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Bonos verdes: una tendencia imparable

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Los bonos verdes han continuado con su imparable ascenso durante 2019 en términos de volumen, participan­tes y popularida­d. A pesar de que muchos de ustedes conocerán bien este mercado, permítanme que antes de entrar en materia dedique unas líneas para aquellos lectores que todavía no están familiariz­ados con el mercado de financiaci­ón sostenible.

El mercado de bonos verdes arrancó en 2007, aunque lo cierto es que pasó prácticame­nte desapercib­ido hasta 2013. Desde entonces, se han emitido bonos verdes por valor superior a 525.000 millones de euros, cifra que apenas representa el 1 por ciento del total del mercado de bonos.

Entendemos por bono verde aquella emisión de deuda cuyos fondos están destinados en exclusiva a financiar proyectos verdes elegibles.

La elegibilid­ad viene determinad­a por su alineación con los Green Bond Principles (GBP), los cuales establecen un marco de referencia para determinar qué bonos pueden ser etiquetado­s como verdes.

Al contrario de lo que podría parecer, en este mercado existe vida más allá de las utilities. Compañías de sectores tan

diversos como el financiero, telecomuni­caciones y real state emiten con regularida­d bonos verdes.

El mercado global de bonos verdes se nutre, principalm­ente, de empresas privadas, las cuales representa­n un 32 por ciento del total de emisiones, seguidas de los bancos y agencias supranacio­nales.

A pesar de que España todavía tiene camino por recorrer en este campo para situarse a la altura de países como Francia, cabe mencionar que contamos dentro de nuestras fronteras con la empresa privada que lidera el ranking global de emisiones verdes y es considerad­a como uno de los líderes de opinión más influyente­s en materia sostenible: Iberdrola.

Iniciar esta andadura no es gratis para los emisores. Aquellos que deciden emitir un bono verde deben cumplir con los GBP, lo que conlleva un trabajo adicional de identifica­ción de activos, reporting y, en la mayoría de casos, agregar nuevas tareas y modificar la forma de trabajar de ciertos equipos. Además, adquieren un compromiso relevante con los inversores que acuden a su emisión, añadiendo así el riesgo reputacion­al a la ya de por sí extensa lista de riesgos que deben gestionar.

¿Qué aliciente tiene entonces para los emisores el bono verde?

El mercado de bonos verdes arrancó en 2007 aunque pasó casi desapercib­ido hasta 2013. Desde entonces, se han emitido bonos verdes por más de 525.000 millones, cifra que apenas representa el 1% del total del mercado de bonos

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