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PSICOLOGÍA, NUEVO PILAR PARA REFORMAR EL SISTEMA

Cada vez son más los Gobiernos que invierten en la investigac­ión de la economía conductual como un elemento clave a la hora de articular las reformas de los sistemas de Seguridad Social, tratando de conocer el comportami­ento de los ahorradore­s

- GONZALO VELARDE

Los vertiginos­os saltos generacion­ales y el cambio de los usos y costumbres hacen que ninguna de las recetas clásicas del pasado sean asumibles en el nuevo mundo marcado por la digitaliza­ción y el uso de las nuevas tecnología­s. El comportami­ento de los ahorradore­s es una de ellas y los Gobiernos han tomado nota de ello de cara a uno de los principale­s retos de las sociedades desarrolla­das: el envejecimi­ento demográfic­o y la garantía de sostenibil­idad de los sistemas de Seguridad Social. Así se aprecia en un elemento que parece haber pasado desapercib­ido en el ejercicio que realiza España en la actualidad, de diseñar una reforma para el sistema público de pensiones.

El presidente del grupo Novaster, Diego Valero, apunta a esta herramient­a, denominada economía conductual, como uno de los principale­s medios para “conocer el proceso de toma de decisiones de las personas”, en este caso los ahorradore­s, “integrando aspectos de la psicología en la economía”, explica el también profesor de Economía recordando que son varios los países que han integrado unidades de expertos en economía conductual en los equipos de trabajo para reformar el sistema de pensiones.

Concretame­nte, estos grupos de expertos tarjaban sobre dos planos: por un lado, se encuentra la arquitectu­ra de decisiones donde le objetivo es diseñar estrategia­s que hagan del objetivo final algo sencillo de cumplir para las personas y, posteriorm­ente, está la fase de nudging (pequeños impulsos) que son los elementos que provocan los pequeños impulsos para lograr el objetivo.

En este sentido, son numerosos los gobiernos que han fiado parte de las medidas adoptadas en materia de política económica a raíz de la necesidad de modificar el

comportami­ento de los ahorradore­s en un momento en el que no solo los ingresos del sistema público son suficiente­s para conservar el poder adquisitiv­o en la vejez.

El caso más paradigmát­ico es el del Reino Unido y, más concretame­nte, la aportación de su equipo de nudging y economía conductual a la reforma del sistema NEST de planes de pensiones de empleo. En este caso, lo que se extrajo de los trabajos de este grupo es el sistema de afiliación automática al plan de ahorro en la empresa. De este modo, no se da a elegir a los trabajador­es que entran a una compañía si quieren o no participar sino que se le adscribe de forma automática y es el empleado quien, eventualme­nte, debe expresar su voluntad de no participar en el plan de pensiones de empresa. Algo, que ha tenido como resultado que la inmensa mayoría de los partícipes permanezca­n en el sistema.

‘Ahorrar gastando’

El otro gran ejemplo de aplicación del concepto de ahorrar gastando. Un nuevo modelo de ahorro para las generacion­es más jóvenes está irrumpiend­o en España y en otros país, incluso con mayor implantaci­ón como en México, con las bases para crear un hábito del que carecen la mayoría de las personas, más aún si nos fijamos en las generacion­es por debajo de los 40 años. Conocidas como tecnopensi­ones, se trata de un sistema de las pensiones por consumo, y puede suponer un impulso para la previsión a largo plazo. Una estrategia de ahorro que modifica el concepto tradiciona­l de limitar el gasto comercial y guardar el excedente. Con este ahorro a través del desembolso efectuado se estima que se podría generar una bolsa de hasta 27.000 euros para complement­ar la pensión pública de jubilación, sumando así a la nómina cerca de 135 euros cada mes, según apuntan los expertos.

“Si durante 45 años acumulásem­os puntos a razón del 3 por ciento del consumo final de los hogares alcanzaría­mos más de 900 millones de euros, mucho más que los activos previsiona­les acumulados hoy en el sistema de planes y fondos de pensiones desde hace tres décadas”, apunta a partir de unos cálculos propios el director asociado de AFI, José A. Herce.

Es más, en el plano individual, explica Herce, si ahorrásemo­s un 3 por ciento de las compras comerciale­s que realizamos durante 45 años, a razón de unos 20.000 euros al año, se acumularía en este periodo unos 27.000 euros, que transforma­dos en una renta vitalicia a repartir durante 22 años, daría como resultado una renta mensual de 135 euros. Es decir, esta cantidad se generaría

En este sentido, cabe recordar que el volumen de ahorro privado finalista en este tipo de instrument­os financiero­s apenas alcanza los 330 millones de euros, de modo que la triplicaci­ón de a través de este modelo de este volumen hasta los 900.000 millones de euros, supondría

Facilitar el ahorro a través de compras comerciale­s, un ejemplo de economía conductual

una acumulació­n de activos por valor del 75 por ciento del PIB. Una cifra nada desdeñable -actualment­e se encuentra en trono al 10 por ciento del PIB- pero aún lejos de los países más comprometi­dos con la previsión social como Holanda, que llega en torno al 140 por ciento del PIB.

Con todo ello, parece evidente el potencial de estas técnicas para impulsar el ahorro individual y dirigir el comportami­ento ciudadano en materia de previsión social complement­aria. Pero, ¿de qué técnicas se tratan?

Economía conductual

Es una rama de la economía en la que se produce una fusión entre la economía, la psicología y la sociología. Se centra principalm­ente en la toma de decisiones y, evidenteme­nte, en la toma de decisiones económicas y financiera­s tienen mucho que ver el comportami­ento individual y los comportami­entos que se adoptan cuando formamos parte de un colectivo. Basado en la teoría de las perspectiv­as de los años 70 sostiene que las personas no somos tan racionales y no nos movemos solo por lo que necesitamo­s a la hora de tomar una decisión de inversión, sino que también influyen nuestras preferenci­as, nuestros gustos y, sobre todo, nuestras emociones.

Esta rama de la economía también estudia las áreas de mayor actividad cerebral durante la toma de una decisión de carácter económico. En este sentido, la bolsa de valores es uno de los principale­s objetos de estudio de los conductual­istas, por cómo se toman decisiones en un ambiente cambiante en el que hay que tomar decisiones rápidas. Términos en los que se aplican los estudios de la materia de cara a las decisiones de ahorro para la jubilación.

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