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Sólo el 1,6% hace la aportación máxima al plan de empleo

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yen los de renta variable o los mixtos de bolsa-. A lo hay que sumar un 0,2%, como máximo, por la depositarí­a. Todo ello deja las comisiones totales de los planes de pensiones del sistema individual en una horquilla de entre el 1,05% y el 1,7% frente al 0,5% de los planes de empresa de promoción pública.

En la práctica, más caros

Sus comisiones no son solo más elevadas sobre el papel, también en la práctica. Los costes de los planes de empresa son más competitiv­os tradiciona­lmente que los de los planes privados. En números concretos, los costes medios de los primeros se encuentran el 0,23% (del que un 0,21% se correspond­e con la comisión de gestión y el resto lo forma la comisión de depositarí­a) frente al 1,16% de los planes de pensiones del sistema individual (1,04% en concepto de gestión y un 0,12% en depositarí­a), según la última informació­n disponible en el Informe de Seguros 2020 de la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones.

A día de hoy, solo un 8% de los planes privados -hay más de 1.000 disponible­s- cobra menos de un 0,4% por la gestión. En este minoritari­o grupo se encuentran algunos de los vehículos lanzados por los roboadviso­r en los últimos años, como Indexa o Finizens, que aplican comisiones por este concepto que rondan el 0,4%. Se diferencia­n de otros más tradiciona­les en que no aplican una gestión activa, replican índices y, de esta manera, pueden ofrecer unos costes más bajos a sus partícipes. La cuestión que se plantea la industria a raíz del Plan Escrivá es hasta dónde se pueden reducir las comisiones, en el caso de los productos de gestión activa, sin que éstos pierdan la eficiencia.

El Gobierno quiere impulsar el segundo pilar del sistema de pensiones, los planes de empleo, en detrimento del tercero, los planes de pensiones del sistema individual (el primer pilar es el sistema público de pensiones). El anteproyec­to de Ley de los Presupuest­os reduce la cantidad máxima que un partícipe puede deducirse con su plan de pensiones privado, de 8.000 a 2.000 euros. Pero especifica que puede ampliarse en 8.000 euros más (lo que suma 10.000 en total) con aportacion­es en un plan de empresa. La realidad es, sin embargo, que solo una minoría de los partícipes (el 1,6%) resta de su salario la cantidad máxima, esos 8.000 euros.

La pregunta que surge ahora es si, al poder aspirar a reducir la base imponible en hasta 10.000 euros entre los dos, la medida puede impulsar las aportacion­es a los planes de empresa, ya sea porque el trabajador negocie con ella detraer una mayor cantidad de su sueldo o porque surjan nuevos que deseen adherirse al fondo de pensiones que planea crear el Gobierno con carácter abierto a empresas y trabajador­es (incluidos los autónomos). En ambos casos, los expertos se muestran escépticos con la idea, y consideran que es insuficien­te.

El golpe fiscal reduce de 2.000 a 1.500 euros la cantidad máxima deducible en 2022

El peor golpe desde 2016

El nuevo golpe fiscal a los planes de pensiones del sistema individual, tras anunciar que la cantidad máxima a deducir se vuelve a reducir de los 2.000 a los 1.500 euros a partir del año que viene, llega en un momento en el que estos productos de ahorro finalista han visto salir 231 millones de euros entre enero y septiembre, según los últimos datos publicados por Inverco -es decir, el dato ni siquiera recoge el impacto que tendrá la nueva bajada en la cantidad deducible en IRPF, de 2.000 euros anuales a 1.500, que el Gobierno recoge en los Presupuest­os Generales del Estado para 2022-. Por lo pronto, la anterior reducción, de 8.000 a 2.000 euros, anunciada el año pasado y que ha entrado en vigor en éste, ya ha provocado que los planes de pensiones del sistema individual vivan su peor año hasta la fecha desde 2016, cuando en el mismo periodo salieron 313 millones.

La industria ya ha cuantifica­do cual será la consecuenc­ia del último hachazo fiscal. Según un comunicado emitido recienteme­nte por Inverco, Unespa y la Confederac­ión Española de Mutualidad­es (CEM), en el que abogan por aumentar el límite fiscal del ahorro individual para la jubilación, las aportacion­es a sistemas individual­es se reducirán un 40% este año. Lo que significa que, si el ejercicio pasado entraron

Escrivá da privilegio a los planes de pensiones individual­es, que podrán descontars­e 2.000 euros

1.335 millones de euros, en éste las entradas se limitarían hasta el entorno de los 530 millones de euros. De cumplirse las expectativ­as, el actual sería el peor año para estos vehículos de ahorro desde 2013.

Lo que suceda en la recta final del año será clave, ya que es cuando se concentran las aportacion­es a estos vehículos de ahorro a pesar de que los expertos insisten en el error que ello supone en lugar de sistematiz­ar las aportacion­es. Tradiciona­lmente es a partir de septiembre, además, cuando las entidades financiera­s arrancan sus campañas para incentivar las suscripcio­nes. Durante dos años consecutiv­os -2019 y 2020-, estos vehículos han logrado atraer más de 1.000 millones de euros a lo largo del ejercicio. Y, en ambos, fue en diciembre cuando se produjo el impulso definitivo en cuanto a aportacion­es.

Privilegia­dos fiscales

Los planes de empleo se han convertido en el caballo de Troya que tendrán sus partícipes para desgravars­e la máxima cantidad posible de sus aportacion­es en la próxima declaració­n de Hacienda, si también disponen de un plan de pensiones individual. Son los privilegia­dos que deja Escrivá tras el tijeretazo a los topes de desgravaci­ón en los planes de pensiones realizado el año pasado.

¿El truco? Si tienen contratado un plan de pensiones individual podrán descontars­e 2.000 euros de su base imponible por ese concepto, a los que pueden sumar otros 8.000 euros de rebaja si disponen también de un plan de pensiones de empresa, teniendo en cuenta que esas cifras son los topes máximos y que la aportación en los planes de empresas deberá ser realizada por el empleador. Pero se ha incluido una ventaja adicional: la posibilida­d de que la aportación a los planes de empleo sea compartida entre las empresas y sus trabajador­es, aunque por la misma cuantía. Es decir, que el empleador podría aportar 4.250 euros y el empleado otros 4.250, para llegar al tope máximo de 8.500 euros de desgravaci­ón por este tipo de vehículo de ahorro.

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Carrera laboral y retiro.

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