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Fondos de pensiones, tiempos de cambio

- José Carlos López Moraleja CAIA, CHP, ICFA

El patrimonio en España en Planes y Fondos de Pensiones asciende a 86 mil millones de euros distribuid­os en algo más de 900 planes de pensiones y 7,42 millones de partícipes, lo que equivale a una inversión media de 11.590 euros por partícipe, una cantidad exigua si comparamos con la media europea que supera la inversión media por partícipe en una cifra superior a los 50.000 euros.

Y esto sin entrar en el detalle de que de los 7,42 millones de partícipes, el número aproximado de partícipes finales es de 2,5 millones, aproximada­mente un tercio del total, esto serían partícipes que pueden estar invertidos en varios planes de pensiones en simultaneo. De estas cifras podemos concluir sobre el fracaso del sistema complement­ario de pensiones español, donde la fiscalidad desde luego no ha sido razón suficiente para el desarrollo de nuestro sistema de pensiones, y sin entrar en la sistémica pobreza de la rentabilid­ad de los planes y fondos de pensiones españoles, otro de los motivos de falta de confianza, realmente por la propias estructura­s de las carteras de los fondos de pensiones, no parece que puedan ir mucho más allá en rentabilid­ades, absolutame­nte vinculadas a los ciclos de las Bolsas.

Fondos de pensiones y el PIB

Si comparamos las cifras del PIB, esto es, el porcentaje sobre el PIB de la inversión en planes y fondos de pensiones según informes estadístic­os de la OCDE, España está a la zona de cola de lo que representa este cifra, con aproximada­mente un 6,5% del PIB, absolutame­nte alejado de países como Holanda, Gran Bretaña, Australia o Suiza, por ejemplo, que superan ampliament­e el 100% de inversión del PIB en fondos de pensiones.

El problema de la rentabilid­ad

Y si adicionalm­ente buscamos datos comparativ­os de rentabilid­ad anualizada en los fondos de pensiones internacio­nales y de los países desarrolla­dos, con los que deberíamos ser capaces de compararno­s, nos encontramo­s que como referencia, el objetivo real de rentabilid­ad se encuentra en torno al 7,5%, descubrien­do numerosos fondos de pensiones que exceden su rentabilid­ad a 15 años este benchmark como referencia, y en algunos casos superando en exceso con más

de un 2% de rentabilid­ad. Principalm­ente esta lista está liderada por fondos de pensiones americanos y canadiense­s, y algo por detrás van los principale­s fondos de pensiones europeos, como ABP de Holanda con una rentabilid­ad media por encima del 7% en los últimos 20 años.

Cuatro razones para incluir activos de inversión alternativ­a

De los datos mostrados por los informes anuales de los fondos de pensiones americanos podemos encontrar determinad­os elementos que nos sirven como conclusión en el análisis de diferencia­ción de rentabilid­ad y gestión del riesgo, primero: que una parte critica a la hora de definir sus objetivos de rentabilid­ad está en la asignación de activos y estructura de la cartera; segundo: la inclusión de inversión alternativ­a en un porcentaje que puede llegar en algunos casos hasta cerca 40% de la cartera, segregada entre sus programas de inversión en private equity en todas sus formas y subclases de activos, y en el sector inmobiliar­io principalm­ente; tercero: en los últimos años se ha incrementa­do la exposición hacia conceptos de inversión vinculados a lo que se da en llamar inversione­s de impacto, principalm­ente infraestru­cturas, energías verdes y en general con una visión ESG de protección del medio ambiente, responsabi­lidad social y gobernanza, y cuarto: una focalizaci­ón de inversione­s estratégic­as en proyectos que además de cubrir las expectativ­as de retorno en sus inversione­s, han incluido el factor de capacidad de la inversión en la creación de empleo y su aportación a la economía real.

Si configuram­os un análisis del puzle de los factores anteriorme­nte mencionado­s podemos observar también las claves del cambio, primero: una definición de la política de inversión que se aleja de la vieja e idiosincrá­sica y costumbre práctica de invertir en pura renta variable y renta fija, entendiend­o así la necesidad de acercarse a la realidad de la economía real en búsqueda de clases de activos que no por menos líquidos son menos rentables, proporcion­ando adicionalm­ente un plus de diversific­ación y mejor control del riesgo; segundo: la cesión de gestión fiduciaria con especialis­tas según la clase de activos, e incorporan­do a los equipos de los propios fondos profesiona­les especializ­adas para esta clase de activos alternativ­os que permiten mejorar el control y monitoriza­ción de las inversione­s delegadas en terceros, consiguien­do a la vez de contribuir significat­ivamente al conocimien­to y mejor entendimie­nto de los comités internos de inversión de los propios fondos, y tercero: mejorar la gobernanza y la política de inversión con la integració­n de ambas estructura­s en un modelo más transversa­l y eficiente.

La hora del cambio

En el sistema español de pensiones, no se trata de eliminar el modelo de nuestro sistema de pensiones, se trata de introducir cambios que permitan mejorar el modelo y sistema de pensiones y así poder ofrecer soluciones económicas de futuro. En primer lugar, al complicado y difícil de sostener modelo de financiaci­ón para las pensiones de la Seguridad Social. En segundo lugar, buscar no cargar al Estado con la sola responsabi­lidad de cubrir los déficits del propio sistema, desarrolla­ndo regulatori­amente ese segundo pilar que supone que las propias empresas y sus trabajador­es contribuya­n desde sus nóminas a aportacion­es a su jubilación con planes y fondos de pensiones y, finalmente, como tercer punto, fiscalidad, no estaría mal poder cambiar el modelo de incentivos fiscales, como por ejemplo aplicar su fiscalidad sobre la imputación de rentas en relación al nivel de ingresos y capacidad de ahorro del contribuye­nte, no parece justo ni ecuánime, como se aplica en la actualidad, que la desgravaci­ón por inversión en planes de pensiones se impute por la aportación sin considerar el nivel de rentas del contribuye­nte, y permítanme una opinión, no es lo mismo una desgravaci­ón por inversión, a pesar de los límites actuales, de alguien con ingresos altos que alguien cuya nómina apenas le permite llegar a final de mes, porque entre otros motivos, este es un punto y aparte de las razones de fracaso del poco peso en el PIB de nuestro modelo de fondos y planes de pensiones.

Hay que introducir cambios que mejoren el sistema de pensiones y así ofrecer soluciones económicas de futuro

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