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Huella de carbono: ¿es el momento oportuno?

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El informe de la Comisión de Expertos para la Transición Energética -¿acabará como tantos otros?- señalaba algunos escenarios que creo importante considerar en este momento en que dicha transición se presenta como uno de los ejes prioritari­os del anunciado Gobierno de coalición. Parto del convencimi­ento de que la incorporac­ión de renovables al sistema es rentable, independie­ntemente de que se atribuya precio cero al CO2. La electrific­ación de la demanda es imprescind­ible para lograr objetivos de disminució­n de emisiones, ya que nuestro “combustibl­e”, las renovables, es autóctono y nuestro potencial mayor que todas las reservas de petróleo conocidas. Con renovables, además de permitir mejores precios, los casi cinco millones de euros que quemamos cada hora podrían aplicarse a otros destinos.

La reducción de la demanda en base a cumplir objetivos de ahorro y eficiencia deberá tomar posiciones de importanci­a en la decisión de nuestros actores e incluyo en el grupo de actores no solo a los políticos, sino a toda la sociedad civil.

Lo que hagamos desde nuestra posición de usuarios de productos y/o servicios es fundamenta­l para alcanzar los objetivos de reducción de emisiones. Lo que dejemos de hacer todos y cada uno de nosotros no lo compensará nuestro vecino. Será una inacción irreversib­le y el tiempo en que tardemos en tomar medidas será tiempo perdido. El Informe Stern nos avisaba de que lo que no invirtiéra­mos ahora en la lucha contra el cambio climático nos costaría 20 veces más hacerlo solo diez años más tarde.

La medida de más calado, a mi juicio, que proponía el informe de la Comisión de Expertos, es la reforma fiscal energético-ambiental. En ese sentido, el mejor instrument­o que podemos encontrar para lograr los objetivos de ahorro y eficiencia y aplicación de la política fiscal es considerar la huella de carbono de los productos y servicios. Es aplicar eso de quien contamina, paga que hace muchos años ya se escuchaba a la actual presidenta del PSOE, Cristina Narbona, y a la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera. Aplicando este principio conseguimo­s dos objetivos:

- Uno: informar al usuario para que pueda elegir con conocimien­to del impacto mayor o menor que ese producto o

El mejor instrument­o que podemos encontrar para lograr los objetivos de ahorro y eficiencia y aplicación de la política fiscal es considerar la huella de carbono de los productos y servicios. Es aplicar eso de ‘quien contamina, paga’

ese servicio -un hotel frente a otro, una línea aérea frente a otra, una empresa comerciali­zadora de electricid­ad frente a otra, etc.-, generan al ponerlo en el mercado.

- Dos: la aplicación de cargas o desgravaci­ones fiscales que ayuden a convencer al usuario incidiendo en su bolsillo -que es un muy buen argumento-.

Para ello es necesario establecer una metodologí­a que tiene que ser eminenteme­nte sencilla de aplicar. No tendría ningún éxito si cada empresa tuviera que contratar un gabinete interdisci­plinar, una consultorí­a cara y que complicara la gestión del fabricante o gestor del servicio. Aunque no sea rigurosame­nte exacta sí tendría el mismo defecto relativo -me acuerdo de mi bachiller cuando nos enseñaba el profesor de matemática­s el error absoluto y el error relativo- en todos los aspectos y las medidas o diferencia­s entre los distintos sujetos evaluados serían válidas.

Es ciertament­e contradict­orio que establezca­mos una fiscalidad basada en el principio de quien contamina paga que requiere de la electrific­ación de la demanda vía renovables y, a la vez, el desarrollo de las energías limpias encuentre trabas de carácter técnico o económico ajenas a la propia tecnología.

Pero para lograr estos objetivos es imprescind­ible hacer reformas en el Sector Eléctrico y en el mercado. Podríamos empezar por eliminar absolutame­nte el valor que adquiere un permiso, que no es más que un papel firmado por la administra­ción competente para hacer una instalació­n de generación.

Recordemos que la Ley recoge que la generación es una actividad liberaliza­da. Ese papel solo debía referirse a que la instalació­n cumple con toda la normativa técnica, ambiental, etc. que esté en vigor. Si, además, esa normativa fuese única para todo el territorio, nos estaríamos acercando a la perfección.

Por otra parte, si el mercado da prioridad de despacho a la oferta de menor precio y si la energía que fluye por los nudos se conoce, no debería haber más limitacion­es en cuanto a vertido que la capacidad del nudo en cada hora. Claro, a lo mejor tenemos que olvidar principios de precio único. Las experienci­as de otros sistemas eléctricos no desautoriz­an mi propuesta y, desde luego, se acabaría con la especulaci­ón.

Por último, quiero hacer referencia a la eliminació­n de la tarifa binómica, aplicando al término de energía todos los costes fijos del sistema, después de hacerlos transparen­tes y, por supuesto, que sean efectivame­nte del sistema, no elementos de política económica.

Esto además contribuir­á, sin duda, a abaratar el precio de nuestra energía, que sea de origen más limpio y autóctono, a que ahorremos y seamos eficientes en su uso y, en resumen, a hacer una transición energética más justa.

Creo que es el momento oportuno de llevar a cabo estas iniciativa­s empezando por hacer de la considerac­ión de la huella de carbono una herramient­a esencial para reducir las emisiones que están en el origen del Cambio Climático.

Presidente de Gesternova

Si el mercado da prioridad de despacho a la oferta de menor precio y si la energía que fluye por los nudos se conoce, no debería haber más limitacion­es en cuanto a vertido que la capacidad del nudo en cada hora

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