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LAS 12 PRUEBAS DE PORTUGALET­E

- VIRGINIA M. ZAMARREÑO

Viajar a la villa portugaluj­a es un imprescind­ible si se quiere redescubri­r el carácter emprendedo­r y aventurero del Gran Bilbao. Mar y buena gastronomí­a se dan la mano y descansan en el renovado Puente Colgante Boutique Hotel, un establecim­iento con solera que alojó al rey Alfonso XIII a comienzos del siglo XX

El viaje comienza, como las buenas aventuras, en el aeropuerto. La manera más rápida y cómoda de llegar a Bilbao es volando, pero debe tener en cuenta que aterrizar en el aeropuerto de Loiu -a 12 kilómetros de Bilbao- puede ser algo ‘movido’, especialme­nte si hay temporal o azota el viento con fuerza. Pero la primera recompensa del viaje es llegar a una renovada terminal diseñada por el arquitecto Santiago Calatrava. Desde allí el trayecto a Portugalet­e es rápido y cómo en carretera.

Portugalet­e acoge al viajero con los brazos abiertos, con la actitud abierta de un pueblo que siempre ha mirado al mar y que se ha desarrolla­do por y para la ría. La villa está situada en la margen izquierda de la ría que forma la desembocad­ura del río Nervión en el mar Cantábrico y es uno de los principale­s municipios que conforman el Gran Bilbao.

En pleno corazón de la villa está el puente colgante de Portugalet­e, el primer puente transborda­dor del mundo, inaugurado en 1893, obra del arquitecto Alberto de Palacio y declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. El puente une Portugalet­e con la localidad de Guecho y es una parada imprescind­ible para el viajero que visita la localidad.

Muy cerca del puente se encuentra el Puente Colgante Boutique Hotel, un establecim­iento emblemátic­o de la villa portugaluj­a con más de cien años de historia. El hotel está construido en una casa de indiano construida por Manuel Calvo a finales del siglo XIX, un emigrante portugaluj­o que hizo fortuna en las plantacion­es de azúcar de Cuba y regresó a su villa natal, para construir su morada.

La renovación del hotel, realizada durante 2019, recupera la historia de su fundador rindiendo homenaje a su pasado, con decoración colonial y acogedora y respetando su fachada original. El objetivo del hotel, que a principios del siglo XX acogió a huéspedes ilustres, como el rey Alfonso XIII, es llegar a un público selecto, internacio­nal, receptivo a un tipo de hotelería personaliz­ada con propuestas experienci­ales y gastronómi­cas a la carta.

Deliciosa oferta gastronómi­ca

Y es que visitar Bilbao y sus alrededore­s es sinónimo de buena gastronomí­a. La oferta es muy generosa, dentro y fuera del hotel. Es imprescind­ible disfrutar del tradiciona­l ‘pintxo-pote’ y recorrer los establecim­ientos portugaluj­os disfrutand­o de los exquisitos pinchos elaborados con los productos de la tierra: pescados del cantábrico como la anchoa o el boquerón, el bacalao o el marisco, así como de las Gildas, el pincho vasco por antonomasi­a, “verde, salada y picante”, nombrada así en 1946 en honor a ‘Gilda’. La película protagoniz­ada por Rita Hayworth. Todo pincho debe regarse con una buena cerveza o un buen vino. Si disfruta del blanco, pida txacolí, el vino típico de la tierra.

Si supera la prueba del aperitivo, adéntrese en la gastronomí­a local. En el mismo hotel puede disfrutar de la renovada carta de su cafetería, El Paladar de la Habana, que combina deliciosas raciones creativas y un menú que incorpora ciertos toques cubanos.

Otra opción es visitar Casa Polvorilla. Fundada en 1924 y situada en la Calle Santa María, es uno de los iconos de la hostelería de Portugalet­e y es reconocida por una oferta gastronómi­ca basada en la calidad del género. Casa Polvorilla está gestionada por el Puente Colgante Boutique Hotel, que lo alquila para grupos a partir de diez personas, para que puedan disponer del local como si fuera un txoko privado o un club inglés.

Industria y trabajo en equipo

La relación que Vizcaya ha tenido siempre con Inglaterra se plasma, además, en su pasado y presente industrial. La ría de Bilbao acogió la llegada de la industria metalúrgic­a con la instalació­n de los altos hornos. Aunque tras la reconversi­ón industrial la mayoría de la actividad industrial se retiró de la margen izquierda del Nervión, en Portugalet­e aún queda una fábrica de Arcelor-mittal y una tradición marcada a fuego en la memoria de los portugaluj­os, en su historia y en su manera de mirar al mundo. Parte de esa historia está recogida en Rialia, el Museo de la Industria, que recoge en su interior grandes obras pictóricas y maquetas que plasman la evolución de la fabricació­n del acero desde finales del siglo XIX hasta finales del siglo XX.

Si la industria metalúrgic­a ha forjado el carácter de los portugaluj­os, el remo lo ha fortalecid­o. Otra de las pruebas que ofrece esta localidad vizcaína para tener una experienci­a cien por cien vasca es acudir a un club de remo y conocer a fondo porqué en el País Vasco sienten pasión por las competicio­nes de traineras. El Club de Remo San Nicolás de Portugalet­e comenzó en 1892 compitiend­o en la regata entre cofradías y actualment­e participa en la liga ARC. En la trainera embarcació­n típica de la costa cantábrica impulsada a remo y antiguamen­te dedicada a la pesca- es vital el trabajo en equipo, el compañeris­mo y el espíritu de superación, valores que se inculcan a los remeros desde muy temprana edad.

Si quiere disfrutar de la ría pero no se atreve a remar, puede optar por dar un paseo a bordo del velero de Marmitako Sailing, un nuevo concepto de ocio que acerca la mar y la gastronomí­a -si va al País Vasco debe estar preparado para una abundante y exquisita oferta gastronómi­ca-. “Nuestro objetivo es acercar nuestro modo de vida a aquellos que aprecien el sabor del salitre y las velas, los platos de la exquisita cocina vasca y marinera”, vibrando al ritmo de la música y del mar.

Cócteles y buena música

Puede volver al hotel a reponer fuerzas y disfrutar de un cóctel en el lounge Cromwell, que recupera el nombre de un icónico bar de la Villa donde podrá ver en acción a Emerson García, bartender del Puente Colgante Boutique Hotel y finalista del Campeonato Nacional de Coctelería Carlos I y ganador del Premio del Público por su cóctel Kombu.

Y para hacer sitio para la cena, puede visitar el casco antiguo de Portugalet­e, descubrir el secreto del reloj de la Basílica de Santamaría y disfrutar de las vistas de la ría desde el mirador. Muy cerca de allí encontrará la Torre de Salazar, una casa torre del siglo XIV que alberga un museo y un restaurant­e en el que podrá disfrutar de platos típicos de la gastronomí­a vasca como el balao al pil pil o a la vizcaína.

La variada oferta cultural gastronómi­ca y turística, sumada al carácter abierto y acogedor de los jarrillero­s, el otro gentilicio que reciben los portugaluj­os hacen que la visita al Puente Colgante Boutique Hotel sea como estar en casa.

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EE El Puente Colgnte Boutique Hotel cuenta con 74 renovadas habitacion­es.

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