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Brecha de género: una cuestión de causa-efecto
La pensión media de jubilación que reciben las mujeres es de 769 euros, un 37 por ciento menos que la media que perciben los hombres jubilados. No son datos nuevos: la mayor brecha que soportan las mujeres en nuestro sistema de Seguridad Social corresponde a las pensiones de jubilación. Otro ejemplo ilustrativo de esta brecha se refleja en la capacidad de ahorro de ambos: solo el 39,1 por ciento de ellas afirma estar planificando su jubilación, frente al 50,8 por ciento de ellos, según una encuesta del Instituto Santalucía. Por tanto, abordar una solución efectiva a esta problemática estructural pasa por analizar de forma profunda y con perspectiva el origen de esas desigualdades.
Es sabido que existen situaciones de desigualdad que implican una menor contribución de las mujeres a la Seguridad Social, lo cual tiene su reflejo posteriormente en las pensiones. No solo hablamos de cuestiones como la brecha salarial, sino también del abandono temporal del mercado laboral o del empleo a tiempo parcial, marcado por el hecho de que aun hoy las mujeres asumen mayoritariamente la carga de conciliar el trabajo con el rol de cuidar a los hijos: más del 90 por ciento de las excedencias para cuidar hijos se las cogen las mujeres y el 71 por ciento de las reducciones de jornada laboral se las plantean coger las mujeres, de acuerdo con datos del Instituto Santalucía. Además de estos factores reconocibles existe un diagnóstico subyacente que tiende a ignorarse: los criterios de cálculo y acceso a las pensiones, que también contribuyen a acrecentar la desigualdad. Como todos sabemos, las trabajadoras en activo deben superar una complicada carrera de obstáculos para conseguir cumplir con los largos periodos de acumulación que se requieren para generar rentas adecuadas y disfrutar de una jubilación digna.
La lógica conduce a deducir que un sistema de pensiones basado fundamentalmente en un criterio de contributividad por ahora seguirá perjudicando a las mujeres si no se implementan elementos legislativos, fiscales y sociales que incentiven su participación en igualdad de condiciones dentro del mercado laboral. Para alcanzar un sistema mucho más paritario será imprescindible abordar con coherencia cada uno de los aspectos que inciden en el incremento de esta brecha. Por ejemplo, desde 2016 se aplica un complemento en las pensiones de las mujeres que han sido madres de dos o más hijos y que reconoce la aportación demográfica a la Seguridad Social de estas.
Y es que, además de la estabilidad de las pensiones y el bienestar de las pensionistas, está en juego la confianza de los ciudadanos en el sistema. De hecho, un 96% de los españoles está de acuerdo en que, independientemente de quién gobierne, es necesario alcanzar un pacto de Estado por las pensiones. Por tanto, todo se resume en una cuestión de causa y efecto.
Un sistema de pensiones basado en la contributividad seguirá perjudicando a las mujeres si no se implementan elementos legislativos, fiscales y sociales que incentiven su participación laboral en igualdad