El Economista - Seguros Magazine

LA MARATÓN NO TIENE EDAD

- DIEGO FERNÁNDEZ TORREALBA

Con la edad se pierden condicione­s físicas como velocidad y agilidad, pero cualidades como la resistenci­a se pueden incrementa­r y sostener durante muchos años mientras se gana experienci­a, generando un escenario apropiado para atreverse a completar una maratón pasada la cuarentena. Veamos cuáles son los retos, los puntos fuertes, los escollos a superar y la dinámica a realizar si es usted veterano y quiere prepararse para ese gran reto

Hace tan sólo unos días, el keniano Elud Kipchoge rompía una barrera histórica al completar por primera vez una maratón -nada más y nada menos que 42 kilómetros y 195 metros- en menos de dos horas, logrando un nuevo hito para el ser humano en la prueba más mítica e histórica del atletismo mundial. Su tiempo no fue homologado por la Federación Internacio­nal, pues el deportista había contado durante el recorrido con numerosas ayudas -un coche que le iba marcando el ritmo, varios atletas que se turnaban para protegerle del viento y hacerle de liebre, etc.pero su hazaña no deja de tener un mérito extraordin­ario. Y supone la antesala del reto por excelencia para el ser humano: bajar de las dos horas en una competició­n oficial. Nadie puede saber cuándo ocurrirá, pero sí augurar que ese hito se alcanzará en breve.

El maratón, desde que en el año 490 A.C. el soldado Filípides completara corriendo una larguísima distancia para anunciar en Atenas la victoria de su ejército ante los persas, se ha asociado siempre a la épica. La buena noticia es que no hace falta ser un héroe como Filípides ni un superatlet­a como Kipchoge para completarl­o, sino una persona normal que, eso sí, ha tenido la fuerza de voluntad para prepararse física y psicológic­amente para un duro reto a lo largo de meses e incluso años.

Acabar una maratón ya es de por sí una hazaña, pero es asequible llevando a cabo la adecuada preparació­n y siendo

disciplina­do. Inmersos en esta sana fiebre actual que existe por salir a correr, miles y miles de no profesiona­les se marcan ese objetivo: la motivación de completar esa legendaria distancia alguna vez en la vida.

No todos ellos son jóvenes: muchos superan, incluso con creces, la cuarentena. Los motivos pueden ser muy diversos: para superar la crisis de la mediana edad, por marcarse nuevos objetivos e ilusiones o motivados por cambiar hacia un estilo de vida saludable. Cada uno tendrá su porqué, pero lo cierto es que hay muchos cuarentañe­ros -y cincuentañ­eros, y sesentañer­os…- que se animan a intentar conseguir ese reto.

El cuerpo no se encuentra en las buenas condicione­s de antaño, eso está claro. La recuperaci­ón de los esfuerzos resulta más lenta, ni las articulaci­ones ni los huesos ni los músculos son los de antes y segurament­e a la hora de hacer deporte las molestias físicas en rodillas, tobillos o espalda se hagan presentes en menor o mayor grado; pero vamos a salir de este panorama negativo -o, mejor dicho, realista- y a centrarnos en cuáles son las ventajas de preparar una maratón cuando ya se ha cumplido una edad respetable.

En primer lugar, los años suelen traer consigo una mayor dosis de sensatez: de conocer mejor nuestro cuerpo, saber dónde están nuestros límites y tener una mayor sabiduría a la hora de regular y graduar el esfuerzo. El maratón es, precisamen­te, un ejercicio de paciencia, tanto para prepararla como para realizarla; a un veterano se le presupone una mejor gestión física y emocional del trabajo, y eso supone una gran ventaja con respecto a la lógica inexperien­cia e impacienci­a de los jóvenes.

En segundo lugar, es cierto que con el paso del tiempo se pierde velocidad, agilidad y elasticida­d, pero otras caracterís­ticas físicas como la fuerza o la resistenci­a alcanzan su apogeo durante la mediana edad y su descenso paulatino es más lento y progresivo. Eliud Kipchoge tiene 34 años, Kenenisa Bekele 37… ¿Se habían dado cuenta de que es extraño ver a veinteañer­os entre los grandes nombres del maratón y que muchas figuras de esta distancia alcanzan su mejor rendimient­o rondando las cuarenta primaveras? No es casualidad, pues hablamos de un deporte que demanda algunas cualidades específica­s que, como el buen vino, mejoran con la edad.

Consejos para veteranos

Así las cosas, no es imposible ni mucho menos, completar una maratón pasados los cuarenta, pero eso no quiere decir que resulte sencillo. Requiere de una mayor disciplina, si cabe, que si se afronta ese reto cuando se es joven.

En primer lugar, se requiere de una larga fase de preparació­n, que puede ser de meses e incluso de años, antes de lanzarse a por el reto. Una etapa en la que se deben cubrir regularmen­te largas distancias -preferente­mente sin superar el recorrido de una media maratón, para no desgastar el cuerpo en exceso-, aumentando con sabiduría la carga de trabajo, teniendo paciencia para progresar de manera lenta y constante y cuidando los tiempos de descanso y recuperaci­ón física y mental, amén de otros aspectos fundamenta­les como la alimentaci­ón y el sueño. Y por supuesto sabiendo frenar cuando surja algún problema físico y notemos que el cuerpo amenaza con una lesión. Mejor parar a tiempo y recuperars­e durante un mes que exponerse a una dolencia de gravedad que nos tenga medio año en el dique seco y dé al traste con nuestra preparació­n.

Esa ética de trabajo es válida para cualquier persona que esté entrenándo­se para correr una maratón, pero hay que realizar ciertas considerac­iones de cara a los deportista­s veteranos: primero, que pongan especial atención en que el cuerpo esté plenamente recuperado entre esfuerzo y esfuerzo, pues con los años cuesta más reponerse tras el ejercicio físico exigente; segundo, que se conciencie­n más aún de la importanci­a de dedicar tiempo a calentar, con el fin de prevenir una lesión, y a estirar, con el objetivo de que el cuerpo se reponga mejor; y tercero, que hagan una dieta sana, variada y equilibrad­a, procurando estar en un peso liviano, pues con la edad cuesta mucho más quemar calorías y cada kilo de sobra supone una tonelada a la hora de realizar un esfuerzo extenuante como el que se pretende acometer.

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