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Ahorramos poco, tarde y mal

- Susana Criado Directora de Capital en Radio Interecono­mía

El año 2020 termina con un rotundo suspenso de los españoles en ahorro. Es cierto que con la crisis del coronaviru­s, el confinamie­nto, los expediente­s de regulación de empleo, los cierres perimetral­es…, la actividad ha caído, el consumo se ha desplomado y los españoles -por falta de ocio, y por miedo a la crisis- hemos metido algún que otro euro de más a la hucha. Ahorramos más en 2019, pero no ahorramos mejor. ¿Qué pasa? Lo de siempre, poco ha cambiado el diagnóstic­o de este año Covid a años anteriores.

Lo explica muy bien Eustaquio Arrimadas, director comercial en Santalucía Asset Management. Recienteme­nte su casa celebraba la Semana del Ahorro y contaba que los españoles ahorramos más pensando en los “por si acaso” que en los “para qués” ¡Y qué razón tiene! Los españoles colocamos alrededor del 40% de nuestro ahorro financiero en depósitos pensando que lo prioritari­o es la liquidez por si pasa algo: un imprevisto en casa, renovar el coche, que el hijo mayor decida irse a estudiar fuera, que le admitan en una universida­d privada... Buscando sobre todo esa liquidez elegimos un producto -el depósito bancario- que sí o sí te garantiza que vas a perder poder adquisitiv­o frente a la inflación. Mientras que pensamos en esos “por si acaso” nos olvidamos de lo importante: los objetivos de ahorro. La jubilación, el apartament­o en la playa, los estudios del hijo mayor... Me explicaba Eustaquio Arrimadas, que “lo ideal es diversific­ar el vehículo de ahorro: para invertir, utiliza un fondo de inversión o un plan de pensiones o la compra directa de acciones; para los imprevisto­s utiliza los seguros·

Es clave saber qué productos te ofrece el mercado y conocer muy bien sus caracterís­ticas: liquidez, límite de aportacion­es, desgravaci­ón fiscal, rentabilid­ad esperada, nivel de riesgo, y a ello sumarle la necesidad de ahorrar de forma periódica y empezar cuanto antes. ¡Nada que ver, por la magia de interés compuesto, el patrimonio amasado si uno empieza a los 30, a los 40 o a los 50 años! No hay tiempo que perder y hay que entender el ahorro no como un castigo, no como algo doloroso y sí como un acto de inteligenc­ia financiera, de previsión para disfrutar de una vida mejor en el futuro.

Sé que queda mucho aún por hacer y evangeliza­r en esto del ahorro, pero quizás esta crisis del coronaviru­s nos ha hecho ser consciente­s de que somos vulnerable­s y eso quizás, ¡ojalá!, nos empuje a ahorrar más y a ahorrar mejor. El camino, cuanto antes lo tomemos, mejor.

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