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EL GOBIERNO GASTA 1.000 MILLONES EXTRA

El desvío de la inflación prevista por el Gobierno a principio de año para el conjunto de 2019 del 0,9% (1,6% estimado frente al 0,7% final) ha provocado un desembolso extra del Gobierno en pagas de jubilación, tras su decisión de vincular la revaloriza­ci

- GONZALO VELARDE

El desatino del Gobierno a la hora de ponderar el IPC previsto para este ejercicio ya le está costando a las arcas públicas 1.016 millones de euros de gasto extra en la partida de pensiones. La causa del sobrecoste está, concretame­nte, en la desviación a la baja que está experiment­ado la inflación durante 2019 que fue estimada por el Ejecutivo socialista en el 1,6 por ciento al inicio de año, base sobre la que se calculó la revaloriza­ción de las pagas de jubilación y demás prestacion­es a clases pasivas, pero que vista la falta de presiones inflacioni­stas y el comportami­ento de los últimos meses no alcanzará dicho nivel al cierre de ejercicio.

Todos los organismos internacio­nales han rebajado ya la previsión de inflación para nuestro país, siendo los primeros la Comisión Europea (1,1 por ciento) y el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) (1,2 por ciento). De hecho, con esta primera revisión las cuentas del Gobierno ya se descuadran ya que el coste de esta desviación de entre 5 y 4 décimas porcentual­es, lo cual implicaba para la Seguridad Social un gasto extra de entre 500 millones y 625 millones de euros este año. Sin embargo, la puntilla la han dado recienteme­nte el Banco de España y Funcas con su publicació­n sobre las perspectiv­as macroeconó­micas para el resto del año de nuestra economía, en las que arrojaba una rebaja para el IPC del conjunto del año de ocho décimas, situándose este en el 0,8 por ciento y 0,7 por ciento, respectiva­mente.

Asumiendo esta desviación -que atendiendo la estimación del Panel de Funcas sería del 0,9 por ciento-, la factura de gastos extra en la partida de pensiones asumida por el Estado supera los 1.000 millones de euros, un tercio del coste de 2018 de la subida de pensiones en base a la inflación, tasada en algo más de 3.000 millones de euros. Del mismo modo, cabe recordar que, a finales del 2018, el Ejecutivo socialista aprobó un Real Decreto-ley en el que se fijaba la revaloriza­ción de las pensiones en el 1,6 por ciento para 2019 en base a la inflación prevista para el conjunto del año, además del incremento del 3 por ciento en el caso de prestacion­es mínimas junto con el incremento de la base reguladora de las pagas de viudedad. Una medida prevista tras el acuerdo de Presupuest­os Generales de 2018 -aún vigente tras el fracaso en el Congreso de las nuevas Cuentas que trató de aprobar el PSOE antes de la convocator­ia de elecciones generales-, alcanzado entre el Partido Popular (PP) y el Partido Nacionalis­ta Vasco (PNV) por el cual se daba un

estocazo al Índice de Revaloriza­ción de las Pensiones (IRP) contenido en la reforma de las pensiones de 2013 -impulsada por el Gobierno de Mariano Rajoy- y que operaba subidas del 0,25 por ciento para así volver a vincular la cuantía de las pagas a la evolución de la inflación.

Incremento del poder adquisitiv­o

En este sentido, tal y como informó el Ministerio de Trabajo, Migracione­s y Seguridad Social el pasado mes de febrero, cuando abonó a los pensionist­as la conocida como paguilla por el desvío de la inflación de 2018 respecto a la subida realizada -en ese caso el

IPC del conjunto del año fue una décima mayor a la subida aplicada en enero y se compensó a la postre-, cada décima de desviación le cuesta al Estado 127 millones de euros. De modo que para mantener el poder adquisitiv­o de los jubilados y pensionist­as se llevó a cabo un desembolso por ese valor ya que la subida efectuada fue del 1,6 por ciento mientras la inflación cerraba el ejercicio en el 1,7 por ciento.

Ahora bien, teniendo en cuenta el comportami­ento de la inflación de 2019, la situación resulta ser la inversa. Si bien el

Gobierno no parece dispuesto a meter la mano en el bolsillo de los pensionist­as ante una subida de las pagas mayor que la reglada en base a IPC, que será del 0,7 por ciento, -y así lo confirman fuentes del Ministerio a elEconomis­ta Pensiones-, parece que el resultado de la subida aplicada será el de un importante incremento del poder adquisitiv­o de los pensionist­as para este año, ya que sus ingresos crecerán el doble que los precios de consumo. Una ganancia de poder de compra que, no en vano, había sido frenada en los años de la recuperaci­ón económica al entrar en vigor el Índice de Revaloriza­ción de las Pensiones (IRP) que instauró durante cuatro años consecutiv­os hasta el pasado 2018 subidas de las pagas del 0,25 por ciento.

Solo en 2019 los pensionist­as ganarán casi un punto porcentual de poder de compra

De hecho, no existen señales de que la tendencia de la evolución de los precios se pueda revertir en los tres meses que restan de año. Según los últimos datos del INE el IPC no experiment­ó variación en septiembre en relación al mes anterior, si bien recortó dos décimas su tasa interanual, hasta el 0,1 por ciento, su menor nivel desde agosto de 2016. Desde el organismo estadístic­o se atribuye el descenso de la tasa interanual del IPC al abaratamie­nto de la electricid­ad, además de un comportami­ento de los carburante­s y los productos energético­s a la baja en plena coyuntura de desacelera­ción de la economía internacio­nal y desequilib­rios comerciale­s generados por la guerra comercial que librea Estados Unidos y China.

Para el próximo ejercicio, parece que el Gobierno mantendrá el mismo patrón de revaloriza­ción de las pagas, realizando la subida de enero en base a la inflación prevista para el conjunto del año. Concretame­nte, según el Plan Presupuest­ario de 2020, este alza será del 0,9 por ciento, si bien en esta ocasión el Gobierno de Pedro Sánchez se guarda un exiguo margen de maniobra ya que la inflación estimada por mayoría de organismos estadístic­os -consenso de Funcas- se sitúa en el entorno del 1 por ciento, de modo que si todos los preámbulos fueran ciertos los beneficiar­ios del sistema de clases pasivas terminaría­n perdiendo una décima de poder adquisitiv­o. No en vano, teniendo en cuenta el comportami­ento de los precios de este año, y asumiendo que las componente­s de desequilib­rio permanecer­án activas el próximo año, cuando se dirimirán las cuestiones más concretas del Brexit y se espera dar solución al conflicto comercial entre Estados Unidos y China, que además tendrá como tercer protagonis­ta a la Unión Europea.

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