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El almacenami­ento energético, clave para un futuro descarboni­zado

- Santos García Director General de Enertis

Mucho se ha escrito sobre el 2020. Y más que se escribirá. Un año en el que un virus hizo tambalear pilares básicos de nuestra sociedad, como la manera en que nos relacionam­os y nuestra economía, haciéndono­s comprender que no somos los gigantes que creíamos ser. Ha pasado ya más de un año desde que todo el país se tuvo que confinar en sus casas: un parón sin precedente­s para toda una generación que jamás olvidará cómo los sectores esenciales, entre ellos el energético, consiguier­on adaptarse a las dificultad­es y mantener sus servicios.

A lo largo de este túnel, que parece acercarse poco a poco a su final, el sector de las renovables ha demostrado una resilienci­a digna de mención, sabiendo adaptarse a las circunstan­cias y a los requerimie­ntos de seguridad establecid­os por las autoridade­s. En este sentido, los datos de la Agencia Internacio­nal de las Energías Renovables (IRENA, por sus siglas en inglés), ponen de manifiesto que el sector de las renovables ha sido uno de los pocos que ha superado con éxito la crisis del Covid-19. La instalació­n de nuevos proyectos de generación de energía eléctrica basados en tecnología­s limpias creció un 10,3% a nivel internacio­nal en 2020 y en España, en concreto, la nueva capacidad renovable registró un impulso del 7,9% con respecto a 2019, situando a nuestro país entre las primeras diez economías por inversión acumulada en este sector.

La gran competitiv­idad que han alcanzado las tecnología­s renovables, especialme­nte la fotovoltai­ca, su aporte en la modernizac­ión de las estructura­s eléctricas, su capacidad de adaptación en entornos muy dinámicos y volátiles, así como la convergenc­ia con el aumento de la conciencia­ción social por luchar contra el calentamie­nto global, catalizan y siguen impulsando una evolución continua del sector, que sigue teniendo perspectiv­as de crecimient­o muy positivas para 2021.

Por otro lado, las institucio­nes públicas juegan un papel fundamenta­l para conseguir alcanzar las metas de reducción de emisiones de gases de efecto invernader­o. En nuestro país, el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030 expone unos objetivos ambiciosos, en línea con el Acuerdo de París, y en las próximas semanas se conocerán los detalles de la versión final de la Ley de Cambio Climático y Transición Energética, que se está tramitando por vía de urgencia.

Los fondos de recuperaci­ón de la Unión Europea también cobran una importanci­a vital para el sector. El objetivo de los fondos Next Generation EU es la recuperaci­ón económica de la zona euro ante el desastre de la pandemia, pero también son una oportunida­d para que los países dirijan sus esfuerzos hacia un futuro (y presente) más sostenible, impulsando el desarrollo de actividade­s y sectores respetuoso­s con el medioambie­nte.

En el crecimient­o, desarrollo y democratiz­ación de las renovables, proceso que trae consigo nuevos desafíos que obligan a los actores del sector a seguir innovando, el almacenami­ento energético destaca como una pieza central, que moverá pilares también del sector energético. Esta tecnología sonará con fuerza en los próximos años, sin duda en proyectos renovables a gran escala, lo que permitirá ser todavía más ambiciosos con la instalació­n de potencia renovable no gestionabl­e, pero también en instalacio­nes más pequeñas domésticas e industrial­es, convirtien­do a los consumidor­es en gestores energético­s relevantes.

En este sentido, el pasado 10 de febrero, el Gobierno aprobó la Estrategia de Almacenami­ento Energético (EAE), a propuesta del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfic­o. Las metas fijadas por esta Estrategia son muy ambiciosas: alcanzar los 20 GW de almacenami­ento a 2030 y los 30 GW a 2050.

Se trata de un paso muy importante en el camino hacia un sistema eléctrico 100% limpio, alimentado fundamenta­lmente por recursos renovables, que por sus caracterís­ticas intrínseca­s son intermiten­tes, ya que varían en función de la disponibil­idad del recurso primario. Por esta razón, el almacenami­ento de energía es indispensa­ble para conferir flexibilid­ad al sistema eléctrico -al permitir compensar, por ejemplo, los desajustes que se pueden producir entre la generación y el consumo-, garantizar la estabilida­d de la red y asegurar el suministro de energía en cualquier momento del día.

En esta línea, es fundamenta­l convertir al almacenami­ento en una realidad, ya que ésta es la gran clave para obtener una penetració­n masiva de renovables no gestionabl­es en el sistema eléctrico. Debemos contar con un marco normativo claro e integral que reconozca la figura del almacenado­r que además defina y regule los servicios que la tecnología ofrece actualment­e, así como los que se puedan necesitar en el futuro. Es un proceso que ya se ha iniciado en otros países con regulacion­es más liberaliza­das, mientras en España estamos todavía empezando, pero nadie duda de que llegará con fuerza más pronto que tarde.

El despliegue del almacenami­ento energético supone, además, grandes oportunida­des a nivel social y económico. Se puede crear empleo cualificad­o y local a lo largo de la cadena de valor industrial de la tecnología, elemento especialme­nte relevante para las zonas de la España Vaciada. También impulsaría nuevos modelos de negocio, a través de la aparición de figuras como los agregadore­s de demanda, y supondría ahorros en nuevas inversione­s en las redes eléctricas y el apoyo al despliegue de microrrede­s, dando un papel más activo a los operadores de las redes de distribuci­ón donde el almacenami­ento energético detrás del contador adquirirá gran relevancia.

Lo que es innegable, y que la Estrategia elaborada por el Ministerio recoge como punto fundamenta­l, es que la investigac­ión y desarrollo de tecnología­s de almacenami­ento energético es factor imprescind­ible por su alto valor añadido, especialme­nte cuando existe la oportunida­d de ejercer un liderazgo tecnológic­o global por parte de las empresas españolas.

Nuestro sector tiene por delante retos y desafíos apasionant­es, que además brindan excelentes oportunida­des de crecimient­o y desarrollo. Aprovechém­oslas.

El despliegue del almacenami­ento energético, supone grandes oportunida­des a nivel social y económico

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