El Economista - Seguros Magazine
ECONOMÍA COLABORATIVA A PRUEBA DE IMPREVISTOS
Los sistemas de economía colaborativa, muchos de ellos de reciente creación, presentan numerosas ventajas -ahorro económico y energético, comodidad…-, pero también han supuesto un auténtico reto para el sector asegurador, que trabaja en la creación de productos capaces de adaptarse de la mejor manera a este rotundo cambio en el modo de vida experimentado por la sociedad
La necesidad agudiza el ingenio, y una gran muestra la tenemos con los sistemas de economía colaborativa que se han desarrollado en los últimos años, en gran parte como una respuesta imaginativa a los rigores y problemas derivados de la reciente crisis. Coches compartidos, bicis o patinetes de alquiler, crowdfunding, intercambio o alquiler de casas… Son fórmulas ahorrativas, imaginativas y, en muchos casos, ecológicas que se han desarrollado en los tiempos recientes, algunas con bastante éxito.
Y varias de ellas, además, han llegado para quedarse una vez que ha escampado y la situación económica ha vuelto poco a poco a estabilizarse. De la necesidad se ha sabido hacer virtud, y ahora algunos de esos hábitos se han integrado en el modo de vida de muchos.
Junto con la sociedad el seguro también ha debido de transformarse, tratando de dar respuesta a estas nuevas tendencias sociales y vitales. El sector se ha enfocado recientemente en el desarrollo de productos que se adapten a los sistemas de economía colaborativa con más o menos éxito, implantación y consolidación.
Uno de los sectores en los que más se está trabajando es en el de los vehículos de alquiler, desde un coche a una bici o un patinete eléctrico. Aunque a priori no debería suponer un excesivo problema, las peculiaridades de la economía colaborativa presentan varias dificultades añadidas: un posible incremento de la siniestralidad al no estar los usuarios adaptados al vehículo ni tener la propiedad del mismo; una gran cantidad de conductores, un mayor desconocimiento de quién ha podido causar posibles daños y mucha más complejidad en la definición de responsabilidades; una mayor posibilidad de conflictos legales al no existir una regulación suficientemente asentada; un alto riesgo de robo, especialmente en lo que respecta a bicicletas o patinetes… Es sin duda un gran reto para las aseguradoras, y en ello están centradas para ofrecer productos lo más adecuados y flexibles que se pueda.
Menos problema suelen presentar sistemas de carsharing como Blablacar o Amovens, que hacen posible compartir un trayecto en coche dividiendo gastos. En este caso la cobertura aseguradora es muy similar a la que propone cualquier producto estándar de auto, aunque en ocasiones las aseguradoras puedan brindar coberturas extra como asistencia en carretera o garantía de llegada al destino. Otras compañías -Car2go, Emov, Zity - ofrecen un seguro al utilizar sus vehículos, que suele incluir una franquicia que, en caso de incidente, debería abonar el conductor.
También presentan complicaciones los sistemas de alquiler de casas, ya que todos los propietarios corren un riesgo al prestarse a ello. ¿Cómo minimizarlo? Airbnb ofrece, por ejemplo, un seguro de protección para anfitriones, que brinda una cobertura económica ante la posibilidad de demandas o reclamaciones.