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Pensiones: una falta de voluntad
La Seguridad Social, como todo sistema de caja, está abocado al fracaso, y eso solo puede significar, queramos verlo o no, que el futuro de las prestaciones públicas está en situación de riesgo real
Algunos de los problemas que estamos viviendo en los últimos meses en este país se están volviendo endémicos. La incapacidad que está demostrando la clase política para alcanzar consensos que garanticen la gobernabilidad es nula, pero lo peor es que ya no sorprende. Tenemos un ejemplo más sostenido en el tiempo que ilustra cómo temas de capital importancia para los ciudadanos que requieren de decisión y consenso no se abordan y se dejan morir sine die.
Uno de los más sangrantes es el de la sostenibilidad que afecta al Sistema de Pensiones. Las proyecciones demográficas apuntan la evolución de España hacia una sociedad cada día más envejecida y longeva y el impacto que eso tiene ya hoy, y tendrá cada día más, es indiscutible.
El problema es complejo y hace falta valentía para adoptar medidas adecuadas que atajen las grandes amenazas que lo acechan. La fiscalidad del ahorro a largo plazo es mejorable y ello tendría un impacto muy positivo en la necesidad que como sociedad tenemos de hacer partícipe a todos sus ciudadanos de ser responsable de su propia protección. Acabar con las innumerables bolsas de ineficiencia que aún perviven en la Administración o controlar prácticas abusivas de muchos,
como ocurre con el absentismo laboral injustificado, es decir, una gran bolsa de fraude consentido que lastra las cuentas del Sistema y a la economía nacional de forma notable, son solo algunas de las medidas que deberían ponerse sobre la mesa.
La magnitud del problema es tal que habrá de abordarse desde distintos prismas, pero lo más evidente es que se ha demostrado falta de voluntad para poner solución al problema. Desde que se constituyera el Pacto de Toledo en 1995 se han ido sucediendo propuestas que eran debatidas para ver como después no se ponían en marcha de manera efectiva. Cuando se constituyó se decía: “Este Pacto servirá para sacar de la discusión política un tema tan sensible y transversal como el de las pensiones”. Tras casi 25 años de discusión hay dos cosas que han quedado claras. De un lado, la falta de voluntad de nuestros dirigentes para abordar el problema como se debería, y, de otro, la incapacidad del Estado para garantizar su sostenibilidad y suficiencia. La tendencia de ingresos y gasto hace inviable que en un futuro cercano las personas puedan mantener su nivel de vida sin contar con el ahorro privado. Cuanto antes seamos conscientes de esta realidad mucho mejor, porque cada minuto de inmovilismo nos obligará a esfuerzos adicionales y a penurias futuras.