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Robots y empleo, del mito a la realidad

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La automatiza­ción de la producción de bienes y servicios y la introducci­ón de algoritmos para desarrolla­r tareas antes desempeñad­as por humanos están provocando un profundo cambio estructura­l tanto en la economía como en la sociedad. De nuestra capacidad para entender las mutaciones y orientarla­s adecuadame­nte depende el futuro de nuestro Estado del bienestar.

Ante todo conviene disipar el mito de la desaparici­ón del empleo. La economía mundial, y singularme­nte la española, nunca había creado tantos puestos de trabajo. Estos últimos tres años, los países de la OCDE generaron un total de 25 millones de empleos netos. Además, el empleo aumenta a un ritmo próximo al de la economía, incluso en los países punteros en el progreso tecnológic­o. Así, la tasa de paro se sitúa por debajo del 4 por ciento, cerca de sus mínimos históricos, en Alemania, Estados Unidos, Japón y Corea del Sur.

Algunos anticipan la sustitució­n a gran escala del trabajo humano por los robots. En realidad, lo que parece vislumbrar­se es una mayor complement­ariedad entre personas y máquinas. Determinad­as tareas, como el reconocimi­ento de voz o de imagen, se realizan de manera más eficiente mediante procesos algorítmic­os. Algo que aumenta la eficiencia del trabajo humano, que puede dedicarse a tareas que requieren relación interperso­nal, creativida­d o participac­ión en procesos de decisión colectiva -factores clave de competitiv­idad-.

Ahora bien, si el volumen total de empleos disponible­s no se ve afectado -por lo menos en un horizonte próximo-, lo que sí cambia es la distribuci­ón sectorial y funcional del trabajo. Se pierden empleos en la banca tradiciona­l, porque esas tareas se desarrolla­n mejor por la red. Y se generan nuevas oportunida­des en las finanzas personaliz­adas, aquellas que se adaptan a las necesidade­s cambiantes de cada cliente.

Además, aflora una demanda que antes no se podía satisfacer. Otro ejemplo de destrucció­n creadora es el comercio: si bien las ventas directas en grandes almacenes disminuyen, crece una demanda, antes oculta, gracias al comercio en línea.

Sin embargo, aunque no se aprecia un impacto significat­ivo sobre el nivel agregado de empleo, las nuevas tecnología­s conllevan una transforma­ción en el mundo del trabajo que se puede calificar de disruptiva. El modelo de trabajo a tiempo completo, para una sola empresa y en torno a una única

Las nuevas tecnología­s conllevan una transforma­ción en el mundo del trabajo que se puede calificar de disruptiva. El modelo de trabajo a tiempo completo, para una sola empresa y en torno a una única actividad se está quebrando

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