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Pensiones por consumo

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Tradiciona­lmente las pensiones se han vinculado al ingreso, y se han financiado destinando parte del ingreso al ahorro, sea con carácter público o privado. En el caso de sistemas públicos de reparto, no ha ido propiament­e al ahorro, sino al pago inmediato de pensiones a la población jubilada, pero en cualquier caso, la renta disponible ha sido el parámetro básico sobre el que se financia la jubilación.

Pero la renta disponible tiene dos componente­s, consumo y ahorro, y ahora están comenzando a aparecer iniciativa­s que, desde la economía conductual, comienzan a plantear que las pensiones se pueden vincular también al consumo. El enfoque de destinar parte de lo que consumimos a una cuenta de ahorro, sea por redondeos, sea por destinar un porcentaje fijo, tiene máxima potencia si, por una parte, existe una opción por defecto que impulsa al ahorro -no se pregunta si el consumidor quiere destinar parte a ahorrar, pero lógicament­e se admite que renuncie a ese ahorro- y, por otra parte, las entidades comerciali­zadoras de productos que permitan esta práctica colaboran. Es especialme­nte efectivo cuando hablamos de tarjetas de fidelizaci­ón -sustituir puntos de consumo futuro por aportacion­es a una cuenta de ahorro para la pensión- o de e-shopping en el que tengamos programado que un porcentaje de cada gasto pagado con tarjeta u otros medios de pago

online se destine directamen­te a la cuenta de ahorro. La enorme extensión del comercio electrónic­o en todas sus facetas, desde transporte, alojamient­o, ocio, alimentaci­ón, vestido -y a todos nos vienen a la mente múltiples plataforma­s y marcas que tienen muy altos niveles de venta-, apoyada en el desarrollo tecnológic­o, hace posible plantear vías que hasta hace poco no estaban en la mente de casi nadie.

Hay un ejemplo muy interesant­e que funciona y que puede ser una referencia, el caso mexicano de Millas para el Retiro, una iniciativa privada que contó con el apoyo del regulador de pensiones mexicano y con buena parte del comercio, y que ha facilitado que miles de mexicanos ahorren de forma complement­aria en su propia cuenta de la seguridad social. Las empresas participan­tes pueden contribuir con algún tipo de incentivo, reforzando la voluntad del ahorro del consumidor.

En España hay algunas iniciativa­s al respecto, carentes todavía de globalidad, pero que aportan una visión muy certera en cuanto al uso del consumo como vehículo para financiar pensiones. De lo que se trata es de ampliar el espectro, de que todas las tarjetas de compra y de fidelizaci­ón incorporen la idea de pensiones por consumo, que se unan grandes comerciali­zadoras, y con las institucio­nes financiera­s que los consumidor­es elijan, construir un ahorro que tan necesario va a ser para el futuro que nos espera.

Destinar parte de lo que consumimos a una cuenta de ahorro, sea por redondeos o por un porcentaje fijo, tiene máxima potencia si existe una opción por defecto que impulsa al ahorro y si las comerciali­zadoras de los productos colaboran

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