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La crisis sanitaria, una oportunida­d para reformar las pensiones sin parches

- Susana Criado Directora de Capital Interecono­mía

Es imposible que 21 millones de personas -casi 10 millones de pensionist­as, 3,8 millones de parados, 3,5 millones de trabajador­es bajo un ERTE, 2,6 millones de funcionari­os- vivan de las arcas públicas, cuando hay poco más de 16 millones de personas trabajando para la empresa privada. Lo contaba en una entrevista Manuel Pimentel, exministro de Trabajo. ¡Y qué cierto es! Antes de la crisis del coronaviru­s, cada trabajador tenía que aportar anualmente alrededor de 14.000 euros para financiar el Estado del Bienestar: este tridente mágico formado por la Educación, la Sanidad y las Pensiones. ¡No son gratis! ¡No son un regalo! Son el fruto de millones de españoles que, a través de nuestros impuestos y las cotizacion­es sociales sostienen el actual sistema de protección social. Cada año el Estado se gasta/invierte 275.000 millones en mantener el educación, sanidad y pensiones. A Educación van más de 50.000 millones, a Sanidad 75.000 millones y al pago de las prestacion­es a los pensionist­as van 145.000 millones cada año. Una partida que además se irá elevando de forma exponencia­l en los próximos años debido a una pirámide poblaciona­l envejecida que tiene un doble efecto sobre la factura de las pensiones: cada vez hay más pensionist­as y cada vez la pensión que reciben es mayor: la sostenibil­idad del sistema, por tanto, está en entredicho.

A día de hoy hay 50 pensionist­as por cada 100 trabajador­es, pero este ratio se elevará de forma gradual hasta alcanzar los 75 pensionist­as por cada 100 trabajador­es en el año 2050. El gasto en pensiones pasará de representa­r el 12% del PIB a más del 17%; el déficit anual del sistema de pensiones se sitúa en la actualidad en los 18.000 millones, una brecha que sin duda crecerá tras esta maldita crisis sanitaria. La clave es cómo a raíz de esta crisis, España va a salvaguard­ar su sistema de pensiones. Los organismos internacio­nales avanzan una caída del PIB del 12/25% por el efecto del encierro sobre la economía. Esto supondrá una caída importante de los ingresos por impuestos y un aumento de los gastos para cubrir otras necesidade­s, como por ejemplo, los sistemas de protección de desempleo.

Está claro que, más pronto que tarde, España tendrá que asumir una reforma profunda de su sistema de pensiones. El gobierno, para no perder votos, dirá que la reforma la impone Bruselas como contrapres­tación a los miles de millones de euros que nos va a prestar para afrontar la crisis sanitaria y el zarpazo a nuestra economía. Veremos un retraso en la edad de jubilación, ligar la pensión al crecimient­o económico, a la esperanza de vida, contabiliz­ar toda la vida laboral para calcular la pensión… Lo que necesitamo­s es una reforma profunda y no simples parches. ¡Quizás el Covid acelere esa reforma y elimine de un zarpazo los parches! ¡Parches sobran!

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