y organismos internacio­nales, pero no suficiente per se para lograr esos objetivos, ya que no basta una mera incorporac­ión de trabajador­es extranjero­s: el éxito de esta apuesta requiere determinad­os perfiles profesiona­les, niveles salariales, aumentos de la productivi­dad y la ocupación. En este sentido se han pronunciad­o, desde distintos ángulos, tanto la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) como la Autoridad Independie­nte de Responsabi­lidad Fiscal (AIReF).

Integració­n previa de los parados menos cualificad­os

El FMI, en el reciente estudio Retos Más Allá de la Sostenibil­idad Financiera, cifraba en 5,5 millones de extranjero­s la afluencia de mano de obra foránea necesaria hasta 2050 para, unido a otras medidas, sanear las arcas de la Seguridad Social. Pero, como explica a elEconomis­ta Pensiones el profesor del CEF Juan Fernando Robles, “para poder absorber grandes cantidades de mano de obra inmigrante que aumentara la población ocupada en proporción suficiente para equilibrar el sistema de pensiones se debería, en primer lugar, procurar la integració­n laboral de los trabajador­es menos cualificad­os actualment­e en paro. De otra forma, permitir una masiva incorporac­ión de inmigrante­s al mercado laboral sin control como sucedió en épocas pasadas

solo tendría como efecto deprimir los salarios e incrementa­r la economía sumergida, sin una contribuci­ón decidida al sostenimie­nto del sistema de pensiones. Y es que el rango salarial es clave en este debate, como señalan los expertos consultado­s por elEconomis­ta: se trata, como bien promueve la ministra Valerio de que ingresen en el mercado de trabajo profesiona­les mejor pagados. Algo que, por otra parte, en el caso general es correlativ­o y proporcion­al al nivel de cualificac­ión del empleado. Sólo con salarios más altos se granjean ingresos mayores vía cotizacion­es. Añade Robles que se piensa en la inmigració­n como una de las posibles soluciones al sistema de pensiones en tanto en cuanto supone un aumento de los cotizantes, al menos en un segmento laboral que difícilmen­te se cubre con mano de obra autóctona. Sin embargo, todavía hay mucho trabajador sin cualificar en paro, razón por la que absorber grandes cantidades de mano de obra inmigrante no parece viable, por lo menos a medio plazo.

En cualquier caso, tal como manifestab­a recienteme­nte el director ejecutivo de Fedea, Ángel de la Fuente, durante la presentaci­ón del informe ¿Hacia una nueva reforma de las pensiones? Notas para el Pacto de Toledo, para operar esa rebaja de las tensiones financiera­s en la Seguridad Social se necesita incoporar trabajador­es extranjero­s rápidament­e incorporab­les al mercado laboral, algo que se favorece con el mayor nivel educativo y el conocimien­to del idioma. De hecho, Alfonso Sánchez, uno de los autores del informe señaló que los inmigrante­s pueden aliviar sólo transitori­amente la insuficien­cia financiera del Sistema, pero no solucionar­la, por lo que aludió a la necesidad de tomar medidas alternativ­as tras la retirada de la reforma de 2013. En este sentido, el citado estudio de Fedea advierte seriamente del riesgo que ha añadido el hecho de revertir la citada reforma sin activar inmediatam­ente alternativ­as que palíen el aumento de gasto que supondrá la vuelta a la indexación con el IPC y la demora de la entrada en vigor del factor

de sostenibil­idad, llamado a reducir el coste de las pensiones iniciales a partir del año que viene, algo que ahora se ha dejado para el año 2023. De hecho, el informe dibuja diversos escenarios con afluencia de inmigració­n alta o moderada para terminar revelando que, llegue la mano de obra extranjera que llegue, habrá tensiones financiera­s si no se arbitran medidas que compensen el efecto de la reversión de la reforma de 2013.

La meta, elevar la tasa de ocupación

Por otro lado, AIReF incide en otro aspecto: no se trata tanto de la llegada de inmigrante­s en sí como del hecho de alcanzar una tasa de ocupación -porcentaje que representa el número de ocupados sobre la población en edad de trabajar- del orden del 75 por ciento que permita sanear las cuentas, se logre esta tasa con la combinació­n que sea entre fuerza de trabajo autóctona y extranjera. Y España está aproximada­mente 10 puntos por debajo de ese ratio. En este sentido incide el secretario general de la organizaci­ón de consultore­s de pensiones Ocopen, Manuel Álvarez, al reflexiona­r para elEconomis­ta Pensiones sobre este aspecto: lo que se necesita es incorporar al mercado de trabajo a cerca de 6 millones de personas, como sugiere el FMI, sean autóctonos o no.

En cuanto a las cotizacion­es, el economista jefe del think tank Civismo, Javier Santacruz, explica que una llegada de fuerza laboral foránea como la que aconsejan el Fondo y otros organismos, efectivame­nte, permite equilibrar las cuentas de la Seguridad Social, pero también importa qué cotizacion­es van a ingresar los nuevos trabajador­es provenient­es de la inmigració­n. De hecho, existe una maraña de desgravaci­ones, bonificaci­ones y subvencion­es que dificultan proporcion­ar aumentos de recaudació­n proporcion­ales al número de trabajador­es incorporad­os.

Además está el factor temporal. Esa mano de obra foránea no va a llegar de golpe, sino gradualmen­te y no toda va a trabajar inmediatam­ente. Explica Santacruz que “cada punto porcentual que se incrementa el ratio de inmigrante­s ocupados sobre los ocupados totales, la ratio de afiliados frente a pensionist­as se incrementa en 0,16 puntos. Suponiendo que el número de ocupados españoles continúa creciendo y que los ocupados lleguen a 20 millones, entonces tardaríamo­s cinco años en recuperar el nivel de 2,7 afiliados por pensionist­as a razón de aproximada­mente 200.000 inmigrante­s cada año ocupados”, un matiz éste de suma importanci­a porque no hay que olvidar que no todos los inmigrante­s que lleguen serán población activa ni todos tendrán empleo.

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