El Economista - Seguros Magazine

CLAVES PARA EDUCAR

A LOS NIÑOS EN EL AHORRO El consumismo exacerbado es un peligro ante el que debemos alertar, con graves consecuenc­ias tanto para nuestro entorno como para nuestra sociedad. Por eso, educar a nuestros menores en el valor del ahorro resulta una práctica fun

- DIEGO FERNÁNDEZ TORREALBA

Estamos metidos de lleno, lo queramos o no, en una espiral consumista que no para de crecer. Del Black Friday pasamos a la Navidad, los Reyes, San Valentín, el Día del Padre, la Madre y el de los Ratones Coloraos. El calendario cada vez cuenta con más citas que nos invitan a comprar y comprar, una realidad que debería alertarnos y cuando menos hacernos bajar el pistón. Porque el ahorro y el consumo moderado son dos importante­s valores que no está de más reivindica­r en estos tiempos; existe mucho más en la vida, y mucho más importante, que lo material.

En ese objetivo de ahorro y de, cuando menos, moderación del consumismo es esencial no sólo lo que nosotros hagamos, sino lo que inculquemo­s a nuestros menores, que serán los consumidor­es del futuro. La experta en educación financiera Elisabeth Ruiz-dotras propone varios consejos de cara a la educación de los niños en este sentido.

Aunque suene algo anticuado, enseñarles a ahorrar con una hucha es una práctica muy efectiva para que valoren el dinero, viéndolo con sus propios ojos y acostumbrá­ndose a desarrolla­r hábitos de ahorro. Una manera muy sencilla y útil de que empiecen a tomar conscienci­a de la economía.

En ese sentido resulta otra práctica positiva la de recompensa­r su esfuerzo con pequeñas cantidades y no entregarle­s dinero porque sí a la mínima de cambio. De esa manera, cuando sean adultos valorarán mejor que hay que trabajar para ganarse la vida.

Ya de más mayores, alrededor de la adolescenc­ia, tal vez no sería una mala idea abrirles una cuenta de ahorro, para trasladar el aprendizaj­e de la hucha a una categoría superior. El objetivo es el mismo: valorar la correlació­n entre esfuerzo y dinero y saber gestionar su patrimonio.

Por supuesto, hay muchos hábitos que resulta pertinente inculcar. Por ejemplo, el de la paciencia, recalcando que generalmen­te es mejor esperar para incrementa­r los ingresos que gastar automática­mente todo cuanto nos llegue.

También es positivo reforzar el valor del ahorro, alejándole­s de consumir por consumir consiguien­do que centren sus esfuerzos -y su dinero- en lo que realmente quieren; o fomentar su creativida­d haciendo que le den a la cabeza para encontrar formas de aumentar sus ingresos que les motiven y resulten entretenid­as.

Otra noción fundamenta­l que nuestros menores deben interioriz­ar es el peligro que conlleva una mala gestión del dinero, que puede derivar en graves problemas al no disponer de liquidez para las cosas que se necesitan por haberse derrochado en las innecesari­as.

En ese sentido ayuda seguir manejando dinero en efectivo, pues gracias a él tanto los adultos como los menores toman mucha más conscienci­a de cuánto están ganando y se suelen administra­r mejor y con más cabeza. Por último, hacer partícipes a los niños de los hábitos de ahorro, tanto en la casa como en la escuela, resulta otra dinámica acertada.

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